RULETA RUSA

 Fabio Marucci

Más que nunca en estos días la palabra barbarie se hace tan presente. La “civilización” capitalista como una vieja impotente nos muestra sus arrugas decrepitas y nos pone al borde de un enfrentamiento del cual no saldrá ningún futuro. Lo que no sabemos es si nos acostumbraremos como la rana en la olla al paso lento pero inexorable del calentar del agua o directamente será algo que no deje siquiera rastros de nuestro pasar por este hermoso planeta azul.

Ucrania y la paranoia burocrática.

En el libro “El Mundo en su Laberinto” había definido a los estados chino y ruso como “estados burocrático-burgueses” ya que si bien se había restaurado el capitalismo en estos estados aun eran dirigidos por una poderosísima burocracia que tuvo el terreno allanado después de Tiananmen, y otra que producto de una revolución política que liquidó el régimen de partido único quedó inmersa en un caos hasta que pudo recomponerse manteniéndose al frente del estado. Este último es el caso de la Federación Rusa, cuyos emporios productivos más importantes quedaron en mano de lo que en ese trabajo definí como “Putinklatura”.

Es decir, la casta burocrática que antes dirigía un estado obrero degenerado o burocratizado ahora lo hacía con un estado capitalista en restauración. Esto significa que aun su fuente de privilegios es el estado que dirigen y no un título de propiedad que les da derechos absolutos. El estado sigue siendo parte importante de esas empresas. Por este motivo su comportamiento paranoico[i], no exento de razones concretas como lo es la amenaza constante de la OTAN en sus fronteras, sigue al que tiene cualquier burócrata tiene sea al frente de un estado o de un sindicato e incluso de cualquier organización con cierto poder en el cual se insinúan actitudes y maniobras burocráticas.

Ya la crisis ucraniana del 2014, donde se conjugaban elementos de descontento social y conducción claramente influenciada por los EEUU (la creación y entrenamiento del Batallon nazi Azov que unía la bandera de la OTAN con esvásticas es una muestra), llevó a la burocracia a la anexión de Crimea y a una guerra en la región del Donbass. La intervención de Rusia en Siria siguió este mismo criterio, evitar la caída de un aliado en Medio Oriente, Basher-Al Assad.

Y si la burocracia tiene este rasgo psicológico, la burguesía imperialista occidental, más objetiva, teme a su propia decadencia y perdida de su hegemonía mundial y para evitarlo necesita debilitar al extremo a Rusia primero e ir por China después.

Una guerra ¿de qué tipo?

Responder esta pregunta resulta muy importante. ¿Es una guerra de agresión de una potencia a una nación oprimida? ¿Es una guerra inter-imperialista? ¿Es una guerra de liberación en una colonia? ¿Es una guerra donde está en juego un régimen nazi-fascista contra uno democrático?

Todo indica que esta guerra que tuvo una parte “clasificatoria” entre 2014 y 2022, está llegando a sus instancias finales y a la final parece cantado que llegan Rusia y la OTAN (cuyo director técnico son los EEUU y Reino Unido). Zelenzky es una marioneta, no está al frente de un pueblo insurrecto que ha tomado las armas contra un invasor, repite lo que plantean Biden y Boris Jhonson. A tal punto que el secretario general de OTAN, Stoltenberg, ante una propuesta planteada por Zelensky donde dejaba la Crimea a Rusia, declaró que “nunca aceptaran la anexión de Crimea a Rusia” y que “la guerra durará meses, tal vez años”.  El objetivo de los EEUU y la OTAN es claro, hacer la guerra con la vida de los ucranianos y verlo desde un sillón con tanto de gaseosa y pochoclo. Pero…

Pero, en cualquier momento, esto puede escalar a dimensiones impredecibles. Rusia ya está declarando que los EEUU ya están en guerra. No solo dando información de inteligencia sino decidiendo junto al alto mando ucraniano donde atacar. Y para echar leña al fuego de la paranoia de la burocracia, occidente incita a Suecia y Finlandia a adherir a la OTAN. EEUU tiene en su “haber” Hiroshima y Nagasaki. ¿Y Rusia?

