Argentina: La lucha por cambiar la relación de fuerzas


Las diferentes potencias imperialistas o neo imperialistas y sus aliados no solo se disputan países y regiones enteras a través de guerras o conflagraciones en donde pierden la vida decenas de miles de personas y hay millones de desplazados sino que también lo hacen a través de medios políticos, sus partidos, medios de comunicación, de cultura etc. Es una guerra menos ruidosa que las reales pero no por eso menos encarnizada.

De la lucha que por décadas llevan adelante las fuerzas de la contrarrevolución (los antes citados y sus lacayos o cipayos locales encaramados en sus organizaciones políticas, financieras, industriales, etc que los representan) y la revolución (representada por las luchas de la clase obrera y los sectores populares y oprimidos, generalmente no conscientes de ese rol) hay una resultante, una relación de fuerzas, que se expresa principalmente en las libertades colectivas e individuales, conseguidas por la clase trabajadora y los sectores oprimidos (la mujer, minorías, pueblos originarios, etc). Esta relación de fuerzas se expresa en los regímenes políticos existentes.

Para ejemplificar, en un extremo está lo peor que ha dado los regímenes capitalistas, el nazismo, el fascismo, las dictaduras militares, en donde las libertades de los pueblos están aplastadas bajo la bota del ejército y no existen ningún tipo de garantías para la vida de las personas, ni libertades individuales ni colectivas como sector. Explotación capitalista con formas esclavistas. Sin ser lo mismo, el estalinismo también personificó un régimen totalitario con falta de libertades. En este caso fue la opresión política de una casta burocrática.

En el otro extremo, pocas veces vista, la democracia directa, la planificación económica de abajo hacia arriba de acuerdo a las necesidades de la población y sin los intereses de la ganancia capitalista. Esas libertades fueron conquistadas siempre a través de revoluciones. Los primeros años de la revolución rusa, en algunos ejemplos de la revolución española, se vio incluso en los inicios de la revolución iraní, en fin, en mayor o menor grado se han expresado en medio de grandes movilizaciones revolucionarias. Revoluciones que no siguieron avanzando a nivel nacional e internacional por la crisis de su dirección que hoy seguimos sin resolver. Hoy se ve esa democracia y planificación en las asambleas populares y comunales en la revolución de Rojava a la que tenemos que apoyar con todo lo que esté a nuestro alcance.

Todas las libertades políticas y sociales conseguidas en los países de la América Latina fueron conquistas de años de lucha. Luchas que tiraron las dictaduras y ganaron la democracia burguesa bipartidista. Sí, burguesa, pero con libertades democráticas que no ofrece una dictadura.

El boom capitalista de post-guerra

Durante el boom capitalista de post-guerra se dieron enormes revoluciones anticolonialistas y democráticas junto con la aparición de corriente nacionalistas burguesas que impulsaron la movilización popular contra el imperialismo. Algunas de estas revoluciones avanzaron más allá de los que sus propias direcciones deseaban, ese fue el caso de Cuba que se convirtió en un estado de transición no capitalista expropiando a la burguesía. Otras direcciones congelaron la revolución en su momento anticolonial o nacionalista porque sencillamente ese era su objetivo y la política del imperialismo no fue la de ponerlos contra la espada y la pared como en el caso cubano que se tuvo que recostar sobre la URSS.

En esa etapa que duró hasta los primeros años 70, el imperialismo lograba integrar a las direcciones nacionalistas a sus regímenes democráticos burgueses bipartidistas con pactos o con la claudicación de aquellas directamente. Si la lucha hacía imposible la estabilidad del régimen y se lograba imponer derrotas a la clase obrera y las masas populares, ante la defección de sus direcciones, aparecía el golpe de estado para cortar la experiencia de las masas con dichas direcciones. Todos los golpes de estado orquestados por el imperialismo yanqui se ejecutaban en acuerdo con las direcciones contrarrevolucionarias existentes en la época: las direcciones burocráticas, nacionalistas burguesas y fundamentalmente el estalinismo a nivel mundial, principal fuerza contrarrevolucionaria enquistada en el movimiento obrero. América Latina se plagó de dictaduras salvajes en los años 70 provocando un genocidio entre todos los que luchaban por algo, por lo más mínimo que fuese. El imperialismo coordinó esas últimas dictaduras con el llamado “Plan Cóndor”. Fue la perdida de libertades más brutal que haya conocido la región.

