La economía mundial y la situación sudamericana

Una crisis económica mundial sin salida a la vista

En la crisis del 2008-2009 una de las peores crisis de la economía mundial capitalista ésta contaba con el flujo comercial y superávits de dos actores importantes, por un lado la economía china que entonces crecía a un 8-9% y el superávits de las economías emergentes gracias a los precios altos de los commodities (petróleo incluido) que en un sentido permitían la importación (sustitución)  de productos de tecnología de punta. Esto se combinó con la política de Flexibilización Quantitativa FQ (Compra de deuda bancaria y pasivos por parte de la FED) y la baja tasa de interés de la FED (entonces en 0,25% y hoy en 0,50%).

Hoy la economía europea, que consume la tercera parte del comercio mundial, no se recupera y de hecho ha empeorado. La lucha en la cual la burguesía imperialista quiere imponer un brutal ajuste a sus propios trabajadores vive en Francia un round importantísimo y la clase obrera sin una dirección consecuentemente anti ajuste a su frente está ofreciendo una resistencia tenaz. A eso se suma la posibilidad de que Gran Bretaña abandone la UE. No sería un dato cualquiera ya que si bien Gran Bretaña no utiliza el Euro, podría generar una crisis vía el cierre de aduanas y los costos que conllevaría esto entre una potencia industrial con el continente. Barack Obama fue dos veces a Inglaterra a intervenir directamente en este asunto amenazando a Gran Bretaña con ir a la “cola” de los acuerdos comerciales con EEUU si salía de la Comunidad. Esta campaña se le volvió como un bumerang ya que luego crecieron las encuestas a favor del “Brexit”. Hay que ver cómo impacta el crimen de la diputada laborista Jo Cox, pero lo central es la crisis por la que atraviesa el imperialismo que no puede controlar su propia casa.

El escenario mundial actual no es el mejor, ya que la recuperación económica mundial ha sido muy débil y los factores contrarrestantes que había en el 2008-2009 no están más. China creció 6,5% en 2015 y se mantendrá en ese valor o menor en 2016. El FMI que preveía en octubre pasado un crecimiento del 3,4% del PBI mundial para este año, en enero lo bajó a 3,1% y a esta altura no se espera que supere el 2,5% (Informe Banco Mundial). Los commodities no tienen sus valores de entonces y el precio del petróleo ha caído en picada aunque la menor producción de Shale en EEUU podría hacer que suba algo. En este marco según Bloomberg el mercado laboral en EEUU se deteriora aún más. “Solo se agregaron 38.000 puestos de trabajo en mayo, la peor lectura desde 2010”…”los datos de empleo han eliminado cualquier posibilidad de que la FED suba la tasa de interés” Clarín, 12/6/2016. La FED es el Banco Central de la economía mundial y tienen pánico de subir otros 0,25% la tasa de interés porque desflecaría la liquidez que la economía mundial necesita en todo el mundo. El director de inversiones de Crossbridge Capital, Manish Singh lo expresó así: “El hecho de que la FED no vaya a subir tipos es un alivio”.

La crisis mundial nunca supero el pico que tuvo en el rebote.

Este escenario confirma lo que viene haciendo fundamentalmente el imperialismo en los últimos años: tener en terapia intensiva a la economía mundial capitalista. Por eso acuerda el ingreso de un mercado de 80 millones de personas (“Acuerdo Nuclear” - Irán) al circuito comercial, trata de incorporar territorio productivo (Acuerdo de Paz con las FARC - Colombia) y se da una política restauracionista para Cuba dejando de lado la confrontación directa. Por eso Obama visita la India (segunda vez en un mandato) a pesar de tener como socio estratégico a Pakistán cerrando acuerdos militares con el otro gigante asiático. La economía mundial es un enfermo grave y la parte lúcida del imperialismo lo trata así.