Es evidente que los que dirigen ambos bandos no van a ceder y la guerra, como quien juega con la ruleta rusa en la cabeza de la raza humana y el futuro del planeta, puede jalar del gatillo y disparar el tiro del final. Ni la clase obrera ucraniana, ni la rusa, ni la europea o mundial pueden sacar nada ventajoso. Una victoria de los EEUU y su triunfo se verá reflejado a nivel mundial, en cambio su fracaso (no su derrota militar) lo debilitará aún más en las futuras luchas de los trabajadores y pueblos del mundo. Una victoria de Putin sería un peligro para la clase obrera rusa y ucraniana ya que consolidaría su régimen, pero el retiro de sus tropas por un proceso de paz permitiría a ambas clases obreras a unificar sus luchas para luchar contra el sistema capitalista tanto en Ucrania como en Rusia. No hay nada progresivo en la victoria de uno u otro en esta guerra. Si fuese progresivo la victoria por encargo de la OTAN, o la derrota del ejercito ruso, hay que llevar la política hasta sus últimas consecuencias: no solo están bien los 33 mil millones de dólares en armas que los EEUU envían a Ucrania o las armas que llegan de otros países de Europa, estaría muy bien que haya una coalición internacional interviniendo directamente con sus efectivos sobre el campo de batalla (… paréntesis para quedarse pensando …).

Sobre esto Nahuel Moreno explicaba la importancia de ver en qué momento algo progresivo se convierte en reaccionario[ii]. Por ejemplo, en la guerra civil en Siria, la resistencia militar progresiva al inicio contra el régimen de Basher Al-Assad, se convirtió en reaccionaria casi de inmediato cuando la CIA capto con 500 millones de dólares a la única dirección capaz de centralizar la resistencia contra el régimen de Damasco, y esta dirección era Al-Nusra (nada más y nada menos que Al-Qaeda en Siria). Luego, casi el 80% de esa fuerza se pasó a las huestes de ISIS y lo único que quedó de progresivo en Siria fue la revolución de las mujeres en Rojava, incluso con su legitima unidad táctica con una coalición internacional encabezada por el imperialismo yanqui, ya que lo que se defendía es una revolución inédita y progresiva en Medio Oriente. Si se defendía una revolución, decía Nahuel Moreno, se pueden hacer acuerdos tácticos y coyunturales con el “diablo y su abuela”.

Pero en un Ucrania, a menos que haya un proceso inmenso por abajo, en los sindicatos independientes, a los cuales hay que apoyar siempre, la única dirección militar y política es la de la OTAN.

Paz, Pan y Trabajo!

Parece mentira, pero las consignas más movilizadoras en Europa son estas. ¡Paz, porque el peligro de la guerra es real, concreto, entonces hay que convocar a acciones unitarias contra la guerra  y además porque con ella hay que levantar en cada país de Europa, la consigna Fuera la OTAN!! España e Italia son países satélites de los EEUU y no levantar esta consigna y dejársela en manos del campismo pro-putiniano sería un crimen político. Pero también es importante en otros países en los cuales tienen diferencias con el imperialismo yanqui e inglés, como Alemania, Francia, Turquía etc.

Pan, porque la inflación y la escasez de alimentos producto de la guerra está llevando a grandes sectores de la población a la pobreza y directamente al hambre.

Trabajo porque casi todos los países están entrando en recesión con el consecuente incremento de los despidos y cierres de empresas.

Estas consignas hay que levantar contra cada gobierno, en cada país. Y no es fácil porque en cada país existe una propaganda de guerra y un nivel de censura nunca visto antes. Tanto en Rusia, donde parecería obvio, pero también en países como Italia, en donde ya hay una lista negra de periodistas e investigadores censurados. Que entonces la clase obrera de cada país se mantenga independiente y reclame una salida pacífica al conflicto en Ucrania y al mismo tiempo pida pan y trabajo. Y también dentro de Rusia.

Desde ya puedo estar equivocado y la victoria de la OTAN en Ucrania es los más progresivo en este momento. Pero que la OTAN ingrese con sus banderas victoriosas en Ucrania sería una victoria, tal vez momentánea, pero peligrosa, a favor del imperialismo yanqui e inglés que lo fortalecería frente al proceso de movilizaciones revolucionarias que recorren el planeta. Aunque creo que nadie va a ganar si la guerra continua.