Las caídas de dichas dictaduras en América Latina en algunos casos (Argentina) fueron conquistas revolucionarias es decir fueron revoluciones democráticas en donde la transición al régimen democrático burgués no se planifico desde arriba sino que fue algo indeseado por el poder que se tuvo que enfrentar a grandes movilizaciones. En otros casos la transición fue planificada como en el caso de Chile y Pinochet, ese chacal asesino, fue senador vitalicio. En Argentina, en cambio, Videla fue juzgado y condenado por crímenes de lesa humanidad. Pero lo fundamental era que el contexto internacional de movilizaciones por las libertades democráticas se hizo imparable y logró que se impongan regímenes democráticos burgueses en todos los países del Cono Sur Americano.

Un régimen a imagen y semejanza del imperialismo

Al “régimen democrático burgués” hay que agregarle la palabra “bipartidista” para entender las diferencias entre los regímenes democráticos burgueses del siglo XX y los del siglo XXI. En efecto, ese régimen “democrático” es el ideal para la dominación “democrática” de un país dependiente. Y esto es así porque cualquier partido de ambos que gobierne no pone en tela de juicio ningún poder hegemónico. EEUU es el primer ejemplo. En sus versiones “demócratas” o “republicana” establecen matices y diferencias, algunas colocadas más a izquierda o derecha, más liberales o más conservadoras pero ninguna pone en tela de juicio el poder de la clase dominante y sus aliados. Pueden incluso derribar un presidente si es necesario para preservar el sistema. Y hay que decir que todas las libertades y derechos civiles allí se conquistaron con la movilización, no por obra y gracias de esos partidos.

Representando esa farsa, en América Latina existieron sólidos partidos tradicionales que cumplían el rol bipartidista.  El PJ y la UCR en Argentina, el PSDB y el PMDB en Brasil, el colorado y blanco en Uruguay, Copei y AD en Venezuela, y así en todos los países, Bolivia, Ecuador, Perú, Chile, con sus desigualdades de origen o circunstanciales. A todos estos países les atravesó desde los últimos años del siglo anterior hasta los primeros años del actual una serie poderosas revoluciones contra estos regímenes que hicieron estallar por los aires a algunos de dichos partidos (Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia) o han visto sobrevivir a otros pero no pudieron evitar que se quiebre el régimen bipartidista (Brasil, Uruguay, Perú) o se debilite como en Chile, Paraguay y Colombia. Incluso el mismo régimen bipartidista por antonomasia, el yanqui, atraviesa una crisis importante. Fue tan poderosa la movilización y tan presente en la memoria las dictaduras sangrientas que el imperialismo no pudo recurrir a los golpes militares como en el pasado. Lo intentó en el 2002 en Venezuela y fue derrotado. Gracias a esa “no interrupción” vimos surgir regímenes que no son iguales al bipartidista tradicional, si no regímenes en crisis, inestables. No ver esta diferencia nos puede hacer cometer errores o seguir actuando igual que antes.

De estas revoluciones surgieron nuevos actores políticos que sin romper con el sistema capitalista se montaron sobre enormes movilizaciones populares y tuvieron que “afinar” sus instrumentos políticos al tono en que esas movilizaciones revolucionarias se ejecutaban. Pero en un contexto distinto al boom de postguerra, en una crisis económica mundial capitalista estructural en donde el capitalismo no puede dar una respuesta mínima a los problemas de la población, al contrario, solo tiene la política de concentrar más y más riqueza en cada vez menos personas y sin importarle absolutamente nada la posible destrucción ecológica del planeta.

Además de esa crisis económica mundial -que señala la dinámica creciente de debilidad económica y política del imperialismo yanqui acompañado por la rémora de profunda crisis económica de sus socios de la Unión Europea- China e India aumentaron su importancia en el comercio mundial y las inversiones, y Rusia volvió como un importante actor político y militar lo cual en algunos sectores burgueses y sobre todo, pequeño burgueses y burocráticos, influenció para recostarse económica y políticamente.

