América Latina: La revolución crece desde el pie


Muchas veces cuando hacemos un análisis lo más cercano posible de la realidad olvidamos algunas de las características que la componen. Podemos olvidar cuales son los protagonistas y cuál es la dinámica histórica y la reciente de los acontecimientos. También podemos olvidar las condiciones materiales de la realidad económica y social o cual es la relación de fuerzas entre las clases sociales y los sectores oprimidos y sus dirigentes o una de las cosas más importantes, cuales son las fuerzas internacionales en pugna y su situación actual. Sobre todo, olvidamos también el desarrollo desigual de todos estos y otros elementos.


Lo que está sucediendo en América desde México a la Argentina, en países gobernados por diferentes tipos de modelos capitalistas y especialmente en Chile, Bolivia o Ecuador tienen factores comunes y diferencias específicas. Uno de esos factores comunes, más allá del tipo de gobierno, que viene recorriendo el continente, y el mundo también, es la lucha por más libertades y democracia. No me refiero solamente a las libertades individuales que por lo general vienen incluidas sino fundamentalmente a las libertades conquistadas por las clases sociales explotadas y los sectores históricamente oprimidos como la mujer, los pueblos originarios, las minorías sexuales o los inmigrantes.

Es el resultado de enormes luchas en las cuales los regímenes políticos más sanguinarios y autoritarios fueron siendo derrotados y los regímenes sucesivos fueron puestos a pruebas y muchos de ellos cayeron bajo la presión de la movilización revolucionaria. Esto configuró con el correr de las décadas una relación de fuerzas cada vez más grande a favor de las clases trabajadoras y los sectores oprimidos. Eso es lo que reflejan los regímenes políticos en cada país. La relación entre la lucha por libertades democráticas y la lucha de clases por la defensa de conquistas o mejoras en las condiciones materiales impuestas por el capitalismo es recíproca. No se puede separar una de la otra.

Por supuesto, esto no es uniforme en todo el mundo, hay desigualdades y distintas combinaciones, pero el resultado o la dinámica vista en los últimos 50 años es que cada vez hay más conquistas democráticas. Esto no se refleja solo en las caídas de dictaduras o en más de 3 décadas de regímenes democráticos burgueses cada vez más debilitados, se ve en la conciencia y en la derrota de los intentos por cercenar libertades o intentar arrancar conquistas obtenidas con duros combates. Es importante comprender que todas estas décadas tienen ese signo, el de una revolución política contra todo tipo de regímenes, no solo en el sentido y definición que se conoce como revolución política contra un estado burocratizado sino también contra los regímenes burgueses.

Dicho esto, no significa que la burguesía cada vez más arrinconada a nivel nacional e internacional utilice todos los métodos posibles para revertir esa relación de fuerzas apelando a otros tipos de golpes de estado, vía los congresos nacionales o el poder judicial o aproveche las debilidades de algunos gobiernos y “sugieran” su renuncia. Como marxistas analizamos no solo los distintos elementos desde su punto de vista superestructural o subjetivo si no que ponemos énfasis especialmente los elementos estructurales y objetivos y vemos el desarrollo desigual entre ellos.

En la etapa gloriosa del ascenso imperialista yanqui en todo el mundo, su régimen internacional estaba plagado de feroces dictaduras. Hoy una de las cosas que ha cambiado es justamente esa, la etapa, que no es ni gloriosa ni de ascenso.  Estamos frente a un imperialismo en retroceso en todo el mundo, que muestra su errática y patética política en Asia, Medio Oriente, África y Europa y busca refugiarse en su “patrio trasero”, América Latina como último bastión de defensa de sus intereses. Para eso busca gobiernos absolutamente serviles e intenta reemplazar a los que no se entregan 100% al centralismo de su régimen internacional por cualquier medio, sea los nombrados anteriormente y/o también los de comunicación masiva a su servicio.

