La Necesidad de una Dirección Internacional Revolucionaria (Parte III): Elaboración teórica-política y politización.

Decíamos al principio que no hay escuela mejor y más rica de situaciones y variantes que una revolución. Ellas son una fuente inagotable de experiencia y conclusiones y nos obliga a hacer teoría para prepararnos para otras revoluciones que a su vez serán diferentes a todas las anteriores (es decir, tendrán similitudes y diferencias). Para que esto sea posible intervenir en ellas es una obligación y se hacen los esfuerzos necesarios para participar. No existen direcciones revolucionarias sin que hayan pasado la prueba de una revolución. Para forjarlas contribuye bastante participar en ellas.

Trotsky, Lenin y Kamenev
Elaboración teórica y programática.

La primera gran revolución obrera triunfante, la rusa de 1917, no solo puso a prueba a dirigentes revolucionarios sino que nutrió a la nueva organización, la III Internacional, de un sinfín de elaboraciones teórico programáticas que se plasmaron en sus primeros cuatro congresos. Eso forma parte del acervo revolucionario mundial. La revolución rusa y mundial en solo 4 años, del 1919 al 1923 dejó uno de los más importantes legados revolucionarios. Posterior a eso todo se encargó de sepultarlo el estalinismo.

En la parte II vimos que incluso de los fracasos o derrotas se extraen conclusiones y se desarrollan elaboraciones. Por ejemplo, la revolución boliviana del 52 desnudó el fracaso del “entrismo sui generis” de la cuarta internacional,  la experiencia de Hugo Blanco en Perú y la lucha armada en los 60 confirmaron la necesidad del partido revolucionario y de estar pegado al movimiento obrero, lo que permitió desarrollar al PST argentino y otros partidos con sólidos cuadros. Intervenir en Portugal fortaleció el trabajo europeo y la posterior intervención en la revolución nica amplió el crecimiento y extensión del trabajo internacional de conjunto. Eso junto a las posibilidades que se abrían con las caídas de las dictaduras latinoamericanas permitió la realización de campañas internacionales de apoyo al desarrollo de la revolución centroamericana, a la revolución política polaca e iba creciendo una corriente internacional con cada vez más autoridad que reconoció todo el movimiento trotskista en el mundo.

Aprender, cometer errores inevitables y sacar conclusiones no es algo exclusivo de las revoluciones, nadie es experto en la lucha sindical del movimiento obrero si no interviene directamente en él disputando la dirección a la burocracia o corrientes pequeño burguesas que existen en su seno que frenan su movilización permanente. Lo mismo en otros terrenos, el teórico-propagandista, el político-organizativo, el táctico-estratégico, como en cualquier otra actividad humana, la práctica en la realidad es el único criterio de verdad para el marxismo. Todo esto es parte de la elaboración política y teórica.

Muchas corrientes trotskistas olvidan esto y han caído en un propagandismo abstencionista, congelado en el tiempo, que abre el camino a todo tipo de desviaciones y revisionismos a la hora de analizar revoluciones o de si estar ligado o no al movimiento obrero y sus luchas perdiendo los reflejos para esa pelea. Lo mismo en otras áreas de la actividad revolucionaria.

Tomemos un viejo ejemplo ocurrido alrededor de la revolución portuguesa visto en la parte II de este artículo. Alrededor de los análisis de la revolución portuguesa de 1974/75 Moreno señalaba un problema de los compañeros trotskistas de los países centrales: “Para dar respuesta a esta necesidad [Ndr: caracterizar al régimen y el gobierno del MFA], los camaradas de los países metropolitanos tropiezan con un obstáculo: la inercia teórica provocada por la realidad. Durante los últimos treinta años, Europa Occidental ha vivido bajo un mismo régimen democrático-burgués (ese lapso se amplía a doscientos para el caso de EE.UU.). La realidad europea no ha puesto a nuestro movimiento frente a otros tipos de gobiernos burgueses, con excepción de Portugal y España (que fácilmente podían ser considerados como “fósiles” heredados de un período anterior), y, por algunos años, Grecia. Digamos, de paso, que se trata de países “periféricos” en el elenco europeo. Esta larga etapa de monotonía política desacostumbró a los reflejos teóricos de nuestro movimiento para reaccionar ante fenómenos nuevos, como el actual régimen portugués.Nahuel Moreno, Revolución y contrarrevolución en Portugal. [Resaltado mío]. Fue una manera de decirles que estaban adaptados a la democracia burguesa…


¿Qué importancia tiene la intervención internacional para la elaboración teórica?

Sin intervenir a nivel internacional y sacar conclusiones correctas podrían a futuro provocar situaciones en la cuales se pierden de vista objetivos y hasta tomar políticas totalmente contrarias al camino que lleva a la revolución.

