América Latina: La revolución crece desde el pie
Muchas veces cuando hacemos un análisis lo más
cercano posible de la realidad olvidamos algunas de las características que la
componen. Podemos olvidar cuales son los protagonistas y cuál es la dinámica
histórica y la reciente de los acontecimientos. También podemos olvidar las
condiciones materiales de la realidad económica y social o cual es la relación
de fuerzas entre las clases sociales y los sectores oprimidos y sus dirigentes
o una de las cosas más importantes, cuales son las fuerzas internacionales en
pugna y su situación actual. Sobre todo, olvidamos también el desarrollo
desigual de todos estos y otros elementos.
Lo que está sucediendo en América desde México
a la Argentina, en países gobernados por diferentes tipos de modelos
capitalistas y especialmente en Chile, Bolivia o Ecuador tienen factores
comunes y diferencias específicas. Uno de esos factores comunes, más allá del
tipo de gobierno, que viene recorriendo el continente, y el mundo también, es
la lucha por más libertades y democracia. No me refiero solamente a las
libertades individuales que por lo general vienen incluidas sino
fundamentalmente a las libertades conquistadas por las clases sociales explotadas
y los sectores históricamente oprimidos como la mujer, los pueblos originarios,
las minorías sexuales o los inmigrantes.
Es el resultado de enormes luchas en las cuales
los regímenes políticos más sanguinarios y autoritarios fueron siendo
derrotados y los regímenes sucesivos fueron puestos a pruebas y muchos de ellos
cayeron bajo la presión de la movilización revolucionaria. Esto configuró con
el correr de las décadas una relación de fuerzas cada vez más grande a favor de
las clases trabajadoras y los sectores oprimidos. Eso es lo que reflejan los
regímenes políticos en cada país. La
relación entre la lucha por libertades democráticas y la lucha de clases por la
defensa de conquistas o mejoras en las condiciones materiales impuestas por el
capitalismo es recíproca. No se puede separar una de la otra.
Por supuesto, esto no es uniforme en todo el
mundo, hay desigualdades y distintas combinaciones, pero el resultado o la
dinámica vista en los últimos 50 años es que cada vez hay más conquistas
democráticas. Esto no se refleja solo en las caídas de dictaduras o en más de 3
décadas de regímenes democráticos burgueses cada vez más debilitados, se ve en
la conciencia y en la derrota de los intentos por cercenar libertades o
intentar arrancar conquistas obtenidas con duros combates. Es importante
comprender que todas estas décadas tienen ese signo, el de una revolución
política contra todo tipo de regímenes, no solo en el sentido y definición que
se conoce como revolución política contra un estado burocratizado sino también
contra los regímenes burgueses.
Dicho esto, no significa que la burguesía cada
vez más arrinconada a nivel nacional e internacional utilice todos los métodos
posibles para revertir esa relación de fuerzas apelando a otros tipos de golpes
de estado, vía los congresos nacionales o el poder judicial o aproveche las
debilidades de algunos gobiernos y “sugieran” su renuncia. Como marxistas
analizamos no solo los distintos elementos desde su punto de vista
superestructural o subjetivo si no que ponemos énfasis especialmente los
elementos estructurales y objetivos y vemos el desarrollo desigual entre ellos.
En la etapa gloriosa del ascenso imperialista
yanqui en todo el mundo, su régimen
internacional estaba plagado de feroces dictaduras. Hoy una de las cosas
que ha cambiado es justamente esa, la etapa, que no es ni gloriosa ni de
ascenso. Estamos frente a un
imperialismo en retroceso en todo el mundo, que muestra su errática y patética
política en Asia, Medio Oriente, África y Europa y busca refugiarse en su
“patrio trasero”, América Latina como último bastión de defensa de sus
intereses. Para eso busca gobiernos absolutamente serviles e intenta reemplazar
a los que no se entregan 100% al centralismo de su régimen internacional por
cualquier medio, sea los nombrados anteriormente y/o también los de
comunicación masiva a su servicio.