Esto significa que permanentemente intente aplicar planes de ajuste o de austeridad ya que no puede darse el lujo de financiar conquistas precedentes de las clases trabajadoras y populares y, al mismo tiempo intente cambiar la relación de fuerzas a su favor intentando derrotar en las calles al movimiento de masas. Eso lo intentó hacer el gobierno de Macri (Argentina) luego de su triunfo electoral de medio término (2017), pero justamente un triunfo superestructural no significa que lo sea en la lucha de clases. Estos gobiernos capitalistas que intentan aplicar modelos neoliberales son los que hoy están en jaque, lo demostró Ecuador y lo sigue haciendo Chile[1] y Colombia. En Uruguay Lacalle Pou tiene que tener pies de plomo para no salir despedido ante la menor medida de ese tipo que quiera aplicar. Perú, sin parlamento y Brasil con un presidente impresentable pueden seguir por el mismo camino. Incluso en el país donde más problemas materiales y económicos tiene la población, Haití, el movimiento de masas no deja de movilizarse hace meses.

Pero a la furia de la movilización popular también se tienen que enfrentar gobiernos que no forman parte del régimen internacional de los yanquis, como el gobierno de Nicaragua que quiso aplicar medidas acordadas con el FMI o los gobiernos de Iraq, Irán o Líbano, quienes quieren imponer planes de ajuste a sus pueblos. También el gobierno chino en Hong Kong donde ahí se combina el hecho que dicho ex enclave británico no fue parte por mucho tiempo del régimen burocrático de Pekín.

Debemos detenernos en estudiar la situación del régimen internacional de los EEUU y sus consecuencias para la región.

Al imperialismo norteamericano no se lo puede definir por el régimen interno (el existente en EEUU), sino por el régimen de conjunto, mundial, de dominio, del cual el régimen interno americano es solo su parte privilegiada. Parte del régimen imperialista yanqui son los regímenes de Pinochet, Somoza o del Sha de Irán  Dariush Karim, La Dictadura Revolucionaria del Proletariado.
Varias veces he apelado a esta cita para explicar el significado del dominio imperialista norteamericano en todo el mundo. El mismo fue, y no podría haber ser de otra manera, de un centralismo de hierro. En su momento fundamentalmente a través de sus marionetas militares junto a los mejores cuadros de la burguesía y la oligarquía apegada a ese esquema que al mismo tiempo los enriquecía. Ahora eso está extremadamente debilitado y las razones son fundamentalmente políticas como resultado de la lucha de las clases trabajadoras y oprimidas por un lado y del retroceso de los EEUU por la crisis económica mundial, su contrarrevolución económica permanente y las luchas que provocaron y por el debilitamiento enorme de su contracara contrarrevolucionaria a nivel mundial, el estalinismo. Y todo esto provoca la enorme crisis que existe en “su parte privilegiada”, es decir en su propio país, en donde la palabra “socialismo” ya no es tabú.


En el artículo La situación Argentina y los regímenes imperialistas se describe: “Este régimen imperialista en su momento de mayor predominio sobre el movimiento de masas mundial, tenía a su frente a Videla, Pinochet, Stroessrner, Somoza, otras dictaduras de Centro América, dictaduras en España, Portugal, Grecia, Haití, decenas de colonias en África y el resto del mundo. Esos eran sus gobiernos y sus regímenes nacionales para controlar cada país bajo sus garras.

El movimiento de masas en lucha le arrancó posteriormente regímenes democrático burgueses caracterizados por un bipartidismo bajo el control norteamericano. En Argentina se asentó en el PJ y la UCR y de manera similar en otros países. Esto alcanzó su pico máximo de dominio en la década del 90 luego de la caída del muro de Berlín con el auge de los planes neoliberales. Este régimen imperialista, sea con dictadura o democracia burguesa, implica un alto grado de centralización política directa a través de la clase burguesa nacional y sus partidos e indirectamente a través de ONG, Universidades, medios de comunicación, etc.