No siempre hay que poner un signo igual entre trotskismo y trotskistas. El trotskismo se puede ver en una revolución no necesariamente dirigida por trotskistas. Es nuestra obligación construir puentes hacia ellos y ver si se puede luchar unidos por la revolución mundial o coincidir en puntos revolucionarios para la movilización.

En su polémica con el trotskismo europeo sobre la revolución polaca de 1980 encabezada por el sindicato Solidaridad, en el texto “El revisionismo: principios y política” trascripto de una escuela de cuadros hecho en Venezuela en 1982, Moreno planteaba a los cursantes:

En Polonia, por ejemplo, nosotros opinamos que el lambertismo y el SU tuvieron una política revisionista criminal, y que eran mucho más trotskistas aquellos sectores que estaban peleando contra Walesa y que sostenían que Solidaridad debía tomar el poder y hacer una insurrección, y prepararse para una lucha armada contra el golpe militar. Se podía decir “yo estoy con la revolución política». Pero el problema es que Mandel decía que el problema de los soviets “ya lo vamos a estudiar”, y levantaba la cogestión. Y Lambert, en la polémica conmigo -tenemos un intercambio de cartas [sostenía que el poder no lo debía tomar] Solidaridad, sino los soviets, que no existían. Nosotros opinamos que eso es revisionismo. En cambio, esa corriente sindical real, que tenía el quince o el veinte por ciento de Solidaridad -es decir entre un millón quinientos mil y dos millones de obreros- que estaban diciendo: Solidaridad tiene que tomar el poder; cuidado, hay que armarse porque viene el golpe... Eso era trotskismo puro, inconsciente. Estaban por la revolución política.



Mandel y Lambert no. Ellos “estaban por la revolución política” pero decían: Que tomen el poder los soviets. Y no existían los soviets. Y entonces, lógicamente, no están por la revolución política. En cambio, los otros sí: existe Solidaridad; tiene diez millones; que se arme Solidaridad; hagamos Solidaridad en el ejército porque viene la gran paliza del ejército contra nosotros si nosotros no nos armamos. Esos son trotskistas totales, inconscientes. Como en la famosa metáfora literaria del que hablaba en prosa y no sabía que hablaba en prosa, ellos hablan en trotskismo sin saberlo.”

“A eso lo llamamos trotskizante. Dan en la tecla, en la esencia, en el punto nodal de la política trotskista en una situación altamente revolucionaria. Como los amigos de Durruti en Barcelona, que estaban en contra de la dictadura del proletariado, y sin embargo Trotsky decía: Hay que unirse, hay que hacer el frente con ellos. Nin estaba por la dictadura del proletariado y el POUM tenía treinta mil militantes, pero Trotsky, por los principios, les decía a los diez trotskistas españoles: Rompan con el POUM; váyanse por que no crítica duro al Frente Popular (cuando ya Nin había entrado de ministro), y únanse a los anarquistas. ¿Pero cómo, si los anarquistas están en contra de la dictadura del proletariado y Nin a favor de la dictadura del proletariado? Mentira. Nin estaba a favor en las palabras, pero odiaba a la dictadura del proletariado; y sin embargo, sus discípulos, sus amigos eran trotskistas. Los anarquistas, ¿qué decían?: Abajo la dictadura del proletariado; Revolución; Mucho tiro contra el gobierno burgués; Matar a todos los burgueses; Imponer el gobierno de las comunas obreras y los sindicatos. Trotsky dijo: Están con nosotros, aunque no quieran la dictadura del proletariado. Trotsky insistió. Hubo carteles firmados por la Juventud Anarquista --los amigos de Durruti-- y los trotskistas. Esto es trotskizante.”

Y en relación a ligarse al movimiento obrero como tarea permanente de un partido socialista revolucionario Moreno opinaba lo siguiente del Lambertismo en ese mismo curso: “Nosotros opinamos que el lambertismo ha perdido su contacto con el movimiento obrero. Que cuando tenían cien militantes en el año 1951, eran más o menos de cincuenta a cien veces más fuertes que ahora en el proletariado industrial. No conocíamos bien la historia del lambertismo. A partir de diciembre, al romperse la OCI, se vino un obrero de la Renault con nosotros. Y resulta que descubrimos que en Renault, después de cuarenta años de militancia, tenían tres obreros, y uno se vino con nosotros. Nos dimos cuenta de que es una organización esencialmente profesional --lo que estábamos denunciando-- y ligada a la socialdemocracia --creemos que hay vínculos--. Estoy dando una interpretación total, que a lo mejor es incorrecta pero es total. Así que, no sólo Stalin sino toda corriente revisionista siempre tiene bases materiales.”