Si pudiera, dirigiría toda la economía mundial prescindiendo de la burocracia burguesa china o rusa, pero no puede hacerlo. Trata de recuperar ese rol político fundamentalmente donde puede. América Latina es una región en donde se plantea hacerlo directamente aprovechando la debacle y fin de ciclo de los gobiernos del llamado “progresismo” que, más allá de sus diferencias, encarnaron el kirchnerismo argentino, el PT de Brasil o el gobierno de Maduro en Venezuela. Es una urgencia más relacionada con el futuro de otra crisis cercana que con la necesidad de extraer dividendos inmediatos. Es el futuro que a Janet Yellen, la presidenta de la FED, ya le preocupaba a fines del 2014 cuando analizaba la desigualdad creciente en los EEUU (ver Norteamérica: la lucha de clases en una olla a presión), lo nuevo es que según el analista Jorge Castro esto lo provocó la revolución tecnológica que frenó la productividad: “La causa de esta extraordinaria discordancia entre salto de innovación y caída de la productividad ha sido la propia revolución tecnológica, que al concentrar la riqueza en el 10% de arriba, ha hundido la demanda del 90% de abajo. La aceleración de la revolución tecnológica es lo que ha debilitado la productividad. Esta es la suprema ironía del capitalismo avanzado”. Una contradicción más en la totalidad de relaciones contradictorias del sistema mundial capitalista. Y remata “La paradoja de la acumulación capitalista fue advertida en el inicio de la revolución industrial (1780-1840), cuando se señaló, en 1848, que la revolución tecnológica desataba necesariamente una intensa polarización social, creadora de disturbios y conmociones, incluso de revoluciones sociales. Quizás este sea el “fenómeno Trump” en EE.UU.”. Ésta es la preocupación más importante que refleja por un lado a Trump pero también refleja el ascenso de Bernie Sanders en el partido Demócrata, el advenimiento de grandes confrontaciones sociales en el corazón del imperialismo.

Sudamérica

En este contexto internacional la realidad sudamericana hay que analizarla siempre por el lado de la relación de fuerzas entre las clases, lucha que ha sido intensa hacia fines del siglo pasado e inicios de éste, sobre todo en el carácter antiimperialista de la pelea pero que no ha dejado de cesar y es hoy más directamente anticapitalista. La clase trabajadora y el pueblo sudamericano no recibieron ninguna derrota importante por la cual haya cambiado la relación de fuerzas entre las clases. Con desigualdades de país a país, lo más avanzado se dio en la caída del régimen bipartidista burgues-imperialista en Argentina (2001), Venezuela (1998), Ecuador, Bolivia, el ascenso del PT al gobierno en Brasil y del Frente Amplio en Uruguay que si bien fue un proceso más electoral que revolucionario como en los otros países, iban acompañando el proceso regional. Más atrás estuvieron Paraguay - que tuvo su momento con el gobierno de Lugo – y Chile, Perú y Colombia como los más atrasado.

Esto de los regímenes políticos tiene una importancia clave para entender lo que reflejan. La caída de los regímenes no se dan por meros acontecimientos electorales, llegan a ese punto debido a una incesante lucha revolucionaria que tira gobiernos mediante la movilización, al no haber una dirección revolucionaria al frente de esos procesos, la elecciones canalizan los procesos pero dejan en pie un régimen político nuevo, necesariamente, debido al cambio de la relaciones de fuerzas que es más favorable al movimiento de masas. Eso reflejaron los gobiernos “progresistas” ahora en retroceso y en fin de ciclo.

Lo mismo ocurre si pensamos su reversibilidad, ninguna elección podrá cambiar un régimen político a favor de la burguesía y el imperialismo si no es con una gran derrota en la calle, en las luchas de la clase trabajadora y el pueblo. Si el imperialismo quiere recuperar su régimen bipartidista existente antes del 2001 en Argentina no lo va a lograr por el mero hecho de que Macri haya ganado las elecciones sino que lo hará si derrota en las luchas a los trabajadores, propinándoles más desocupación, hambre y miseria. Esto tiene que darse por un salto cualitativo en las derrotas del movimiento obrero y de masas. No están dadas esas condiciones. Lo mismo va a suceder en Ecuador, Bolivia o Venezuela.

En Brasil el imperialismo si bien no perdió nunca el régimen político de dominación debido al pacto del PT con la burguesía industrial y financiera, se encuentra en medio de un ascenso en la lucha de clases y se aproxima más al “que se vayan todos” del 2001 argentino que a una recomposición política. Esta es la herencia de las jornadas de junio de 2013. Brasil es clave en los planes económicos del imperialismo para sostener la economía mundial capitalista. El PBI de Brasil es, sumando los PBI de Sudamérica, el 60% o más del PBI  total de la región y este año será el segundo consecutivo en recesión con una caída del -3,8%. La paradoja es que al no servirle más el PT como gerenciador corre el riesgo de crear un vacío importante que puede y debe ocupar el PSOL junto al resto de la izquierda porque no se avizora un giro a derecha del movimiento de masas sino un alto grado de repudio a la corrupción que atraviesa al PT, el PMDB y al PSDB. La consigna de Asamblea Constituyente puede volverse cada vez más importante en esta situación.