Pero más movilizaciones revolucionarias tiraron abajo su bipartidismo abriendo paso a nuevos partidos que nunca estuvieron en el poder antes o a nuevos fenómenos como el chavismo. Esto causo un descalabro monumental en la estantería imperialista yanqui y europea pues si bien subieron al poder sectores pro-capitalistas, que no ponían en cuestión el control del estado por la burguesía nacional e imperialista, en muchos casos éstos ya no le respondían directamente sino que, a pesar de ellos y justamente por haber sido catapultados al gobierno por movilizaciones revolucionarias, si bien cedieron a muchas presiones del imperialismo, no eran SUS gobiernos, es decir, aquellos que solo son delegados obedientes de las instituciones imperialistas y tuvieron que dar algunas concesiones al movimiento de masas producto también de un viento a favor de la economía.

Por dar un ejemplo, el gobierno Kirchnerista pagador serial de la deuda externa de Videla, se desembarazó del FMI y mantuvo un litigio hasta el fin de su gobierno con los fondos buitres. ¿Qué paso? Las revoluciones que tiraron a los regímenes imperialistas bipartidistas llevó al poder a sectores que empezaron a tomar distancia del imperialismo. Esa ola, se extendió a casi toda Latinoamérica y por la crisis de dirección revolucionaria no fueron gobiernos de ruptura total con imperialismo y de construcción socialista sino capitalistas posibilistas.”

Esta situación puede plantear varias y legitimas preguntas. Mientras no se supere la crisis de dirección revolucionaria, la debilidad del imperialismo va a acelerar la experiencia del movimiento de masas con sus gobiernos propios y planteará la posibilidad mayor de la vuelta de gobiernos que no le responden directa y centralizadamente. Es que la experiencia del movimiento de masas con los gobiernos neoliberales que responden al imperialismo yanqui se convierten en una pesadilla comparado con los gobiernos que toman distancia y lo enfrentan dentro de los marcos del sistema capitalista. ¿A la estrategia revolucionaria de construir el partido (mundial y nacional) e impulsar la movilización no le conviene terminar de enterrar al imperialismo yanqui en la región? Es una pregunta que puede causar otro problema el de caer en una política estrictamente antiimperialista como trampa para no tener una política anticapitalista. En eso están los aliados de los gobiernos como el kirchenerista que en su afán antiimperialista “yanqui” considera aliados a gobiernos como el de Irán, Siria o Venezuela.

De todos modos, con una correcta política revolucionaria anticapitalista y antiimperialista (dejar esta bandera en manos del centrismo sería nefasto también) se puede crecer e impulsar la movilización. Al mismo tiempo exigir desde la izquierda las medidas anticapitalistas transicionales a los gobiernos “progresistas” es de primer orden y la movilización independiente de las estructuras y superestructuras obreras respecto de la oposición al servicio del imperialismo también.

Es probable que en ciertas situaciones ante un ataque importante de la oposición imperialista tengamos que actuar en unidad de acción con estos gobiernos si nuestro objetivo es terminar de enterrar al imperialismo yanqui en un país. Y antes de responder a esa pregunta puede surgir la siguiente: ¿De esta manera no estamos favoreciendo el ingreso de otra potencia en la región? Es probable que China termine haciéndolo y no puede ser de otra manera ya que el último reducto de los yanquis es su “patio trasero” y no existen países independientes dentro del sistema mundial capitalista. La burguesía es incapaz de realizar la independencia, solo un gobierno de la clase trabajadora y los sectores oprimidos pueden lograrlo a través del socialismo o un sistema anticapitalista que tienda al socialismo como un gobierno “obrero y campesino”. La otra opción sería convertirse en un país imperialista o neo imperialista y disputarle el domino, como lo hace China.

¿Cómo sería el régimen mundial de dominación del neo imperialismo chino?