De esos nuevos actores políticos algunos venían postulándose hace años como el caso del PT en Brasil, el Frente Amplio en Uruguay y el MAS en Bolivia, otros fueron realmente fenómenos nuevos como el Chavismo en Venezuela, Correa en Ecuador. En Argentina, el Kirchnerismo surge del viejo PJ pero irrumpe con un discurso progresista y medidas que fueron arrancadas por la movilización como en el caso de la derogación de las leyes de impunidad y otras. Su política económica keynesiana y de acumulación rentista (agropecuaria fundamentalmente gracias al valor alto de los commodities en su primera etapa) le generó poderosos enemigos locales ligados al imperialismo. Esto le permitió una acumulación política importante entre la población trabajadora y popular. En esta descripción general hay diferencias importantes entre los distintos partidos pero tienen en común su adaptación al régimen democrático burgués.

En este contexto el PT, el FA uruguayo o la socialdemocracia chilena muy ligados a la socialdemocracia europea y las burguesías locales no han tenido grandes roces con el imperialismo y han abierto el camino del ajuste neoliberal como el gobierno de Dilma en Brasil. En otros casos el enfrentamiento fue y es mayor. Es el caso de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina. Hay que analizar bien Alianza País en Ecuador con el gobierno de Lenin Moreno que parece claudicar bastante rápido, pero en el caso de las direcciones chavista, del MAS y el kirchnerismo, políticamente se alinearon en la diplomacia internacional e hicieron acuerdos y proyectos estratégicos de inversión con China y Rusia o con aliados muy ligados a ellos, lo que los enfrenta objetivamente con el imperialismo tradicional y sus aliados internos.

Esto no significa que, cualquier gobierno ligado al imperialismo yanqui haga, por la crisis, acuerdos con China o Rusia, como hace Temer en Brasil o al revés, como Venezuela que aun vende un gran porcentaje de su petróleo a los EEUU. En un contexto de crisis económica mundial se hace lo que se puede.

¿Actores antiimperialistas?

Para nada. Tienen un rol independiente pero en su ADN conservan la claudicación y entrega de los viejos movimientos nacionalistas burgueses. Que haya una movilización antiimperialista como en los primeros años del siglo sobre la que tuvieron política no significa que sean consecuentes. A pesar de todo ellos siguen siendo una barrera para la movilización anticapitalista. Tienen una política desarrollista en la medida de sus posibilidades pero allí donde no pueden reemplazar al gran capital, le conceden las inversiones en la minería, el petróleo o el agronegocio a las grandes corporaciones multinacionales como en el caso de las varias mineras, Monsanto o Chevron en Argentina. No como agentes directos del imperialismo pero lo hacen. En otros casos exacerban el rentismo sobre un producto primario como en el caso Venezolano con el petróleo, desarrollando una burguesía parasitaria del estado. O abren paso a la claudicación y la cesión en el terreno político y económico como en el caso del gobierno de Lenin Moreno en Ecuador.

Pero el imperialismo yanqui y europeo tienen claro una cosa, ellos “no son sus gobiernos” y menos para una etapa de crisis aguda. Por eso ni siquiera perdonan a tal vez su mejor administrador de izquierda, el PT de Brasil, a quien quieren evitar que vuelva al poder a pesar de su adaptación al régimen y de que le abriera la puerta al ajuste. La corrupción, intrínseca al sistema capitalista, es la espada de doble filo que esgrimen básicamente para combatirlos. De doble filo porque la corrupción involucra a todos. Y hay un motivo básico, tienen que quitar todos los derechos laborales conquistados en el siglo XX, tienen que llevar la superexplotación a límites insoportables para superar la crisis económica de sus mandaderos centrales. Hacer una transferencia brutal de capital de las clases subalternas a las más altas y el imperialismo.