[i] “El puesto de un burócrata, por ejemplo, depende de su superior. El puesto de un burgués depende de su situación en el aparato productivo. Rockefeller es Rockefeller y nadie es superior a él. Y la Standard Oil es la Standard Oil y nadie lo puede mover de allí. Él puede mover a otros, pero en la Standard Oil nadie lo mueve a él por el derecho de propiedad. En la burocracia, en cambio, todo el mundo sabe que lo pueden voltear, lo pueden sacar. De ahí sus rasgos psicológicos paranoicos que ahora están estudiando mucho los especialistas en la URSS y en los estados obreros. Lo estudian con una desviación psicologista, pero honestamente estoy a favor de ellos. Yo creo que por razones de casta la característica burocrática desde el punto de vista psicológico es la paranoia.” Escuela de Cuadros Venezuela 1982

 

[ii] Sobre Afganistán

Bueno, compañeros, les voy a complicar más la cosa. Voy a agregar algunos datos, que no sé si son correctos. Estuve estudiando la cuestión afgana y voy a agregar elementitos objetivos, aparentemente a favor del compañero Mario, antes de discutir con él.

Socialmente se complicó muchísimo la cosa: van a ver qué lío monstruoso que hay, monstruoso.

La guerrilla, al principio, la hacían los terratenientes y los jefes de tribus y de pueblos, lo que se llama “los notables”. Y al principio había poca influencia de la CIA. Resulta que Andropov dio la línea de que el gran aliado de la URSS es la gran burguesía terrateniente —van a ver ahora la complicación que se armó— y que había que pactar con los notables. Y pactaron con los notables: hoy el gran baluarte de la ocupación soviética son los grandes terratenientes y notables. Esto provocó que la guerrilla se vaya transformando cada vez más en una guerrilla de los campesinos pobres y de los trabajadores. Por un lado, hay un cambio social en la guerrilla; por otro lado, hay una cosa rarísima porque la URSS se niega a expropiar a los terratenientes —son sus aliados—, pero lleva a toda la juventud a educarse a la URSS. La lleva de a veinte mil, de a veinticinco mil. Lleva a toda la juventud y la hace rusa.

Pero ahí no termina la complicación. No sé si saben el lío monstruoso que hay en la URSS; un día de éstos vuela toda la burocracia. Hay un lío monstruoso porque en la URSS han comenzado a surgir, y son una potencia, las iglesias musulmanas ligadas a los afganos. Eso no lo puede destruir la policía secreta soviética; trabajan casi en la legalidad. Hay tres corrientes religiosas muy importantes —una creo que del siglo XI, otra creo que del siglo XII y otra del siglo XIV— que ahora se han reavivado en forma impresionante en la URSS. Hay de todo, tanto que el gobierno burocrático ha cambiado la línea y ha resuelto ya no colaborar más. Entonces hay un despelote bárbaro con los curas musulmanes oficiales, los mullahs creo, que son los hombres de la burocracia estalinista dentro de la URSS. En épocas anteriores, en la época de Breznev, la burocracia mandaba a estos mullahs fuera de la URSS, y tenían mucho éxito. Ahora ya no los reciben; cuando los mandan afuera, los árabes los echan a patadas. Y han surgido en la URSS corrientes religiosas, sobre todo las que hay en Afganistán, llevadas y fortalecidas por los soldados musulmanes que la burocracia mandó allí al principio. Ahora tienen adentro de la URSS un lío monumental, porque eso se desarrolla como un partido clandestino de masas contra Moscú y la burocracia. Los burócratas se putean entre ellos en forma salvaje [recriminándose] por qué diablos los mandaron allá. Fíjense cómo se complican cada vez más las cosas. Es complicadísimo.

Bien, aclarados estos hechos —y puede haber muchos otros—, bajemos a tierra. Acá no se trata de planteos abstractos. El compañero planteó muy bien: hay una guerra; las guerrillas afganas, en su amplia mayoría, están pagadas y ya totalmente controladas por la CIA. La CIA acaba de votar públicamente 300 millones de dólares para darle a la guerrilla afgana. Es una suma muy fuerte, casi tan importante como lo que empezó gastando en Vietnam. Fíjense ustedes que para dar 20 o 30 millones a El Salvador o Nicaragua hay unos despelotes bárbaros, y en cambio para esto no hubo ningún problema: fue votado. Y a mí me parece que el año que viene van a invertir 500 millones. Han captado la oportunidad.