Esto significa que permanentemente intente
aplicar planes de ajuste o de austeridad ya que no puede darse el lujo de
financiar conquistas precedentes de las clases trabajadoras y populares y, al
mismo tiempo intente cambiar la relación de fuerzas a su favor intentando
derrotar en las calles al movimiento de masas. Eso lo intentó hacer el gobierno
de Macri (Argentina) luego de su triunfo electoral de medio término (2017),
pero justamente un triunfo superestructural no significa que lo sea en la lucha
de clases. Estos gobiernos capitalistas que intentan aplicar modelos
neoliberales son los que hoy están en jaque, lo demostró Ecuador y lo sigue
haciendo Chile[1] y
Colombia. En Uruguay Lacalle Pou tiene que tener pies de plomo para no salir
despedido ante la menor medida de ese tipo que quiera aplicar. Perú, sin
parlamento y Brasil con un presidente impresentable pueden seguir por el mismo
camino. Incluso en el país donde más problemas materiales y económicos tiene la
población, Haití, el movimiento de masas no deja de movilizarse hace meses.
Pero a la furia de la movilización popular
también se tienen que enfrentar gobiernos que
no forman parte del régimen internacional de los yanquis, como el gobierno
de Nicaragua que quiso aplicar medidas acordadas con el FMI o los gobiernos de
Iraq, Irán o Líbano, quienes quieren imponer planes de ajuste a sus pueblos.
También el gobierno chino en Hong Kong donde ahí se combina el hecho que dicho
ex enclave británico no fue parte por mucho tiempo del régimen burocrático de
Pekín.
Debemos detenernos en
estudiar la situación del régimen internacional de los EEUU y sus consecuencias
para la región.
“Al
imperialismo norteamericano no se lo puede definir por el régimen interno (el
existente en EEUU), sino por el régimen de conjunto, mundial, de dominio, del
cual el régimen interno americano es solo su parte privilegiada. Parte del
régimen imperialista yanqui son los regímenes de Pinochet, Somoza o del Sha de
Irán” Dariush Karim, La Dictadura
Revolucionaria del Proletariado.
Varias veces he apelado a esta cita para
explicar el significado del dominio imperialista norteamericano en todo el
mundo. El mismo fue, y no podría haber ser de otra manera, de un centralismo de
hierro. En su momento fundamentalmente a través de sus marionetas militares
junto a los mejores cuadros de la burguesía y la oligarquía apegada a ese
esquema que al mismo tiempo los enriquecía. Ahora eso está extremadamente
debilitado y las razones son fundamentalmente políticas como resultado de la
lucha de las clases trabajadoras y oprimidas por un lado y del retroceso de los
EEUU por la crisis económica mundial, su contrarrevolución económica permanente
y las luchas que provocaron y por el debilitamiento enorme de su contracara
contrarrevolucionaria a nivel mundial, el estalinismo. Y todo esto provoca la
enorme crisis que existe en “su parte privilegiada”,
es decir en su propio país, en donde la palabra “socialismo” ya no es tabú.
En el artículo La situación Argentina y los
regímenes imperialistas se describe: “Este régimen
imperialista en su momento de mayor predominio sobre el movimiento de masas
mundial, tenía a su frente a Videla, Pinochet, Stroessrner, Somoza, otras
dictaduras de Centro América, dictaduras en España, Portugal, Grecia, Haití,
decenas de colonias en África y el resto del mundo. Esos eran sus gobiernos y
sus regímenes nacionales para controlar cada país bajo sus garras.
El movimiento de masas
en lucha le arrancó posteriormente regímenes democrático burgueses
caracterizados por un bipartidismo bajo el control norteamericano. En Argentina
se asentó en el PJ y la UCR y de manera similar en otros países. Esto alcanzó
su pico máximo de dominio en la década del 90 luego de la caída del muro de
Berlín con el auge de los planes neoliberales. Este régimen imperialista, sea
con dictadura o democracia burguesa, implica un alto grado de centralización
política directa a través de la clase burguesa nacional y sus partidos e
indirectamente a través de ONG, Universidades, medios de comunicación, etc.