En Venezuela, la crisis humanitaria provocada por la tenaza que por un lado tiene a la MUD y al imperialismo y por el otro a la boli-burocracia-burguesa del PSUV hace que importantes sectores del movimiento de masas hayan quedado huérfanos políticamente pero que tienen en su memoria colectiva lo que significa el MUD como heredero de AD y COPEI y los yanquis y lo que significó el ascenso social que significó la primera mitad del gobierno de Chávez. Ese pueblo hoy tiene a Marea Socialista como alternativa al punto de medir entre un 10% y 17% sin tener la legalidad electoral negada por el régimen de Maduro que sabe que los chavistas auténticos comienzan a tenerla como referente. Si hubiese elecciones y cayera derrotado el PSUV no significa que haya un cambio brutal en la relación de fuerzas, tiene que mediar una derrota del movimiento de masas - cosa a la que contribuye el gobierno actual con su política desmovilización y pacto con la burguesía – que lejos está de producirse.

Esto que está claro en países que vivieron enormes revoluciones que han tirado gobiernos por medio de la movilización no es tan así en países en los cuales la movilización y la conciencia están más atrás. En el caso de Perú por ejemplo, si bien hay luchas muy importantes contra el extractivismo, viene de un proceso de gobiernos “nacionalistas” que rápidamente claudicaron ante el imperialismo. Allí el aparato Fujimorista todavía domina la mitad del país y salió dominando el parlamento en las últimas elecciones. En este caso una vuelta al poder del clan Fujimori hubiera significado un duro golpe al movimiento de masas y a la reorganización política de la izquierda peruana que viene “remando en el barro” para recomponerse. Por eso la importancia de que no se haya hecho del poder ejecutivo en Perú. Se hubiera podido configurar un régimen de narco estado que hubiese hecho, no imposible, pero más difícil, la construcción de un sujeto político de izquierda y su núcleo revolucionario. El resultado del Frente Amplio demuestra que hay espacio político para construir una herramienta que permita debilitar a los partidos del régimen al mismo tiempo que fortalece una expresión de la izquierda peruana en recomposición. Es importante tener en cuenta estas desigualdades aunque sepamos que Perú es parte del continente y sensible a los avances y retrocesos que haya de conjunto.

La tónica de conjunto se refleja en las movilizaciones que hay de los estudiantes chilenos o los trabajadores uruguayos y paraguayos. Los campesinos de éste último y Colombia. Ecuador y Bolivia con gobiernos “progresistas” con cierta estabilidad no pueden escapar a la crisis económica mundial que los acorrala. Ésta la situación que los atraviesa a todos. No habrá inversiones masivas, ni siquiera alguna de relevancia. El gobierno de Macri en Argentina aspira a que el blanqueo repatrie algún capital pero su centro será profundizar la entrega al imperialismo y la transferencia de riqueza de la clase media y la clase trabajadora a las corporaciones y los sectores burgueses locales que forman parte de la división internacional del trabajo que el imperialismo quiere para los países sudamericanos. No tendrán el margen que otorgaba a inicios del siglo los precios de los commodities y el relativo flujo del comercio mundial. Ni Kuczynski, ni Macri, ni Temer, ni Bachelet o Tabaré Vázquez, menos Maduro tendrá algún margen de maniobra o aire económico en esta situación.

Movilización de trabajadores petroleros en la ciudad de Comodoro Rivadavia, Argentina.


La crisis seguirá avanzando y la lucha de clases se incrementará, esa es la perspectiva. Si bien el resultado de la lucha lo da la lucha, el imperialismo no está en condiciones de revertir la relación de fuerzas en lo inmediato. La contradicción entre una situación objetiva más que madura y la falta de dirección revolucionaria se hará más aguda. Las burocracias sindicales son las grandes sostenedoras de estos débiles gobiernos. La constitución de un reagrupamiento político de la izquierda junto a la inmensa cantidad de movimientos sociales, ambientales y de género en cada país es imprescindible para dar una salida por izquierda a la situación construyendo el sujeto revolucionario y su dirección en ese proceso. Pero esto no solo hay que construirlo a nivel de un país. El subcontinente sudamericano necesita ya poner en pie una organización y dirección regional revolucionaria que coordine campañas en la región y empuje la movilización bajo una corriente que sea vista por el conjunto de los trabajadores, campesinos, luchadores y sectores populares sudamericanos. Es lo que hacen el imperialismo y las viejas corrientes burocráticas, es lo que tenemos que hacer también los revolucionarios porque sobre Sudamérica también están puestos los ojos de muchos sectores de vanguardia que en estos momentos están llevando luchas importantes en el mundo y en algunos casos al frente de nuevas revoluciones y que necesitamos realimentarnos en solidaridad y organización.

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