Revolucion Permanente


 
Publicamos esta entrevista a Gilbert Achcar sobre el proceso revolucionario en el mundo árabe. La traducción al italiano fue presentada por primera vez en el sitio de Antonio Moscato.

Las palabras de Achcar de diciembre del 2012 son de absoluto interés por los elementos de análisis que dan cuenta de los últimos acontecimientos en Túnez y Egipto. La última parte es sobre Siria, y sobre eso invitamos a quien quisiera profundizar a leer los artículos señalados en nuestras notas (entre ellos muchos de Achcar). Vemos hoy la urgencia de una reflexión profunda. En Italia, y no solo, está la tendencia a leer de manera superficial estos procesos revolucionarios. Sentimos demasiado frecuentemente hablar como si la “primavera” se haya transformada en “Invierno”, y frecuentemente se habla con amargura de cómo “se terminó” (y después sorprenderse de “la gente todavía está movilizada”). Esto ocurre no solo de parte de los normales detractores, sino también de quien ha mirado y mira todavía con esperanza, incluso desde una izquierda (aquella que aspira a ser revolucionaria obviamente) muchas veces incapaz de aprender del hilo rojo de las revoluciones que están trastornando la ribera sur del Mediterráneo.

Todo cambia muy rápido. Sea la tendencia inicial de cambiar los deseos con la realidad, tanto como los sucesivos juicios catastrofistas son impresionistas y errados. La realidad es que estamos delante a un desbarajuste revolucionario de larga duración, un proceso revolucionario que inició en diciembre del 2010 y proseguirá en los dos países que han obtenido éxito inicial como en aquellos que todavía no alcanzaron un nivel más alto. Toda la región está en fermentación.”

Son muchas las cuestiones sobre las que discutir. El Medio Oriente es noticia por el ataque contra Gaza o por la situación en Túnez, la toma del poder por Morsi en Egipto o las amenazas contra Iran: un gran número de hechos. Comenzaría con una pregunta sobre un juicio general de las primaveras árabes, de eso que ha sido definido Primavera Árabe y comenzó hace dos años, el 17 de diciembre 2010 en Túnez y no se ha detenido. ¿Puedes darnos los elementos para una comprensión general de lo que significó eso para la región?

Gilbert Achcar: El comentario general que puedo hacer es que, por primera vez en la historia de la región, las cosas están verdaderamente en movimiento y en camino de cambios. Todo eso a un ritmo tan rápido que la región ha entrado en eso que defino un procero revolucionario de larga duración. Situaciones bloqueadas de cualquier tipo están en vía de explosión. Pienso que esta situación quedará así por muchos años por delante.

Hablando de “situaciones bloqueadas” ¿piensas en los regímenes dictatoriales viejos y escleróticos? ¿Puedes decirnos algo en este sentido y en particular sobre la situación actual de Túnez?

Gilbert Achcar: Si, pero debo agregar que se trata de algo más que de regímenes dictatoriales. Bien entendido, estos constituyen la parte más visible de lo bloqueado, aquella que ha sido más directamente golpeada por la sublevación en los países en los cuales hubo victorias hasta este momento. Pero se trata solo de un aspecto de las situaciones bloqueadas más vasto que comprende también un atraso económico. La región tunecina queda atrás respecto al resto del mundo en términos de crecimiento y, más en general, de desarrollo, a pesar de poseer recursos naturales importantísimos. Túnez tiene el record mundial de la tasa de desocupación de muchas décadas. Hay un retroceso social, sin hablar del atraso evidente ligado a la condición de la mujer. Hay un conjunto de elementos que frenan la situación y yo aquí he recordado solo algunos, los más evidentes. Todo esto está explotando en un gigantesco incendio iniciado en Túnez.