Por eso los agentes directos del imperialismo van a tratar por todos los medios de reducir el salario a través de la desocupación, quitar los planes y beneficios sociales, achicar el estado, aumentar la represión a un ritmo creciente en el camino de entrega como está haciendo el gobierno de Macri en Argentina al servicio del imperialismo yanqui y europeo. Sin embargo el futuro del kirchnerismo, el chavismo o el MAS, sin romper con las palancas fundamentales de la lógica capitalista los llevará, más allá de las diferencias específicas de país a país, a crisis económicas y al bonapartismo como el que vemos en Venezuela y la población es la que va a sufrir las consecuencias.

Otro escenario mundial

¿Qué significa que estos regímenes sean distintos a los anteriores? ¿Porque hay crisis de los regímenes? ¿Porque se perdió la estabilidad de los regímenes democrático burgueses bipartidistas? Esto fue producto de luchas y movilizaciones que acabaron revolucionariamente con gobiernos representantes de esos regímenes modificando la relación de fuerzas entre las clases a favor de las clases trabajadoras y populares. Eso no sería lo nuevo. Lo nuevo es el contexto internacional de disputa entre distintas potencias que no existía en la década del 90 post caída del muro de Berlín en donde el imperialismo yanqui, secundado por el europeo, era la potencia económica y militar sin discusión. Recordemos como Cuba quedó inmersa en una enorme crisis en los primeros años 90 debido a la hecatombe de la URSS.

Hoy, si bien no está muy en discusión la cuestión militar, si a nivel económico y sobre todo comercial está el emergente de China e India, seguido por Rusia (que le agrega un factor militar importante) y a nivel regional otros países como Irán. Esa disputa es la que influye en la crisis de los regímenes políticos en varios países a nivel mundial como elemento nuevo permitiendo que estas potencias recuperen su influencia en distintas regiones del mundo. En cambio lo que ha sido constante a lo largo de décadas es la lucha y la movilización de las masas obreras, campesinas y populares que obliga a las direcciones a reubicarse.

Se podría decir que hay tres sectores en el mundo, en el campo de la contrarrevolución son dos, están el imperialismo tradicional y el neo imperialismo (de origen burocrático burgués) que se disputan el mundo y como tercer actor los pueblos explotados y oprimidos que luchan por defender sus conquistas, o sobrevivir en algunos casos, pero también luchan por más democracia y en defensa de sus libertades. En este contexto de crisis económica mundial y de mayor disputa es que las masas han obtenido con sus luchas una relación de fuerzas a su favor y creado más crisis en los regímenes políticos.

Por eso hay que ver siempre como se desarrolla a nivel internacional la crisis del sistema capitalista porque tanto el imperialismo yanqui o europeo como las burocracias-burguesas china o rusa en última instancia van a defender sus privilegios ante una ofensiva objetiva de las fuerzas que empujan a favor de la revolución. Por eso el análisis internacional sigue siendo el fundamental para cualquier dirección revolucionaria que se precie.

Victorias electorales por ahora

No hay triunfo superestructural por el camino electoral que pueda restablecer o cambiar la relación de fuerzas a favor de la burguesía y el imperialismo. Eso solo lo podrán obtener a través de asestar derrotas importantes al movimiento obrero y a los sectores populares en su intento de arrebatarle conquistas laborales, sociales o democráticas.

El triunfo electoral del macrismo en Argentina en el 2015 o la maniobra que subió a Temer al poder (hechos superestructurales) no modifican automáticamente la relación de fuerzas entre las clases a nivel estructural. Esto se tiene que dar en las calles y en los lugares de trabajo. Por ejemplo, el gobierno neoliberal de Menen (Argentina) en los años 90 infligió duras derrotas al movimiento obrero en el proceso de privatizaciones en un contexto post caída del muro de Berlín y el “fracaso del socialismo” abriendo un proceso neoliberal que duró hasta el 2001. Aún Macri no ha llegado a esa etapa aunque intenta por todos los medios quitar conquistas y libertades mediante la represión.

En ese sentido, macrismo y kirchnerismo expresan a distintos regímenes políticos. El macrismo pretende restablecer el régimen bipartidista afín al imperialismo. Para eso el régimen necesita de un “partner”, de una pata peronista, que bien puede ser Sergio Massa (que tiene su parte socialdemócrata en Stolbizer) u otro exponente como Urtubey o De la Sota. Estos últimos son conscientes de esa ubicación y los medios de comunicación afines hacen lo imposible por favorecerlos. No hay bipartidismo al servicio del imperialismo sin esa condición, pero para eso requiere de un régimen estable y entonces tiene que derrotar al movimiento de masas en las estructuras y calles pero también sacarse de encima superestructuralmente a quienes no comulgan con ese criterio.