Aquí también es importante estudiar y precisar qué sería un “régimen imperialista chino”. ¿Cuál sería su régimen mundial de dominación? Yo creo que no sería igual al norteamericano o europeo. En la Tesis sobre la situación mundial (2018) se explica que “Tanto la Federación Rusa como China, por caminos distintos, han restaurado un capitalismo basado en el ejercicio del poder del estado obrero deformado o burocratizado. Los Estados de los países imperialistas más poderosos son, por su formación y tradición, completamente distintos a lo que hoy es la Federación Rusa y China. Estos países no surgieron en base al impulso económico de empresas capitalistas que fueron conformando el estado a su medida y llevando su influencia imperialista al resto del mundo. Digamos que el sastre de la historia en este caso fue otro. La formación de China y Rusia capitalistas (para simplificar) son producto de las burocracias de los viejos estados obreros y esas burocracias tienen un juego diferente, como si tuvieran otro sistema métrico. Por este motivo lo denomino “Estados Burocráticos Burgueses”. Esto los obliga a llegar a acuerdos - que cuando eran estados no capitalistas no sucedía - tanto en el terreno diplomático, económico y militar. En este marco China es el socio mayor indudablemente. En esta economía mundial capitalista en crisis, no es solo Rusia la que se apoya en China, la siguen todas las viejas y nostálgicas amistades que tuvieran antes de la hecatombe del “Socialismo Real”. Allí la vemos a Cuba por ejemplo y lo vimos en la defensa que hicieron de la Libia de Gadafi o la que hacen de la Siria de Basher Al-Assad. También tienen nuevos amigos en la Venezuela de Maduro o en Irán o India. Y también se suman a esta fraternidad gobiernos de tipo pequeñoburgueses o frente populista como el Argentino de los Kirchner o subimperialistas como el de Dilma Russef en Brasil. China se está convirtiendo en el principal socio comercial de casi todo el mundo. Lo es de África y lo será de América Latina.” Tesis III, Una crisis con nuevos actores: los Estados Burocráticos Burgueses

Una hipótesis a tener en cuenta es que tal vez ese régimen se parezca más al que rige en el sindicalismo burocrático en un país. En la cual cada país es un sindicato y responda a una central burocratizada. En este caso con negocios mundiales dentro del sistema capitalista. Es difícil precisarlo, pero seguramente llevará a un gran enfrentamiento inter-burgués en cada país. Como siempre las libertades colectivas e individuales dependerán de las luchas de cada país y de cada régimen en particular que marcarán la etapa como consecuencia. Y hoy esa relación de fuerzas es muy a favor de los trabajadores y los sectores populares y oprimidos en medio de una situación mundial revolucionaria. No los puede derrotar el régimen imperialista yanqui pero tampoco su competidor a través de sus gobiernos afines. Igual, la pregunta sigue siendo la misma ¿habrá o no, mejores condiciones para construir el partido (mundial y nacional) e impulsar la movilización?

Esta discusión me parece muy importante ya que determina una política y orientación muy precisa. Es decir, con una orientación global mundial y tácticas particulares en cada país en donde se adecuen las consignas transicionales.

El dialogo con el movimiento de masas en esta etapa de crisis de hegemonía mundial imperialista.

Algunas veces la izquierda revolucionaria queda atrapada por sus propias debilidades en la lucha real, no ficticia, entre sectores políticos y de clase que se enfrentan no como parte de un mismo régimen como ocurría con el bipartidismo democrático burgués imperialista yanqui en donde había dos partidos que defendían los mismos intereses internacionales sino como ahora en donde hay un bloque decidido a defender con uñas y dientes al régimen yanqui y otro que ante la crisis de aquel quiere jugar un rol distanciado.

No es la primera vez que ocurre. En Argentina hasta la primera guerra mundial el imperialismo ingles tuvo que competir con los imperialistas alemanes, belgas y franceses. “Esto permitió al conjunto de la burguesía argentina maniobrar, especular y sacar beneficios de la pugna interimperialista. Es famosa la forma en que se enriquecieron en este siglo los pequeños burgueses argentinos al aprovecharse de las disputas entre la General Electric y la Sofina por las usinas. Por eso, los ferrocarriles y los prestamos fundamentales los hacía el imperialismo británico, pero los servicios públicos y las inversiones industriales de mayor envergadura quedaron en manos alemanas y luego norteamericanas” Nahuel Moreno, Método de interpretación de la historia argentina.