Todo comenzó en Túnez el 17 de diciembre 2010. Esta es la fecha en la que Mohamed Bouazizi se prendió fuego, encendiendo la mecha de todo el país y después a toda la región. El hecho que la primavera se haya iniciado en Túnez está ligada a las luchas que en este país hubo en el curso de los años 2000, luchas ligadas a una importante tradición izquierdista, principalmente gracias a las centrales sindicales UGTT (Unión General Tunecina del Trabajo). Es esta especifica situación que explica por qué la explosión ocurre en este país antes que en otros, pero eso no significa que las condiciones hayan sido más maduras en Túnez que en otro lado, como se ha demostrado del hecho que la explosión en Túnez provocó otras en otros países. Casi ningún país de lengua árabe ha sido excluido de la sublevación, del este al oeste de la región: desde Mauritania a Marruecos, a Siria e Iraq.

A cierto punto, sin dudas a causa de los resultados electorales en Egipto y antes todavía en Túnez, hubiera parecido que los vencedores inmediatos de la Primavera Árabe hubiesen sido las organizaciones islámicas como los Hermanos Musulmanes en Egipto. ¿Puedes decirnos algo al respecto, sobretodo de Túnez y después también de Egipto?

Gilbert Achcar: Si, era del todo previsible. El mejor pronóstico respecto de la región era que habrían y que habrán explosiones sociales y políticas: leyendo los reportes de las embajadas de los Estados Unidos, hechos públicos por Wikileaks, surgen que los EEUU no se hacen muchas ilusiones. Se sabía hasta qué punto la situación era tensa y peligrosa. Visto todo esto, la previsión más común era que estas explosiones hubieran empujado hacia adelante en la escena política al movimiento integralista islámico en un momento en el cual – visto desde Washington – este era considerado una amenaza para los intereses norteamericanos. Pero una vez iniciada la revuelta, ha estado la tendencia de intercambiar los deseos por la realidad y a creer que nuevas fuerzas emergentes hubieran estado capaces de conducir el entero proceso, empujando a las fuerzas islámicas a un segundo plano.

Es verdad que surgieron nuevas fuerzas, en particular entre la nueva generación. Es verdad que nuevas redes de jóvenes, utilizando los recursos disponibles de Internet, han cumplido un rol clave construyendo, organizando y coordinando la revuelta; respecto a eso no hay ninguna duda. Pero con las insurrecciones que pedían elecciones libre – una reivindicación normal para un pueblo con sed de democracia, como en estos casos – era todavía evidente que las elecciones a corto plazo habrían sido ganadas por quien tenía los medios para vencerlas. No se pueden ganar las elecciones solo a través de Internet, como Uds. saben bien. Son necesarios los aparatos políticos, dinero, organizaciones radicadas territorialmente, allí donde viven las masas de electores, como en las regiones rurales. Todo esto no se puede inventar o improvisar en pocas semanas y por esta razón era del todo previsible que las fuerzas integralistas islámicas, en particular los Hermanos Musulmanes con sus diversas ramificaciones y organizaciones, hubieran vencido las elecciones. Estas fuerzas disponían de un potencial acumulado en el curso de muchos años dedicados a la construcción de redes, en particular en Egipto donde podían actuar abiertamente. No era así en Túnez, pero esta dificultad fue compensada del hecho que estas fuerzas se beneficiaban del “maná” de los países petroleros y del impacto de la televisión. Muchas redes televisivas de la región están al servicio de estos grupos, sea a través de programas religiosos – hay muchos canales religiosos – o a través del especifico rol político desarrollado por el principal canal satelital regional que es Al Jazeera. Al Jazeera actua abiertamente por cuenta de los Hermanos musulmanes, que tienen una notable influencia en el staff de periodistas pagados por el gobierno de Qatar, que posee y administra Al Jazeera. Por lo tanto disponían de notables recursos, como también, obviamente de mucho dinero proveniente de las monarquías del Golfo.