Pero más
movilizaciones revolucionarias tiraron abajo su bipartidismo abriendo paso a
nuevos partidos que nunca estuvieron en el poder antes o a nuevos fenómenos
como el chavismo. Esto causo un descalabro monumental en la estantería
imperialista yanqui y europea pues si bien subieron al poder sectores
pro-capitalistas, que no ponían en cuestión el control del estado por la
burguesía nacional e imperialista, en muchos casos éstos ya no le respondían
directamente sino que, a pesar de ellos y justamente por haber sido
catapultados al gobierno por movilizaciones revolucionarias, si bien cedieron a
muchas presiones del imperialismo, no eran SUS gobiernos, es decir, aquellos
que solo son delegados obedientes de las instituciones imperialistas y tuvieron
que dar algunas concesiones al movimiento de masas producto también de un
viento a favor de la economía.
Por dar un ejemplo, el
gobierno Kirchnerista pagador serial de la deuda externa de Videla, se
desembarazó del FMI y mantuvo un litigio hasta el fin de su gobierno con los
fondos buitres. ¿Qué paso? Las revoluciones que tiraron a los regímenes
imperialistas bipartidistas llevó al poder a sectores que empezaron a tomar
distancia del imperialismo. Esa ola, se extendió a casi toda Latinoamérica y
por la crisis de dirección revolucionaria no fueron gobiernos de ruptura total
con imperialismo y de construcción socialista sino capitalistas posibilistas.”
Esta situación puede plantear varias y
legitimas preguntas. Mientras no se supere la crisis de dirección
revolucionaria, la debilidad del imperialismo va a acelerar la experiencia del
movimiento de masas con sus gobiernos propios y planteará la
posibilidad mayor de la vuelta de gobiernos que no le responden directa y
centralizadamente. Es que la experiencia del movimiento de masas con los
gobiernos neoliberales que responden al imperialismo yanqui se convierten en
una pesadilla comparado con los gobiernos que toman distancia y lo enfrentan
dentro de los marcos del sistema capitalista. ¿A la estrategia revolucionaria
de construir el partido (mundial y nacional) e impulsar la movilización no le
conviene terminar de enterrar al imperialismo yanqui en la región? Es una
pregunta que puede causar otro problema el de caer en una política
estrictamente antiimperialista como trampa para no tener una política
anticapitalista. En eso están los aliados de los gobiernos como el
kirchenerista que en su afán antiimperialista “yanqui” considera aliados a
gobiernos como el de Irán, Siria o Venezuela.
De todos modos, con una correcta política
revolucionaria anticapitalista y antiimperialista (dejar esta bandera en manos
del centrismo sería nefasto también) se puede crecer e impulsar
la movilización. Al mismo tiempo exigir desde la izquierda las medidas
anticapitalistas transicionales a los gobiernos “progresistas” es de primer
orden y la movilización independiente de
las estructuras y superestructuras obreras respecto de la oposición al
servicio del imperialismo también.
Es probable que en ciertas situaciones ante un
ataque importante de la oposición imperialista tengamos que actuar en unidad de
acción con estos gobiernos si nuestro
objetivo es terminar de enterrar al imperialismo yanqui en un país. Y antes
de responder a esa pregunta puede surgir la siguiente: ¿De esta manera no
estamos favoreciendo el ingreso de otra potencia en la región? Es probable que
China termine haciéndolo y no puede ser de otra manera ya que el último reducto
de los yanquis es su “patio trasero” y no
existen países independientes dentro del sistema mundial capitalista. La burguesía es incapaz de realizar la
independencia, solo un gobierno de la clase trabajadora y los sectores
oprimidos pueden lograrlo a través del socialismo o un sistema anticapitalista
que tienda al socialismo como un gobierno “obrero y campesino”. La otra opción
sería convertirse en un país imperialista o neo imperialista y disputarle el
domino, como lo hace China.
¿Cómo sería el régimen
mundial de dominación del neo imperialismo chino?