Algo parecido sucedió en la segunda guerra mundial cuando el imperialismo ingles retrocedía en la región sudamericana y sobre todo en Argentina frente al imperialismo yanqui. Argentina y Chile fueron los últimos países en romper con el Eje Alemania-Japón casi en las postrimerías de la guerra porque su condición de neutralidad favorecía a los intereses ingleses y no a los yanquis que presionaban para que le declaren la guerra al Eje como terminó sucediendo. De allí surge el peronismo. Ni más ni menos.

Una vez consolidado el régimen peronista, los yanquis en su mejor momento de expansión imperialista fueron incorporando a su régimen mundial de dominación a todos los países de Sudamérica. El último de ellos fue la Argentina, que recién 10 años después de terminada la guerra sucumbe en el golpe de 1955. Era algo obvio que pudiera ocurrir, pero el resultado de la lucha lo da la lucha. Si la lucha no se da la derrota es segura y eso fue lo que sucedió. Perón no enfrentó a la “contra” en ese momento porque su lógica era de clase ¿Con que sector burgués podía resistir y salir triunfante? Solo la clase trabajadora y sus organizaciones podían ser sus aliados en la victoria y eso no podía conducir a un régimen capitalista. Cuba demostró solo 5 años después y a solo pocos kilómetros del imperio que se podía realizar una revolución e independizarse de los yanquis, aunque fuese al costo de quedar bajo la influencia del Kremlin.

¿Cómo se dirigió el puñado de revolucionarios trotskistas que existían en ese momento dirigidos por Nahuel Moreno al conjunto de la clase trabajadora peronista? Veamos cómo se dialoga.

El hecho de que aceptemos la voluntad de la mayoría de los trabajadores no significa que seamos peronistas, ni tampoco el ala izquierda del peronismo, ni siquiera aliados del peronismo. Nuestro partido es un partido obrero; el peronismo, en cambio, es un partido burgués, es decir, que está por la defensa del actual orden de cosas: que los patrones sean dueños de las fábricas, que los terratenientes sean dueños de las tierras, y que éstos sigan viviendo del trabajo de obreros y campesinos. Nosotros luchamos por otro orden de cosas. Queremos que los obreros sean dueños de las fábricas y los campesinos de las tierras, pues son los trabajadores los únicos productores de riqueza. Luchamos por que el gobierno actual sea sustituido por los trabajadores exclusivamente, que sean obreros y campesinos, ellos solos, los que rijan los destinos del país. Lo que hace que en algunos hechos estemos junto al gobierno peronista y frente a la oposición se debe a que, si bien estamos a favor de la sustitución del actual gobierno por un gobierno de la CGT y de todas las organizaciones obreras y campesinas, estamos en contra de que el actual gobierno sea reemplazado por un gobierno de los curas, los patrones y el imperialismo yanqui. En ese sentido respetamos la voluntad de los trabajadores sindicalmente organizados en la CGT, pero seguiremos luchando por nuestros postulados y por atraer a los obreros peronistas a nuestro programa, pero combatiendo cada vez más contra la reacción y sus planes de implantar un gobierno de fuerza clerical-patronal-imperialista que aplaste las organizaciones y conquistas de la clase obrera. ¡Todos unidos contra los planes de la reacción; ¡Todos unidos en defensa de nuestras conquistas y organizaciones!” La Verdad, 5 de septiembre 1955, extraído de Método de interpretación de la historia argentina.

En este momento no hay un peligro real de golpe en Argentina y no se avizora eso en el corto plazo, pero si lo hubo en Bolivia recientemente, aunque la relación de fuerzas no le permite al imperialismo ejecutar un fulminante y duradero gobierno militar como en otros tiempos. Si todavía hay un gobierno títere como el de Añez es por la claudicación de Evo y del MAS que de hecho lo reconocen pactando con él. Esto es así porque ellos no tienen confianza en el movimiento obrero y de masas y se erigen como los “padres” que lo tutelan y limitan sus acciones. Porque la democracia real solo es posible si el pueblo en su conjunto (trabajadores, campesinos, las mujeres y pueblos originarios) tuviera sus propios organismos democráticos para decidir y solo un partido revolucionario impulsaría eso. Es decir, tener más libertades democráticas por un lado y un sólido partido revolucionario que represente la conciencia de clase por el otro.