Era del todo previsible que los Hermanos musulmanes obtuvieran la mayoría de los votos, este dato por lo tanto no representaba una sorpresa. Aquellos que ponen sus propios deseos en lugar de la realidad han reaccionado ante estas elecciones abandonando las visiones idílicas a las cuales habían adherido inicialmente, abrazando, sucesivamente, una idea muy turbia de la situación, con comentarios del tipo “la primavera se transforma en invierno”. Lo que en realidad sorprendió ha sido la debilidad de las victorias electorales de las fuerzas religiosas. El caso emblemático es seguramente Egipto, donde la caída de la influencia y de los resultados electorales de los Hermanos musulmanes ha sido rápida. Es suficiente tomar en consideración el número de votos que los Hermanos musulmanes ha obtenido a las elecciones parlamentarias y sucesivamente en las elecciones presidenciales y, al final, en el referéndum sobre la Constitución: es evidente que han perdido su influencia muy rápidamente. Han perdido terreno y esto es el hecho más sorprendente.

Lo mismo se puede decir de Túnez, a pesar de los problemas de las divisiones en el seno de la izquierda, una izquierda que estaba ridículamente dividida en un número increíble de grupos y organizaciones: en la capital, en el momento de las elecciones, se postularon decenas de listas de izquierda y de la izquierda radical. Si se suman los votos de todas esas listas de izquierda, se obtiene un resultado que hubiera podido traducirse en un número significativo de bancas en el parlamento. No obstante eso, los Hermanos musulmanes tunecinos del movimiento Ennahda obtuvieron el 40% de los votos con una participación a las elecciones de la mitad de los electores con derecho a participar y eso significa que en realidad obtuvieron el 20% del padrón. No se puede decir que se trató de una marea. Túnez, desde entonces, ha conocido el deterioro de las condiciones sociales y la coalición que llegó al poder, dirigida por la fuerza islámica dominante, perdió terreno. Está siendo desacreditada cada vez más a causa de su incapacidad de solucionar los problemas reales a los cuales el país debe hacer frente, aquello que ya he mencionado: desocupación, problemas económicos, sociales, etc.

En Túnez como en Egipto se ha asistido a un aumento de las luchas sociales, de las trabajadoras y de los trabajadores, con enfrentamientos crecientes con los jóvenes dominados por los Hermanos musulmanes en ambos países. Este fenómeno ha alcanzado niveles dramáticos en Túnez con un enfrentamiento entre la UGTT y el gobierno que ya es violento. El país marcha hacia nuevas elecciones pero, también antes de este nuevo turno electoral, los enfrentamientos sociales y políticos se están agravando, en un modo que la entera situación ha llegado a un punto de explosión.  Todo cambia muy rápido. Sea la tendencia inicial de cambiar los deseos con la realidad, tanto como los sucesivos juicios catastrofistas son impresionistas y errados. La realidad es que estamos delante a un desbarajuste revolucionario de larga duración, un proceso revolucionario que inició en diciembre del 2010 y proseguirá en los dos países que han obtenido éxito inicial como en aquellos que todavía no alcanzaron un nivel más alto. Toda la región está en fermentación

¿Qué pasó con el llamado de inicio de diciembre de la UGTT por una huelga general? ¿ha sido retirado?

Gilbert Achcar: El llamado ha sido anulado después de un compromiso. Fundamentalmente, la dirección de la UGTT ha temido que el enfrentamiento se desarrollase en contra dado que el único precedente llamado a la huelga general en el país, en 1978, se resolvió con un enfrentamiento durísimo. Había miedo respecto a que podía suceder. Por esta razón la UGTT acepto replegar su compromiso gracias a lo cual ninguna de las partes ha perdido la cara. No obstante la advertencia ha sido lanzada y la UGTT ha usado palabras claras en su ataque al gobierno y en sus críticas al modo en el cual se comportaba en el poder: continuaban pretendiendo la disolución de las milicias armadas controladas por el partido islámico. Los Hermanos musulmanes, tanto en Egipto como en Túnez, se demostraron más eficaces que Mubarak al recurrir a este tipo de organizaciones.