Aquí también es importante estudiar y precisar
qué sería un “régimen imperialista chino”. ¿Cuál sería su régimen mundial de
dominación? Yo creo que no sería igual al norteamericano o europeo. En la Tesis sobre la situación mundial (2018) se explica que “Tanto la Federación Rusa como China, por caminos distintos, han
restaurado un capitalismo basado en el ejercicio del poder del estado obrero
deformado o burocratizado. Los Estados de los países imperialistas más
poderosos son, por su formación y tradición, completamente distintos a lo que
hoy es la Federación Rusa y China. Estos países no surgieron en base al impulso
económico de empresas capitalistas que fueron conformando el estado a su medida
y llevando su influencia imperialista al resto del mundo. Digamos que el sastre
de la historia en este caso fue otro. La formación de China y Rusia
capitalistas (para simplificar) son producto de las burocracias de los viejos
estados obreros y esas burocracias tienen un juego diferente, como si tuvieran
otro sistema métrico. Por este motivo lo denomino “Estados Burocráticos Burgueses”. Esto los obliga a llegar a
acuerdos - que cuando eran estados no capitalistas no sucedía - tanto en el
terreno diplomático, económico y militar. En este marco China es el socio mayor
indudablemente. En esta economía mundial capitalista en crisis, no es solo
Rusia la que se apoya en China, la siguen todas las viejas y nostálgicas
amistades que tuvieran antes de la hecatombe del “Socialismo Real”. Allí la
vemos a Cuba por ejemplo y lo vimos en la defensa que hicieron de la Libia de
Gadafi o la que hacen de la Siria de Basher Al-Assad. También tienen nuevos
amigos en la Venezuela de Maduro o en Irán o India. Y también se suman a esta
fraternidad gobiernos de tipo pequeñoburgueses o frente populista como el
Argentino de los Kirchner o subimperialistas como el de Dilma Russef en Brasil.
China se está convirtiendo en el principal socio comercial de casi todo el
mundo. Lo es de África y lo será de América Latina.” Tesis III, Una crisis con nuevos actores: los Estados Burocráticos
Burgueses
Una hipótesis a tener en cuenta es que tal vez
ese régimen se parezca más al que rige en el sindicalismo burocrático en un
país. En la cual cada país es un sindicato y responda a una central
burocratizada. En este caso con negocios mundiales dentro del sistema
capitalista. Es difícil precisarlo, pero
seguramente llevará a un gran enfrentamiento inter-burgués en cada país. Como
siempre las libertades colectivas e individuales dependerán de las luchas de
cada país y de cada régimen en particular que marcarán la etapa como
consecuencia. Y hoy esa relación de fuerzas es muy a favor de los trabajadores
y los sectores populares y oprimidos en medio de una situación mundial
revolucionaria. No los puede derrotar el régimen imperialista yanqui pero
tampoco su competidor a través de sus gobiernos afines. Igual, la pregunta
sigue siendo la misma ¿habrá o no, mejores condiciones para construir el
partido (mundial y nacional) e impulsar la movilización?
Esta discusión me parece muy importante ya que
determina una política y orientación muy precisa. Es decir, con una orientación
global mundial y tácticas particulares en cada país en donde se adecuen las
consignas transicionales.
El dialogo con el
movimiento de masas en esta etapa de crisis de hegemonía mundial imperialista.
Algunas veces la izquierda revolucionaria queda
atrapada por sus propias debilidades en la lucha real, no ficticia, entre
sectores políticos y de clase que se enfrentan no como parte de un mismo
régimen como ocurría con el bipartidismo democrático burgués imperialista
yanqui en donde había dos partidos que defendían los mismos intereses
internacionales sino como ahora en donde hay un bloque decidido a defender con
uñas y dientes al régimen yanqui y otro que ante la crisis de aquel quiere
jugar un rol distanciado.
No es la primera vez que ocurre. En Argentina
hasta la primera guerra mundial el imperialismo ingles tuvo que competir con
los imperialistas alemanes, belgas y franceses. “Esto permitió al conjunto de la burguesía argentina maniobrar,
especular y sacar beneficios de la pugna interimperialista. Es famosa la forma
en que se enriquecieron en este siglo los pequeños burgueses argentinos al
aprovecharse de las disputas entre la General Electric y la Sofina por las
usinas. Por eso, los ferrocarriles y los prestamos fundamentales los hacía el
imperialismo británico, pero los servicios públicos y las inversiones
industriales de mayor envergadura quedaron en manos alemanas y luego
norteamericanas” Nahuel Moreno, Método de interpretación de la historia
argentina.