Politización en tiempos de retroceso y en tiempos de ascenso

La lucha de clases no da respiro y es cierto no solo en los momentos de mayor movilización revolucionaria si no también cuando los trabajadores y el pueblo son golpeados por la contrarrevolución. Veamos dos ejemplos al respecto, uno durante la dictadura militar argentina y otro posterior, en plena democracia burguesa arrancada por la revolución a esa dictadura.

En esa carta de 1979 a la dirección argentina - citada en la parte I de este artículo - Moreno dice que “Aunque sea reiterativo, querría insistir en que, para fines de 1977, la nueva dirección y nosotros estábamos de acuerdo en la necesidad de los cursos, de los documentos políticos, de utilizar el retroceso y la clandestinidad para penetrar más que nunca en el movimiento obrero, capacitarnos elevando nuestro nivel político, crear una alta conciencia internacionalista publicando los documentos de toda la internacional y obligando a que los estudie todo el partido” [Resaltado mío].
Ya bajo el régimen de democracia burguesa, el partido sacó un documento llamado “Politizar y Consolidar” (1986). Allí se planteaba:

La exigencia para politizar al partido se desprende de una realidad objetiva y se hace más acuciante en la coyuntura pero va más allá de cualquier coyuntura. En última instancia la tarea histórica del partido es politizar a la clase obrera y al pueblo para que hagan la revolución. Esta tarea no se podrá llevarla a cabo si no se politiza, y si no lo hace tampoco podrá crecer, menos dirigir la revolución.”

El mismo texto se pregunta, pero ¿qué significa politización? Allí se definen 5 puntos y el primero no deja lugar a dudas: “En primer término politizarnos es ser cada día más internacionalistas. Todo el partido tiene que entender que nuestros análisis sobre la situación nacional solo se pueden explicar en el marco de nuestros análisis internacionales. Que nuestra línea política nacional es una refracción particular de nuestra línea internacional. Más aún, tenemos que lograr un partido que haya que frenar si alguna vez se presenta la necesidad de enviar voluntarios a luchar por la revolución mundial, por ejemplo a El Salvador, para evitar que se nos vaya todo el partido. Esto no se hace para nada hoy día: la revista se lee poco y nada y los problemas teóricos, políticos y prácticos de la situación internacional no son conocidos, mucho menos vividos como propios, por los militantes del partido.” [Resaltado mío] Estas palabras, cambiando tal vez “El Salvador” por otro lugar, se podrían escribir casi exactamente.

A partir de aquí se ordenaban los otros 4 puntos. Aquel, ser cada día más internacionalistas, no era el primero porque sí. Era el más importante. Y si de ordenamiento hablamos, planteaba: “La politización del partido empieza por la dirección.”

Y esto era así porque había una dirección y organización internacional que editaba una revista teórico política a cargo de esa dirección y organización y todos éramos parte de ella y de las campañas internacionales que llevaba a cabo y nos sentíamos tan militantes del partido nacional donde nos encontráramos como de los demás partidos que hacían parte de la internacional como consecuencia de aquello, no por mera simpatía o coincidencias políticas que desde ya es bueno que exista entre organizaciones revolucionarias.

Formar equipos.

La politización y la elaboración son fundamentales para formar equipos. Ningún grupo humano puede formarse alrededor de un genio en el cual los demás integrantes solo obedecen a la clarividencia e infalibilidad de un dirigente. Si bien existen “ejes” de dirección que en lo cotidiano tienen una gran importancia, no existe un equipo si a su alrededor existen cuadros poco formados que no estudian o son aduladores. El caso opuesto directamente no existe, aquel en que todos los dirigentes de un equipo saben de todo y están probados en todos los aspectos de la lucha revolucionaria.

Formar equipos es una tarea titánica y, aunque esto sea importante a todo nivel organizativo, más lo es si se trata de un equipo de dirección internacional. Ya no solo como complementariedad entre sus integrantes sino que al aportar experiencias de distintos países es lógico que existan diferencias políticas que lejos de empobrecer los debates, los enriquecen. Comprender esto es clave.

En este momento en el cual hay que construir esa dirección, es importante, fundamental, contar con la experiencia de los dirigentes con más experiencia, sabiendo que nadie fue probado en una revolución. No podemos darnos el lujo de decir “es inviable por nuestras diferencias”. Seguir así es una garantía segura de retroceso y fracaso. Y como decía precedentemente, tender puentes hacia las revoluciones en esta etapa del proceso revolucionario mundial es vital para llegar en mejores condiciones a las batallas fundamentales que dará el movimiento de masas contra las barbaries del sistema capitalista y para eso necesitamos una dirección internacional.



La revolución de Rojava, EEUU, Europa, China, África y Latinoamérica.