Así se presenta la situación. La perspectiva es más interesante en Túnez porque es el único país de la región en la cual un movimiento organizado por los trabajadores dirige realmente un proceso político. Estaba ya a la cabeza de las revueltas de diciembre a enero 2011. Fueron los sindicalistas a dirigir la lucha de Sidi Bouzid, la ciudad donde todo comenzó después del suicidio de Bouazizi, hasta el día en que la sublevación termino en la capital. Los militantes sindicales de base y los cuadros intermedios han sido la verdadera dirección de la lucha. Incluso después de la caída de la dictadura hubo un cambio en la dirección de la UGTT que puso en el timón a la izquierda, comprendida aquella radical. La izquierda tunecina había finalmente sacado conclusiones de su reciente experiencia y había llegado a unirse en eso que han llamado Frente Popular. El hecho que esta coalición de fuerzas de izquierda se dominante al interno de la UGTT es extremadamente importante: esto pone a Túnez en un momento más avanzado de la lucha respecto a cualquier otro país de la región.

Pasemos de Túnez a Egipto donde, después de la elecciones de Mohamed Morsi a la presidencia el verano (boreal) pasado, hubo un intento de unificar la oposición contra los Hermanos musulmanes. ¿Puedes decirnos algo respecto de las fuerzas de izquierda después de la revolución?

Gilbert Achcar: Si, pero hay una diferencia importante entre Egipto y Túnez. La diferencia está en el hecho que el rol de la izquierda en Tunez es mucho más importante porque en este país ella es muy activa al interno del movimiento sindical, la UGTT, por varias décadas. Y eso, no obstante que en gran parte de ese periodo la dirección burocratica del sindicato haya estado bajo el control o la influencia del gobierno. La izqueirda quedó siempre muy activa en las secciones sindicales locales: no por casualidad los militantes sindicales más conocidos pertenezcan a la izquierda.

Lamentablemente no existe en otro país una situación similar, incluido Egipto. En Egipto la oposición se organiza en una coalición de izquierda y de fuerzas liberales, comprendidos algunos restos del viejo régimen. Seguramente eso podría ocurrir en Túnez en la medida en que algunas fuerzas de izquierda o del sindicato fuesen tentadas  por una alianza con los restos del viejo régimen en enfrentamiento con los Hermanos musulmanes, la fuerza integralista islámica. Si bien esto ya sucede en Egipto donde Amr Moussa hace parte de la coalición, hay que decir que Moussa representa la fracción liberal del viejo régimen. No es como Ahmed Chafik, el ex candidato presidencial, que era considerado el representante oficial de la continuidad con el régimen de Mubarak. Lo que caracteriza a Egipto es, por lo tanto, una coalición de la izquierda con los liberales. En la medida de que se trata de un frente unido en la reivindicación de democracia, la alianza puede ser considerada legitima. El problema es, sin embargo, que esa alianza va más allá, transformándose en una alianza electoral.  La misma izquierda en su amplitud es representada sobre todo por Hamdin Sabahi, el candidato que ha sorprendido a todos en el primer turno de las elecciones presidenciales llegando en la tercera posición y ganando en el Cairo y Alejandría, las dos más importantes concentraciones urbanas. Fue una gran sorpresa. Sabahi logró representar a aquellos que buscan una alternativa sea al viejo régimen como a las fuerzas islámicas. Después de las elecciones Sabahi fundó la Corriente Popular, a la cual se unió gran parte de los grupos de izquierda radical. La Corriente radical, lamentablemente, ha sido suplantada por una más amplia coalición orientada a desarrollar lo potencial de izquierda cosechado entorno a Sabahi en el primer turno de las elecciones presidenciales.

En Egipto el enfrentamiento con el régimen dirigido por los Hermanos musulmanes levanta la cuestión del rol del ejército. ¿Puedes compartir con nosotros tus reflexiones al respecto? Sea sobre la fuerza como sobre los posibles desarrollos de los problemas económicos y políticos no resueltos: ¿es un régimen que pierde el apoyo electoral y la propia legitimidad electoral y política?