Algo parecido sucedió en la segunda guerra
mundial cuando el imperialismo ingles retrocedía en la región sudamericana y
sobre todo en Argentina frente al imperialismo yanqui. Argentina y Chile fueron
los últimos países en romper con el Eje Alemania-Japón casi en las postrimerías
de la guerra porque su condición de neutralidad favorecía a los intereses
ingleses y no a los yanquis que presionaban para que le declaren la guerra al
Eje como terminó sucediendo. De allí surge el peronismo. Ni más ni menos.
Una vez consolidado el régimen peronista, los
yanquis en su mejor momento de expansión imperialista fueron incorporando a su
régimen mundial de dominación a todos los países de Sudamérica. El último de
ellos fue la Argentina, que recién 10 años después de terminada la guerra
sucumbe en el golpe de 1955. Era algo obvio que pudiera ocurrir, pero el
resultado de la lucha lo da la lucha. Si la lucha no se da la derrota es segura
y eso fue lo que sucedió. Perón no enfrentó a la “contra” en ese momento porque
su lógica era de clase ¿Con que sector burgués podía resistir y salir
triunfante? Solo la clase trabajadora y sus organizaciones podían ser sus
aliados en la victoria y eso no podía conducir a un régimen capitalista. Cuba
demostró solo 5 años después y a solo pocos kilómetros del imperio que se podía
realizar una revolución e independizarse de los yanquis, aunque fuese al costo
de quedar bajo la influencia del Kremlin.
¿Cómo se dirigió el puñado de revolucionarios
trotskistas que existían en ese momento dirigidos por Nahuel Moreno al conjunto
de la clase trabajadora peronista? Veamos cómo se dialoga.
“El hecho
de que aceptemos la voluntad de la mayoría de los trabajadores no significa que
seamos peronistas, ni tampoco el ala izquierda del peronismo, ni siquiera
aliados del peronismo. Nuestro partido es un partido obrero; el peronismo, en
cambio, es un partido burgués, es decir, que está por la defensa del actual
orden de cosas: que los patrones sean dueños de las fábricas, que los
terratenientes sean dueños de las tierras, y que éstos sigan viviendo del
trabajo de obreros y campesinos. Nosotros luchamos por otro orden de cosas.
Queremos que los obreros sean dueños de las fábricas y los campesinos de las
tierras, pues son los trabajadores los únicos productores de riqueza. Luchamos
por que el gobierno actual sea sustituido por los trabajadores exclusivamente,
que sean obreros y campesinos, ellos solos, los que rijan los destinos del
país. Lo que hace que en algunos hechos estemos junto al gobierno peronista y
frente a la oposición se debe a que, si bien estamos a favor de la sustitución
del actual gobierno por un gobierno de la CGT y de todas las organizaciones
obreras y campesinas, estamos en contra de que el actual gobierno sea
reemplazado por un gobierno de los curas, los patrones y el imperialismo
yanqui. En ese sentido respetamos la voluntad de los trabajadores sindicalmente
organizados en la CGT, pero seguiremos luchando por nuestros postulados y por
atraer a los obreros peronistas a nuestro programa, pero combatiendo cada vez
más contra la reacción y sus planes de implantar un gobierno de fuerza clerical-patronal-imperialista
que aplaste las organizaciones y conquistas de la clase obrera. ¡Todos unidos
contra los planes de la reacción; ¡Todos unidos en defensa de nuestras
conquistas y organizaciones!” La
Verdad, 5 de septiembre 1955, extraído de Método de interpretación de la historia argentina.
En este momento no hay un peligro real de golpe
en Argentina y no se avizora eso en el corto plazo, pero si lo hubo en Bolivia
recientemente, aunque la relación de fuerzas no le permite al imperialismo
ejecutar un fulminante y duradero gobierno militar como en otros tiempos. Si
todavía hay un gobierno títere como el de Añez es por la claudicación de Evo y
del MAS que de hecho lo reconocen pactando con él. Esto es así porque ellos no
tienen confianza en el movimiento obrero y de masas y se erigen como los
“padres” que lo tutelan y limitan sus acciones. Porque la democracia real solo es posible si el pueblo en su conjunto
(trabajadores, campesinos, las mujeres y pueblos originarios) tuviera sus
propios organismos democráticos para decidir y solo un partido revolucionario
impulsaría eso. Es decir, tener más libertades democráticas por un
lado y un sólido partido revolucionario que represente la conciencia de
clase por el otro.