Esto se parece a la famosa discusión con el Socialist Workers Party sobre la UNITA, sobre las famosas tribus, auténticas y que tenían derecho a expresarse en su lengua, pero que en determinado momento pasaron a ser manipuladas por los servicios secretos sudafricanos y yanquis: es un fenómeno cualitativo. Por eso está bien el planteo del compañero [respecto de las guerrillas afganas]. ¿Es cualitativo o no? Es decir, ¿en qué punto están? Todo movimiento nacionalista tribal, progresivo en un momento determinado, en un punto de su camino se transforma siempre en reaccionario. Esa fue nuestra gran discusión teórica con el Socialist Workers Party. Nunca un movimiento nacionalista, masivo, interclasista, puede ser progresivo sistemáticamente, sino coyunturalmente, porque no tiene la teoría ni el programa de la revolución socialista mundial. Entonces está condenado a ser reaccionario. Una de las grandes tareas teórico políticas de un partido revolucionario trotskista que utiliza el método científico marxista, es saber definir en qué punto cualitativo lo que es progresivo, relativamente progresivo, se transforma inevitablemente en reaccionario.

Por ejemplo: UNITA combatió en gran forma al colonialismo portugués, más que el MPLA [Movimiento por la Liberación de Angola]; el MPLA se llevaba bien con el gobierno portugués, con esos militares raros, medio castristas, como Saraiva de Carvalho & compañía limitada. Pero cuando Portugal se retira de Angola, UNITA pasa a servir al imperialismo yanqui y a Sudáfrica. Y nosotros dijimos: “Esto es un punto cualitativo”.

Entonces volvamos a bajar a tierra. En Afganistán no hay [hoy el mismo] fenómeno [que cuando] la URSS lo invadió. Ese fue el primer fenómeno. Hoy en día hay un fenómeno más importante, más profundo: hay una guerra. Decir que “estamos por la autodeterminación”, etcétera, etcétera, es por un principio, pero no responde al problema fundamental: ¿qué política tenemos frente a esa guerra? ¿Estamos por que gane la guerrilla o estamos por que gane el Ejército Rojo? ¿0 decimos —como decía Trotsky, “Gracias, no fumo”— : “Esta guerra no me interesa, Afganistán tiene una lengua muy difícil y no tenemos posición”? ¿O: “Es muy lejos, no afecta nuestra frontera”, que es otra [posición], nacionalista, de la que estamos en contra?

Hay una guerra: hay que pronunciarse sobre la guerra. Y para pronunciarse sobre la guerra hay que dar el carácter de clase y político de los contendientes. Acá viene el problema de la guerrilla. Se dio el salto cualitativo: a pesar de este carácter social de la guerrilla, que hoy es menos terrateniente que antes, más popular, más de trabajadores que antes, también más joven… a pesar de esa composición social, ¿la tenemos que definir esencialmente como manipulada por la CIA o no?, Si la respuesta es “sí” no estamos porque ellos triunfen. Hoy en día hay una guerra: si nosotros decimos “que tales se vayan”’, hablemos claro. Si dos boxeadores están peleando ya mí me dicen “¿estás por el boxeador de la derecha?”, y yo digo “no, yo estoy por la autodeterminación de los dos, y por lo tanto que se retire el de la izquierda”, no nos engañemos, estoy por que gane el de la derecha.

Si hoy en día en Afganistán decimos “Por el retiro inmediato del Ejército Rojo”, no demos vueltas compañeros: frente a esa guerra —si no hubiera guerra está bien—, frente a esa guerra estamos por que gane la guerrilla. Es así. Y no hay que asustarse: a lo mejor estamos equivocados los que sostenemos que es un gravísimo error que triunfe la guerrilla.

Es decir, creemos que la guerrilla afgana está igual que la UNITA, igual que los contras guatemaltecos, sólo que, por una vía distinta, trágica, una vía de la que es culpable directa la burocracia. Esa guerrilla pegó el salto cualitativo: de ser progresiva, nacionalista, de resistencia al Ejército Rojo, ha pasado a ser una guerrilla manipulada por la CIA. Ese es el punto que hay que discutir: la caracterización política de esa guerrilla. Y si hoy en día gana esa guerrilla, gana Estados Unidos. Por eso estamos en contra de plantear “Retiro ya, inmediato, del Ejército Rojo”, y sí [estamos a favor de] plantear el problema del derecho a la autodeterminación, denunciar su crimen, etcétera, etcétera. Porque el retiro inmediato del Ejército Rojo significa el triunfo de una guerrilla manipulada por el imperialismo. Y el Ejército Rojo, ¿qué es? Es el ejército burocrático, pero de un Estado obrero. Si en Afganistán viene un gobierno tipo Pinochet o tipo Marcos en Filipinas, se debilitaría la revolución en el mundo. Y si gana [la guerrilla], si se retira el Ejército Rojo, eso es lo que va a pasar en Afganistán. Es la impresión que yo tengo. Nada más, compañeros.” Nahuel Moreno, Informes e Intervenciones, 1985


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