Gilbert Achcar: La velocidad con la cual Morsi pierde tanto terreno como legitimidad es la verdadera sorpresa. Siempre he pensado – y no soy el único – que la gente tuviese necesidad de pasar a través de una experiencia de este tipo, de modo de comprender que es realmente y poder dejar de ser engañada de slogans como “el islam es la revolución”, slogans que esconden la ausencia de concretos programas alternativos. Pero eso está ocurriendo todavía más rápidamente que lo previsto.

Una de las razones es el modo torpe con el cual los Hermanos musulmanes han hecho frente a la situación. Ha dado prueba de mucha arrogancia, creyendo que con la ayuda de Dios hubiese llegado su momento y que tenían las riendas firmemente en las manos. Hubo aquí una gran miopía política. Se hubieran sido más inteligentes, hubieran entendido que todo esto era contrario a sus intereses de gobernar en este momento. Cualquiera que busque dirigir el país con el tipo de programa que ellos tienen – que no es otro que el proseguimiento del programa del viejo régimen – está condenado a una dura derrota. El evento más significativo que tuvo lugar en Egipto fue el acuerdo que Morsi firmó con el FMI. Firmó un acuerdo que incluye las condiciones consideradas fundamentales por todos los potenciales prestatarios del Egipto. Han firmado un acuerdo que corresponde a sus puntos de vista neoliberales que, bien entendido, no son distintas de aquellas del viejo régimen. Mientras los Hermano musulmanes iniciaban a enfrentarse con la oposición, el gobierno Morsi decidió aumentar el precio de los alimentos principales y de modificar el sistema impositivo de modo de no golpear a los más ricos. Esto ha provocado tantas protestas que Morsi días después anular estas medidas en su página de Facebook! Eso demuestra hasta qué punto esta gente no está mínimamente en grado de encontrar una solución real a los profundos problemas económicos y sociales del país.

Ahora llego al rol del ejército.  Hay mucha agitación respecto al “golpe de estado revolucionario” que estaría representado por la exclusión querida de parte de Mohamed Morsi de Hussein Tantaui y de su vice a la cabeza del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, el CSFA. Sin embargo, esto fue realizado con el pleno acuerdo de las jerarquías militares, que habían realmente intentado desembarazarse de estas personas que cubrían esos cargos solamente porque fueron impuestos por Mubarak contra la voluntad de los militares. Basta considerar la edad de Tantaui, muy superior a los límites para poder quedar en el ejercicio activo. Es conocido, según la base de reportes diplomáticos norteamericanos publicados por Wikileaks, que los oficiales llamaban a Tantaui “el linyera de Mubarak”. El hecho de jubilarlo no tenía entonces nada de “revolucionario”. Los dos oficiales recibieron medallas y generosos beneficios y también la inmunidad que los exime de tener que rendir cuentas de eso que hicieron mientras eran a la cabeza del CSFA. La convicción según la cual la posición del ejército hubiera sido debilitada es por lo tanto del todo errada.

Pensemos a lo que pasó recientemente cuando parecía que el enfrentamiento entre Morsi y la oposición hubiese llegado a un punto de no retorno. El nuevo jefe del ejército tomó la iniciativa de presentarse como árbitro de la situación y convocó a una conferencia que hubiera debido reunir al presidente y el gobierno de un lado y la oposición del otro. El ejército había ya hecho declaraciones que son una copia exacta de las declaraciones durante la insurrección contra Mubarak, sosteniendo que no hubieran reprimido al pueblo. El mensaje era el siguiente: “No hemos aceptado ser usados políticamente por Mubarak y no aceptaremos de serlo por parte de Morsi”. Este es el rol del ejército. Se puede suponer que Washington haya insistentemente aconsejado al ejercito de quedar extraño a la disputa, de mantenerse con la ropa de árbitro en modo de poder tener un rol de “salvador” si la situación hubiera degenerado posteriormente, con la repetición de la secuencia tradicional: revolución, caos, golpe de estado. El pueblo egipcio, en cualquier caso, es demasiado crítico del ejército para que cualquier cosa de ese tipo pueda suceder. Pero nadie puede prever lo que podrá suceder en el largo periodo.