En este momento el mundo tiene varios puntos álgidos en la lucha entre los explotadores y explotados, entre los opresores y los oprimidos, entre la destrucción de la naturaleza y sus defensores. Sintetizando, entre el sistema mundial capitalista, patriarcal y extractivista y los que luchan por sociedad completamente opuesta, con la economía socializada, mayor democracia para los de abajo, liberación de la mujer y defensa de la naturaleza.

Uno de esos puntos es la revolución que se está desarrollando hace 5 años en el corazón de Medio Oriente, en la cuna de la sociedad asiática, en el Kurdistán que libra una revolución contra uno de los peores engendros del presente, el estado islámico en Siria e Iraq, como también contra el genocida estado turco y el régimen autoritario iraní. Esa revolución tiene características ya expuestas en este sitio en varios artículos. Es imprescindible establecer una relación entre dirigentes revolucionarios del resto del mundo con los dirigentes de la revolución de Rojava para defenderla y permitir dar un golpe a los regímenes autoritarios de todo signo que hay en esa región porque eso fortalecerá las luchas revolucionarias en todo el mundo.

En el corazón del imperialismo las luchas del pueblo norteamericano han causado una crisis en el régimen bipartidista que vio emerger “anomalías” en sus dos partidos políticos fundamentales. Trump surge para impedir el desarrollo de esas luchas porque a lo que más tienen miedo los dirigentes imperialistas es a la eclosión de la lucha de clases en su propio país que puede ser fatal para su supervivencia por eso su retórica en defensa del trabajo “americano” y sus medidas proteccionistas. Bernie Sanders a su vez surge como canalización por izquierda de esas mismas luchas.

En Europa también hay una crisis de régimen político que ha finalizado con la inercia de bipartidismos estables en la realidad. Por derecha y por izquierda surgen fenómenos con distinta suerte en su influencia política en el movimiento de masas, pero lo que hoy es más estable es la movilización de una poderosa clase obrera que está quemando grasa acumulada durante décadas de “estado de bienestar”. Sus hermanos de clase de la VW de Bratislava o la FIAT de Serbia o la clase obrera francesa contra las reformas de Macrón están dando cuenta de ello.

China, junto a Rusia, se erigen como los sectores emergentes de una burocracia burguesa surgida de las caídas del estalinismo. La burocracia burguesa china nació de un triunfo contrarrevolucionario y es la más fuerte pero Rusia ha recuperado un rol importante en su zona de influencia, sobre todo en Medio Oriente y Ucrania y es un poderoso factor contrarrevolucionario. Sin embargo cuentan con una clase obrera importante y en China se ha convertido en mayoritaria dada su reconversión económica de las últimas décadas. Son gigantes obreros que ya están dando hace algunos años – en China sobretodo – muestras de su poder y confirman que en el mundo lo que más ha crecido es el movimiento obrero. La India es otro ejemplo de esto. Una huelga general es este último país paralizo la actividad de 300 millones de obreros.

En África con desigualdades también la lucha social ha crecido incluso es superior a los fenómenos de lucha armada que prácticamente ocupaban todo el mapa africano en el siglo XX. Lo más avanzado de eso lo muestran los obreros metalúrgicos y mineros de Sudáfrica que han dado un salto en la construcción de un instrumento político en 2015, The United Front, pero que no se ha consolidado y tuvo una crisis en 2016, pero que puede abrir las puertas a la creación de un partido de trabajadores en el cual el sindicato metalúrgico NUMSA tiene un rol importante que cumplir.

Y en Latinoamérica, desde México hasta Argentina y Chile en el extremo sur sigue el proceso revolucionario abierto a inicios del siglo con una movilización revolucionaria antiimperialista. Dada la crisis económica mundial y la falta de respuesta revolucionaria (ya sea por “ir más allá” de algún gobierno o por la crisis de dirección) hay una recuperación superestructural de la derecha en el continente pero que no es capaz de derrotar la movilización y la lucha obrera y popular todavía. Aquí se concentra una gran experiencia de la izquierda revolucionaria de origen trotskista y morenista que está dispersa pero viva y en las estructuras da aun una pelea importante y es una tradición vigente no menor en la cual algunos partidos son reconocidos a nivel nacional e internacional. Y es en Venezuela donde la revolución más necesita de la atención de los revolucionarios de los demás países pero fundamentalmente de una dirección internacional.

Como vaticinaba Trotsky y reafirmaba Nahuel Moreno, en una organización internacional revolucionaria de masas los trotskistas vamos a ser minoría y es lógico que así sea. Construir esa dirección internacional abierta a los procesos revolucionarios, que sepa tender puentes con otras direcciones revolucionarias, aun sea incipiente, débil y pequeña será un gran salto en el camino para superar la crisis de dirección revolucionaria, una tarea histórica para toda la humanidad. Éste articulo termina acá en su tercera parte para abrir esta discusión, abierta como toda totalidad, a la elaboración de los revolucionarios. 

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