Pero en Argentina si existen situaciones en
donde el pueblo por la experiencia del gobierno neoliberal y obediente 100% del
imperialismo de Macri hizo que volviera al gobierno el kirchnerismo aliado de
casi todo el PJ. Es que en el mundo no todo es igual a todo y mucho menos en el
marxismo. Las mentiras y el brutal ajuste del macrismo dejando un 40% de
pobres, miles de empresas cerradas y centenares de trabajadores en la calle
reverdeció la fe en el anterior gobierno “progresista” y probablemente esto se repita
en otros países de América Latina con la experiencia hecha de gobiernos de
derecha como el de Macri y ante la falta y crisis de dirección revolucionaria.
La izquierda entonces vuelve a estar ante el desafío de superarse así misma o
seguir en una crisis permanente.
¿Cómo dialogar en este contexto? No muy
distinto al puñado de revolucionarios que en 1955 le hablaba al pueblo
trabajador peronista. A diferencia de entonces, la izquierda hoy tiene varios
legisladores nacionales y provinciales. Ante una discusión sobre propuestas que
tienen o son presentadas como positivas por un gobierno (más si el movimiento
de masa lo considera “progresista”) Nahuel Moreno planteaba lo siguiente:
“Supongamos
que Alberto es diputado y tiene que votar a favor o en contra del aumento
salarial por decreto de Carlos Andrés Pérez. Ahí nosotros no tenemos que votar
en contra, pero tampoco a favor.
Después veamos si la
táctica es plantear escala móvil. Carlos Andrés Pérez plantea el aumento: ¿qué
tiene que decir Alberto como diputado? “Me
parece extraordinariamente positivo el aumento, pero esto esconde una maniobra:
evitar la movilización y permitir la desocupación. Porque Carlos Andrés
Pérez es un agente de la burguesía. Si nos da algo tenemos que desconfiar”. Si
fuera Argentina emplearía la famosa expresión gaucha: “cuando la limosna es
grande, hasta el santo desconfía”.
No baso, entonces, mi
política en el problema de las ilusiones, en si todo el mundo cree en Carlos
Andrés Pérez. Tenemos que decir: “Carlos Andrés Pérez es el que masacró a los
guerrilleros, un reaccionario, de toda la vida; si él da esto es porque sirve a
la burguesía”. ¿Pero cómo hacernos para que los obreros que creen en Pérez no crean que somos reaccionarios, que
estamos en contra de ese aumento? “Para mostrar que Pérez es un
reaccionario completo, proponernos que, en todas las ciudades, en todos los
lugares, se controle el aumento, discutido en asambleas obreras, y que cada
quince días den automáticamente por ley los aumentos que los obreros voten
porque aumentaron los precios. Y además de eso, el control de la producción en
las fábricas, que los gerentes sean elegidos por los trabajadores, y que si se
echa a un solo trabajador se expropia la fábrica enseguida. ¿Qué dice la
bancada de Acción Democrática? ¿Está a favor o no de mi agregado al aumento? Es
sólo un agregadito a la ley”. Entonces van a saltar gritando:
¡No! ¡Demagogo!" Nahuel Moreno, Escuela de cuadros Venezuela 1982.
Es decir, no es solo oponerse (con o sin
argumentos) sino también hacer una propuesta para dejar en claro dos cosas que
los formales no entienden: 1) que no estamos en contra, pero tampoco a favor y
2) que los obreros y los sectores empobrecidos que creen en el gobierno que
propone dicha ley no nos crean reaccionarios por oponernos a un aumento por más
limitado o ridículo que éste fuese.
Por ejemplo, el gobierno de Alberto Fernández
llevó al congreso un enorme proyecto de ley de “solidaridad y reactivación productiva”. Era una enorme oportunidad
para dialogar con el movimiento de masas y sobre todo con el que deposita
confianza en el nuevo gobierno. Volviendo el ejemplo de 1955 se podría dejar
todo el inicio cambiando algunas palabras y agregando el hecho clave del pago
de la deuda externa al imperialismo, se podría haber planteado que “A pesar de que nosotros estamos por la
auditoria y el no pago de la deuda externa como eje de una recuperación
económica global de nuestro país, nos parece muy bien el bono de $5000 para
diciembre y enero que se otorga al 70% de los jubilados pero creemos que eso es
insuficiente y se podría incluir hasta el 95% si se otorga ese bono hasta el
límite de $40000 y por otro lado, garantizar un aumento en marzo que recupero
lo perdido y lo que se perderá en estos 3 meses hasta el aumento. ¿Están de
acuerdo con ese agregado? Si fuese así votamos a favor de ese artículo” o,
por ejemplo, “Si bien creemos que los
recursos metalíferos y de hidrocarburos deben ser nacionalizados y deben ser
prohibidas las actividades contaminantes, nos parece bien incrementar las
retenciones a mineras y petroleras[2].