Antes de hacerte una pregunta sobre Siria, quisiera pedirte brevemente cual es la importancia de la cuestión palestina y de Gaza en esta situación. El modo en que Morsi ha facilitado el negociado del acuerdo (entre Hamas e Israel) fue interpretado como un buen movimiento de él. El semanario Time, como sabes, lo ha bautizado el hombre más importante del Medio Oriente, para después criticarlo una semana más tarde. ¿Toda la cuestión de Israel y de los palestinos tiene una importancia significativa en este cuadro? ¿Qué nos podes decir?

Gilbert Achcar: esta es una pregunta que nos hace llegar a un punto importante. He hablado de la vanagloria y de la arrogancia de los Hermanos musulmanes. Un elemento clave que explica su comportamiento es el apoyo que tienen de parte de Washington. Este es un elemento central en su propia convicción de estar en la conducción, de poder dirigir la situación. Washington de hecho fue tomada desprevenidamente por la sublevación popular y en un momento en el cual los EEUU se encontraban – y se encuentran – en el momento más bajo de su influencia después de haber alcanzado su apogeo en 1991, con Bush padre, cuando un millón y medio de soldados estadounidenses fueron desplegados en el Golfo en la guerra de los EEUU contra Iraq. En esa época, el apogeo de la hegemonía de los EEUU ha conducido al proceso de paz entre Israel y los Estados Arabes y sucesivamente a los acuerdos de Oslo de 1993. Todo eso está muy atrás nuestro. El factor principal de este resultado es la política de la administración de George W. Bush y la catástrofe más significativa para el imperio norteamericano que fue la ocupación de Iraq. Ello se transformó en un desastre. La FFAA de los EEUU tuvieron que retirarse de Iraq sin alcanzar siquiera uno de los objetivos fundamentales que se habían propuesto ocupando el país. Han debido dejarlo sin siquiera mantener una sola base y sin ejercitar algún control sobre el gobierno, que está mucho más controlado por Irán. La primer cosa que hizo el gobierno iraquí después de la partida de las tropas yanquis fue negociar un acuerdo de armamentos con Rusia. Iraq fue un desastre para los EEUU y no por casualidad se encuentran  en una situación de gran debilidad. Los EEUU se sienten débiles en la región y quedaron en segundo plano durante las operaciones de la NATO en Libia, conservando un bajo perfil, contrariamente a todas las operaciones anteriores, ya sean conducidas por la NATO (en Kosovo y Afganistán) o no (in Iraq). Y se puede muy claramente constatar la impotencia de Washington en el caso de Siria. En esta situación la única fuerza sobre la cual los EEUU podían apostar eran los Hermanos musulmanes.