Pero en Argentina si existen situaciones en donde el pueblo por la experiencia del gobierno neoliberal y obediente 100% del imperialismo de Macri hizo que volviera al gobierno el kirchnerismo aliado de casi todo el PJ. Es que en el mundo no todo es igual a todo y mucho menos en el marxismo. Las mentiras y el brutal ajuste del macrismo dejando un 40% de pobres, miles de empresas cerradas y centenares de trabajadores en la calle reverdeció la fe en el anterior gobierno “progresista” y probablemente esto se repita en otros países de América Latina con la experiencia hecha de gobiernos de derecha como el de Macri y ante la falta y crisis de dirección revolucionaria. La izquierda entonces vuelve a estar ante el desafío de superarse así misma o seguir en una crisis permanente.
¿Cómo dialogar en este contexto? No muy distinto al puñado de revolucionarios que en 1955 le hablaba al pueblo trabajador peronista. A diferencia de entonces, la izquierda hoy tiene varios legisladores nacionales y provinciales. Ante una discusión sobre propuestas que tienen o son presentadas como positivas por un gobierno (más si el movimiento de masa lo considera “progresista”) Nahuel Moreno planteaba lo siguiente:

Supongamos que Alberto es diputado y tiene que votar a favor o en contra del aumento salarial por decreto de Carlos Andrés Pérez. Ahí nosotros no tenemos que votar en contra, pero tampoco a favor.
Después veamos si la táctica es plantear escala móvil. Carlos Andrés Pérez plantea el aumento: ¿qué tiene que decir Alberto como diputado? “Me parece extraordinariamente positivo el aumento, pero esto esconde una maniobra: evitar la movilización y permitir la desocupación. Porque Carlos Andrés Pérez es un agente de la burguesía. Si nos da algo tenemos que desconfiar”. Si fuera Argentina emplearía la famosa expresión gaucha: “cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía”.

No baso, entonces, mi política en el problema de las ilusiones, en si todo el mundo cree en Carlos Andrés Pérez. Tenemos que decir: “Carlos Andrés Pérez es el que masacró a los guerrilleros, un reaccionario, de toda la vida; si él da esto es porque sirve a la burguesía”. ¿Pero cómo hacernos para que los obreros que creen en Pérez no crean que somos reaccionarios, que estamos en contra de ese aumento? “Para mostrar que Pérez es un reaccionario completo, proponernos que, en todas las ciudades, en todos los lugares, se controle el aumento, discutido en asambleas obreras, y que cada quince días den automáticamente por ley los aumentos que los obreros voten porque aumentaron los precios. Y además de eso, el control de la producción en las fábricas, que los gerentes sean elegidos por los trabajadores, y que si se echa a un solo trabajador se expropia la fábrica enseguida. ¿Qué dice la bancada de Acción Democrática? ¿Está a favor o no de mi agregado al aumento? Es sólo un agregadito a la ley”. Entonces van a saltar gritando: ¡No! ¡Demagogo!" Nahuel Moreno, Escuela de cuadros Venezuela 1982.

Es decir, no es solo oponerse (con o sin argumentos) sino también hacer una propuesta para dejar en claro dos cosas que los formales no entienden: 1) que no estamos en contra, pero tampoco a favor y 2) que los obreros y los sectores empobrecidos que creen en el gobierno que propone dicha ley no nos crean reaccionarios por oponernos a un aumento por más limitado o ridículo que éste fuese.