Creemos que debe ser superior al 12% pero rebajárselo al 8% nos parece
equivocado. Proponemos que se les retenga un XX% (superior al 12 o igual).
¿Están de acuerdo con eso?” Lo mismo con el campo y el resto de otras
proposiciones puestas en discusión. De esta manera se delimita claramente de la
derecha opositora y del gobierno. Oponerse sin propuestas iguala a la izquierda
a cualquier otra oposición y los “formadores de opinión” oficialista y
opositores son especialistas en hacer eso y crear confusión o de acusar de ser
“funcionales” a tal o cual sector. Hoy con un Tweet se puede dejar en claro o
en oscuro una posición política.
Una etapa inaudita con
una situación revolucionaria mundial
A pesar de un “renacimiento” de movimientos
fascistas[3]
con peso superestructural en muchos países que plantea un peligro para las
clases explotadas y los sectores oprimidos todavía la relación de fuerzas en el
mundo sigue a favor de estos últimos. Lo superestructural es más desigual y
combinado con la crisis de dirección revolucionaria que los estructural, en
donde el sistema capitalista mundial de conjunto no logra imponer una derrota
clara e histórica a sus sepultureros.
Esto se refleja en la enorme rebelión y
movilización revolucionaria de masas que recorre el mundo por continentes
enteros. Esto no se puede explicar de otra manera que como lo decía Lenin: “los de arriba no pueden y los de abajo no
quieren”, es decir lo que se llama según él, una situación revolucionaria,
mundial y objetiva. No se puede estar preparado para estos enormes cambios si
no nos atenemos a esta definición, porque si le exigimos a esto la existencia
de un partido revolucionario de enorme influencia en la vanguardia o con
influencia de masas nunca podríamos prever estos cambios que no dependen de la
existencia de los revolucionarios.
Estamos ante una gran oportunidad a nivel
mundial y en cada país, sólo depende de nosotros ser capaces de construir esos
partidos si somos capaces de ganar a lo mejor de la vanguardia y a un sector de
masas para la política revolucionaria sabiendo que en el mundo hay ya
organizadas muchas corrientes que no necesariamente son trotskistas y con las
cuales será muy importante establecer puentes y dialogar también para
establecer coincidencias y diferencias y ver si se puede emprender un camino en
común. Lejos del sectarismo estéril o de la propaganda general para corrientes
estudiantiles y/o el oportunismo de los caminos o crecimientos fáciles, debemos
superarnos y abrirnos al camino de los frentes únicos revolucionarios no solo
para “defendernos de” sino también para “avanzar a” las tareas anticapitalistas
y antipatriarcales como paso previo común en el camino al socialismo mundial y
la revolución en cada región o país.
[1] ¿Qué gobierno surgirá de
Chile en donde todavía no hubo gobiernos distanciados del imperialismo yanqui y
con una constitución vigente del pinochetismo? Es una situación explosiva ya
que la crisis de dirección también abarca a todos los partidos del régimen.
Chile, ejemplo no solo de neoliberalismo si no de obediencia total al
imperialismo.
[2] El extractivismo salvaje es común a todas las potencias, en esto no hay
“brecha” entre yanquis o chinos, rusos o canadienses o entre sus agentes en
determinado país que intentarán que pase la actividad como paso previo al
ingreso de tal o cual potencia y siendo sus socios en eso. Llevar estas luchas
al movimiento obrero es clave.
[3] Eso en realidad es un
sinceramiento del régimen que realmente quisiera la burguesía imponer de
conjunto sin ser “correctamente político”.
Comentarios
Publicar un comentario