Fue el Emir de Qatar, gracias a su posición de principal sponsor de los Hermanos musulmanes desde la primera mitad de los años 90, que concluyó el entendimiento. Washington terminó por dirigirse a los Hermanos musulmanes porque perdió sus aliados habituales como Mubarak y Ben Ali. Dado que estamos entrando en una nueva fase en la historia de la región, Washington tiene necesidad de una fuerza que disponga de una verdadera base popular. La única fuerza que encontraron fueron los Hermanos musulmanes, hacia los cuales están bien predispuestos ya que han tenido una larga historia de colaboración. Durante los años 50, 60 y 80 hasta los 90 de siglo pasado, los Hermanos musulmanes estaban alineados con los EEUU, en particular en los años 50 y 60, cuando en toda la región eran vistos como colaboradores de la CIA. Este es el rol que en realidad han tenido, trabajando contra Nasser y contra la influencia soviética en estrecha colaboración con la CIA, con los EEUU y Arabia Saudita. Entonces estaban financiados por los sauditas antes de pasar en los años 90 al apoyo de Qatar. Washington, entonces, apuesta de nuevo en ellos. El rol de Morsi en el episodio de Gaza no es sino el mismo rol que tenía el régimen de Mubarak en el pasado aunque con mayor eficacia gracias al hecho que Hamas es la rama palestina de los Hermanos musulmanes. Por lo tanto tienen una mayor influencia sobre Hamas y en consecuencia pudieron negociar el acuerdo y obtener la congratulación de los EEUU. Washington apunta a estos señores tanto en Tunez, como en Egipto y en futuro en Siria, cuando el régimen caiga. No hay un solo país donde los Hermanos musulmanes no estén presentes y no tengan un rol importante. Por esta razón Washington apuesta a ellos y se muestra extremadamente cauta en sus comentarios sobre lo que sucede en Egipto. La administración Obama de hecho fue más severa al criticar a Mubarak que con los Hermanos musulmanes.

¿Puedes decirnos algo respecto a Siria? En este momento todo el proceso es increíblemente complejo y violento de parte del gobierno y no existe unanimidad en el seno de la oposición, ni siquiera al interior de la izquierda opuesta al régimen, en la medida en la cual algunos de sus segmentos parecen sostener al régimen. ¿Puedes comentarnos los acontecimientos en Siria?

Gilbert Achcar: La Siria no es una excepción respecto del conjunto de las rebeliones de la región, en el sentido que estamos frente un régimen dictatorial, en verdad uno de los más despóticos de la región (junto a la Libia de Kadhafi y del reino saudita). Por otro lado se trata de un país en la cual la crisis socio económica es muy grave, con una tasa de desocupación muy alta, una tasa de pobreza que alcanza el 30% y además una familia reinante que concentra el poder y la riqueza a un nivel increíble. El primo del presidente de Siria controla el 60% de la economía del país. Su riqueza está estimada en 6 mil millones de dólares. Los ingredientes de una mezcla explosiva estaban todos. Y explotó.

A izquierda, están los comunistas que participan del gobierno sirio. Es una tradición que viene de los tiempos de la Unión Soviética, que tenía estrechas relaciones con el régimen sirio – relaciones que fueron continuadas con la Rusia de Putin. La mayoría de la izquierda, por no decir toda la izquierda en el sentido verdadero del término, está contra el régimen. El partido más importante de la izquierda está representado en el Consejo Nacional Sirio: se trata de un ala disidente de los comunistas, que rompió en los años 70 y se opuso a la colaboración con el régimen.

Creer que el régimen sirio sea de “izquierda” o peor aún, que Assad sea un “socialista, un humanista y un pacifista”, como ha declarado Hugo Chávez en modo muy poco feliz es, en el mejor de los casos, fruto de la ignorancia. Cualquiera que se declare de izquierda no debería tener la mínima duda para sostener al pueblo sirio en la lucha contra esta brutal dictadura, explotadora y corrupta. Más allá de esto, en Siria como en cualquier otro país de la región, existen fuerzas que luchan contra el régimen de los integralistas islámicos. Ha sido el caso tanto de Túnez como de Egipto. Esto no puede ser tomado como pretexto para denigrar todo el proceso de revueltas. En Siria, como en otros lados, la izquierda tiene que sostener sin dudar el movimiento popular y al mismo tiempo, donde las dictaduras son derrotadas, tienen que ser apoyadas las fuerzas más progresistas en el seno del movimiento popular, siguiendo este proceso de radicalización al interno de la misma revolución que Marx ha llamado “revolución permanente”.

(Traducido de la versión italiana de Cinzia Nachira de la página de International Tahrir. El texto original en inglés fue publicado en International Socialist Review, periódico del ISO – EEUU. La entrevista fue realizada en diciembre del 2012)

Gilbert Achcar, de origen libanés, es profesor en el SOAS-Universidad de Londres.

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