Por ejemplo, el gobierno de Alberto Fernández llevó al congreso un enorme proyecto de ley de “solidaridad y reactivación productiva”. Era una enorme oportunidad para dialogar con el movimiento de masas y sobre todo con el que deposita confianza en el nuevo gobierno. Volviendo el ejemplo de 1955 se podría dejar todo el inicio cambiando algunas palabras y agregando el hecho clave del pago de la deuda externa al imperialismo, se podría haber planteado que “A pesar de que nosotros estamos por la auditoria y el no pago de la deuda externa como eje de una recuperación económica global de nuestro país, nos parece muy bien el bono de $5000 para diciembre y enero que se otorga al 70% de los jubilados pero creemos que eso es insuficiente y se podría incluir hasta el 95% si se otorga ese bono hasta el límite de $40000 y por otro lado, garantizar un aumento en marzo que recupero lo perdido y lo que se perderá en estos 3 meses hasta el aumento. ¿Están de acuerdo con ese agregado? Si fuese así votamos a favor de ese artículo” o, por ejemplo, “Si bien creemos que los recursos metalíferos y de hidrocarburos deben ser nacionalizados y deben ser prohibidas las actividades contaminantes, nos parece bien incrementar las retenciones a mineras y petroleras[2]. Creemos que debe ser superior al 12% pero rebajárselo al 8% nos parece equivocado. Proponemos que se les retenga un XX% (superior al 12 o igual). ¿Están de acuerdo con eso?” Lo mismo con el campo y el resto de otras proposiciones puestas en discusión. De esta manera se delimita claramente de la derecha opositora y del gobierno. Oponerse sin propuestas iguala a la izquierda a cualquier otra oposición y los “formadores de opinión” oficialista y opositores son especialistas en hacer eso y crear confusión o de acusar de ser “funcionales” a tal o cual sector. Hoy con un Tweet se puede dejar en claro o en oscuro una posición política.

Una etapa inaudita con una situación revolucionaria mundial

A pesar de un “renacimiento” de movimientos fascistas[3] con peso superestructural en muchos países que plantea un peligro para las clases explotadas y los sectores oprimidos todavía la relación de fuerzas en el mundo sigue a favor de estos últimos. Lo superestructural es más desigual y combinado con la crisis de dirección revolucionaria que los estructural, en donde el sistema capitalista mundial de conjunto no logra imponer una derrota clara e histórica a sus sepultureros.

Esto se refleja en la enorme rebelión y movilización revolucionaria de masas que recorre el mundo por continentes enteros. Esto no se puede explicar de otra manera que como lo decía Lenin: “los de arriba no pueden y los de abajo no quieren”, es decir lo que se llama según él, una situación revolucionaria, mundial y objetiva. No se puede estar preparado para estos enormes cambios si no nos atenemos a esta definición, porque si le exigimos a esto la existencia de un partido revolucionario de enorme influencia en la vanguardia o con influencia de masas nunca podríamos prever estos cambios que no dependen de la existencia de los revolucionarios.

Estamos ante una gran oportunidad a nivel mundial y en cada país, sólo depende de nosotros ser capaces de construir esos partidos si somos capaces de ganar a lo mejor de la vanguardia y a un sector de masas para la política revolucionaria sabiendo que en el mundo hay ya organizadas muchas corrientes que no necesariamente son trotskistas y con las cuales será muy importante establecer puentes y dialogar también para establecer coincidencias y diferencias y ver si se puede emprender un camino en común. Lejos del sectarismo estéril o de la propaganda general para corrientes estudiantiles y/o el oportunismo de los caminos o crecimientos fáciles, debemos superarnos y abrirnos al camino de los frentes únicos revolucionarios no solo para “defendernos de” sino también para “avanzar a” las tareas anticapitalistas y antipatriarcales como paso previo común en el camino al socialismo mundial y la revolución en cada región o país.


[1] ¿Qué gobierno surgirá de Chile en donde todavía no hubo gobiernos distanciados del imperialismo yanqui y con una constitución vigente del pinochetismo? Es una situación explosiva ya que la crisis de dirección también abarca a todos los partidos del régimen. Chile, ejemplo no solo de neoliberalismo si no de obediencia total al imperialismo.
[2] El extractivismo salvaje es común a todas las potencias, en esto no hay “brecha” entre yanquis o chinos, rusos o canadienses o entre sus agentes en determinado país que intentarán que pase la actividad como paso previo al ingreso de tal o cual potencia y siendo sus socios en eso. Llevar estas luchas al movimiento obrero es clave.
[3] Eso en realidad es un sinceramiento del régimen que realmente quisiera la burguesía imponer de conjunto sin ser “correctamente político”.

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