El kirchenerismo es, por ese lado, un obstáculo para restaurar el régimen bipartidista porque objetivamente no fue ni es un actor político que el imperialismo reconozca como suyo. El kirchnerismo es de hecho la expresión de un régimen inestable producto de la revolución del 2001 que no está alineado con el imperialismo tradicional sino con sus competidores en el mundo o con los aliados regionales de esos competidores. Sus relaciones con Venezuela, Cuba, la “intelligentzia” colonizada por el castrismo a nivel continental, etc. Para una mentalidad pequeño burguesa es el gobierno de sus sueños. Esta cuestión pone al peronismo o al viejo PJ en una crisis irreversible ya que una gran parcela de sus votos pertenecen al kirchnerismo.

Podemos especular acerca del rumbo que puede tener el kirchnerismo en el futuro pero eso dependerá del marco internacional. No es lo mismo tener un contexto como el de la década del 90 u otro en donde el imperialismo yanqui retroceda frente a un fortalecimiento de China y Rusia. Todo eso dependerá del “tercer” actor que citamos antes, la lucha de clases a nivel mundial porque eso será determinante en el devenir de la economía-mundo capitalista.

La crisis del peronismo argentino.

De los dos partidos tradicionales de argentina, la UCR estalló en el 2001, hoy dividido solo es la rueda de auxilio del gobierno macrista por su estructura de intendentes a nivel nacional. Sobre esa estructura el PRO busca extenderse en todo el país. El PJ se encolumnó detrás del gobierno de Kirchner primero y luego detrás de los gobiernos de Cristina Fernández pero más por conveniencia presupuestaria que por convicciones políticas. Por ese motivo con la victoria macrista han comenzado a separarse del kirchnerismo y postularse para ser el partner del macrismo en una supuesta recuperación del modelo bipartidista.

Pero lejos está de cerrar su crisis y ésta se profundiza aún más al punto que el kirchnerismo abandonó en el principal distrito del país la “marca” PJ y construyo “Unidad Ciudadana”. No hay posibilidades de recomposición del viejo PJ a menos que liquiden a esta “anomalía”. Por eso la guerra contra el kirchnerismo librada como una cruzada por los apóstoles políticos y los sicarios mediáticos del modelo bipartidista imperialista. Por eso también cruje el mismo kirchnerismo con la separación de Randazzo ya que las presiones son enormes. Que el kirchnerismo sea una falsa salida dentro del sistema capitalista no niega esa realidad.

Tal vez veamos realineamientos electorales alrededor de “quien” tiene los votos como también a nivel sindical, pero es difícil una recomposición del viejo PJ como alguna vez lo conocimos. La realidad mundial influye en cada país de diferentes maneras combinándose con las particularidades políticas de los mismos. En Argentina lo hizo así.

Bonapartismo y Kerenkismo.

Cuando analizamos la dinámica de los procesos es importante señalar cual es la relación de fuerzas entre las clases. Bonapartismo y Kerenkismo son dos extremos de regímenes políticos bajo el sistema capitalista. Ambos tienen estrecha relación con la situación de ascenso o retroceso de las masas. “Sin esta condición básica, esto es, sin que previamente las energías de las masas hayan quedado exhaustas en batallas, el régimen bonapartista no se puede desarrollar.” L. Trotsky, La Lucha contra el fascismo en Alemania.

El imperialismo a través de sus agentes en el gobierno de Macri intentará por todas las maneras hacer retroceder al movimiento de masas tratando de derrotar a la vanguardia obrera en luchas importantes, aumentar el autoritarismo en las fuerzas de seguridad, recortar libertades democráticas, etc. No es casual por ello la reciente desaparición forzosa de Santiago Maldonado. Como se dijo antes, un triunfo electoral ayuda pero no es suficiente, el cambio en las relaciones de fuerza se da en las calles. Pero cambiar esta relación de fuerzas es perentorio para el gobierno macrista ya que de ello depende su proyecto y su propia supervivencia, es decir, de las urgencias que tiene el imperialismo tradicional en su contexto de crisis económica y política. Y aunque la economía mundial es un todo en donde China aún conserva niveles de crecimiento del 6% anual, el imperialismo yanqui no quiere seguir perdiendo terreno.

Todo régimen político sin crisis económica o con viento a favor como en los primeros años de los gobiernos kirchneristas puede no necesitar recurrir al bonapartismo, es algo parecido al desarrollo de los gobiernos reformistas anteriores a 1914. Pero cuando la crisis económica penetra con todo como en el 2008 y después, se comienzan a ver rasgos de control del movimiento de masas y cada vez más intervención de las fuerzas de seguridad.

Hoy, el macrismo tiene más necesidades de restablecer el orden y favorecer a sus amos del norte con más urgencia y su tendencia al bonapartismo responde a esa necesidad pero frente a él tiene a un poderoso movimiento de masas que ya le lleno de centenares de miles de personas las calles del país el 24 de marzo, contra el 2x1 de condena que beneficiaba a militares genocidas o por el reclamo ante la desaparición de Santiago Maldonado.

Pero ojo, el bonapartismo no es algo propio de los agentes del imperialismo. El gobierno de Maduro en Venezuela también lo aplica porque cuando hay crisis y descontento de la población como hechos objetivos de la realidad (independientemente de la manipulación imperialista) estos gobiernos burocráticos o pequeños burgueses le tienen espanto a la movilización que vaya contra el gran capital y sus burgueses nacionales que es a donde debieran apuntar porque irían también contra la fuente de sus privilegios como usurpadores de la renta petrolera.

Entonces prefieren la movilización contrarrevolucionaria de los agentes de la derecha y la defensa burocrática y represora de sus privilegios que alentar un camino anticapitalista, además de antiimperialista, que vaya por la nacionalización de la banca y el comercio exterior, el no pago de la deuda, la expropiación de la burguesía, en fin, abrir el camino a la revolución socialista.

No pasarán

En Argentina, hoy el principal peligro para movilización y las luchas del movimiento obrero y de masas es el gobierno macrista, no un hipotético gobierno Kirchnerista que lejos puede estar de producirse. Las recientes elecciones de agosto o las de octubre próximo, no indican un fortalecimiento de los objetivos bipartidista ya que lo hizo a costa de hundir a las posibles alternativas, el massismo sobre todo.  Y tampoco un fortalecimiento del gobierno ya que dos tercios del país no lo votaron.

El gobierno se acorrala en un 30-33% del electorado, cuyos resultados siempre distorsionan la realidad de la lucha de clases. No es para minimizar pero tampoco para tirar la toalla. Incluso la izquierda, que tiene más influencia que su porcentaje electoral, hoy tal vez alrededor del 10% en los principales centros urbanos, puede cumplir un rol importante si supiera analizar la realidad objetivamente y unirse en un rumbo de movilización y participación política (no solo electoral) ya que tiene a su favor la movilización revolucionaria (inconsciente) del movimiento de masas que empuja en todo el mundo a favor de la revolución. En este sentido la unidad de acción contra el gobierno y la independencia política y de clase son fundamentales.

Solo hay que decirle a las masas la verdad, nada más: que la situación mundial y regional es a favor de la movilización y la lucha -parafraseando a Lenin- revelando la existencia de esa situación, explicando su amplitud y su profundidad, despertando la conciencia y la decisión de los trabajadores y el pueblo, ayudarlo a tomar acciones en defensa de sus conquistas contra los planes capitalistas y a ir por más creando organizaciones que respondan a la situación y sirvan para trabajar en dirección de la revolución socialista. En Argentina está en juego eso, el capital quiere contraatacar y lograr una situación cambiando la relación de fuerzas a su favor, del otro lado están de pie los trabajadores y el pueblo, capaces de derrotarlos definitivamente si a su frente tuvieran una dirección socialista revolucionaria con influencia de masas y no quienes lo quieren llevar por la falsa alternativa de un capitalismo social con rostro humano.

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