Revolucion Permanente
Publicamos esta entrevista a
Gilbert Achcar sobre el proceso revolucionario en el mundo árabe. La traducción
al italiano fue presentada por primera vez en el sitio de Antonio Moscato.
Las palabras de Achcar de
diciembre del 2012 son de absoluto interés por los elementos de análisis que
dan cuenta de los últimos acontecimientos en Túnez y Egipto. La última parte es
sobre Siria, y sobre eso invitamos a quien quisiera profundizar a leer los
artículos señalados en nuestras notas (entre ellos muchos de Achcar). Vemos hoy
la urgencia de una reflexión profunda. En Italia, y no solo, está la tendencia
a leer de manera superficial estos procesos revolucionarios. Sentimos demasiado
frecuentemente hablar como si la “primavera” se haya transformada en
“Invierno”, y frecuentemente se habla con amargura de cómo “se terminó” (y
después sorprenderse de “la gente todavía está movilizada”). Esto ocurre no
solo de parte de los normales detractores, sino también de quien ha mirado y
mira todavía con esperanza, incluso desde una izquierda (aquella que aspira a
ser revolucionaria obviamente) muchas veces incapaz de aprender del hilo rojo
de las revoluciones que están trastornando la ribera sur del Mediterráneo.
“Todo cambia muy rápido. Sea la tendencia
inicial de cambiar los deseos con la realidad, tanto como los sucesivos juicios
catastrofistas son impresionistas y errados. La realidad es que estamos delante a un desbarajuste revolucionario de
larga duración, un proceso revolucionario que inició en diciembre del 2010
y proseguirá en los dos países que han obtenido éxito inicial como en aquellos
que todavía no alcanzaron un nivel más alto. Toda la región está en
fermentación.”
Son muchas las cuestiones sobre las que discutir. El Medio Oriente es
noticia por el ataque contra Gaza o por la situación en Túnez, la toma del
poder por Morsi en Egipto o las amenazas contra Iran: un gran número de hechos.
Comenzaría con una pregunta sobre un juicio general de las primaveras árabes, de eso que ha sido definido Primavera Árabe y comenzó hace dos años,
el 17 de diciembre 2010 en Túnez y no se ha detenido. ¿Puedes darnos los
elementos para una comprensión general de lo que significó eso para la región?
Gilbert Achcar: El comentario general que puedo hacer es que, por
primera vez en la historia de la región, las cosas están verdaderamente en
movimiento y en camino de cambios. Todo eso a un ritmo tan rápido que la región
ha entrado en eso que defino un procero revolucionario de larga duración.
Situaciones bloqueadas de cualquier tipo están en vía de explosión. Pienso que
esta situación quedará así por muchos años por delante.
Hablando de “situaciones bloqueadas” ¿piensas en los regímenes
dictatoriales viejos y escleróticos? ¿Puedes decirnos algo en este sentido y en
particular sobre la situación actual de Túnez?
Gilbert Achcar: Si, pero debo agregar que se trata de algo más que
de regímenes dictatoriales. Bien entendido, estos constituyen la parte más
visible de lo bloqueado, aquella que ha sido más directamente golpeada por la
sublevación en los países en los cuales hubo victorias hasta este momento. Pero
se trata solo de un aspecto de las situaciones bloqueadas más vasto que
comprende también un atraso económico. La región tunecina queda atrás respecto
al resto del mundo en términos de crecimiento y, más en general, de desarrollo,
a pesar de poseer recursos naturales importantísimos. Túnez tiene el record
mundial de la tasa de desocupación de muchas décadas. Hay un retroceso social,
sin hablar del atraso evidente ligado a la condición de la mujer. Hay un conjunto
de elementos que frenan la situación y yo aquí he recordado solo algunos, los
más evidentes. Todo esto está explotando en un gigantesco incendio iniciado en
Túnez.
Todo comenzó en Túnez el 17 de
diciembre 2010. Esta es la fecha en la que Mohamed Bouazizi se prendió fuego,
encendiendo la mecha de todo el país y después a toda la región. El hecho que
la primavera se haya iniciado en
Túnez está ligada a las luchas que en este país hubo en el curso de los años
2000, luchas ligadas a una importante tradición izquierdista, principalmente
gracias a las centrales sindicales UGTT (Unión General Tunecina del Trabajo).
Es esta especifica situación que explica por qué la explosión ocurre en este
país antes que en otros, pero eso no significa que las condiciones hayan sido
más maduras en Túnez que en otro lado, como se ha demostrado del hecho que la
explosión en Túnez provocó otras en otros países. Casi ningún país de lengua
árabe ha sido excluido de la sublevación, del este al oeste de la región: desde
Mauritania a Marruecos, a Siria e Iraq.
A cierto punto, sin dudas a causa de los resultados electorales en
Egipto y antes todavía en Túnez, hubiera parecido que los vencedores inmediatos
de la Primavera Árabe hubiesen sido
las organizaciones islámicas como los Hermanos Musulmanes en Egipto. ¿Puedes
decirnos algo al respecto, sobretodo de Túnez y después también de Egipto?
Gilbert Achcar: Si, era del todo previsible. El mejor pronóstico
respecto de la región era que habrían y que habrán explosiones sociales y
políticas: leyendo los reportes de las embajadas de los Estados Unidos, hechos
públicos por Wikileaks, surgen que los EEUU no se hacen muchas ilusiones. Se
sabía hasta qué punto la situación era tensa y peligrosa. Visto todo esto, la
previsión más común era que estas explosiones hubieran empujado hacia adelante
en la escena política al movimiento integralista islámico en un momento en el
cual – visto desde Washington – este era considerado una amenaza para los
intereses norteamericanos. Pero una vez iniciada la revuelta, ha estado la
tendencia de intercambiar los deseos por la realidad y a creer que nuevas
fuerzas emergentes hubieran estado capaces de conducir el entero proceso,
empujando a las fuerzas islámicas a un segundo plano.
Es verdad que surgieron nuevas
fuerzas, en particular entre la nueva generación. Es verdad que nuevas redes de
jóvenes, utilizando los recursos disponibles de Internet, han cumplido un rol
clave construyendo, organizando y coordinando la revuelta; respecto a eso no
hay ninguna duda. Pero con las insurrecciones que pedían elecciones libre – una
reivindicación normal para un pueblo con sed de democracia, como en estos casos
– era todavía evidente que las elecciones a corto plazo habrían sido ganadas
por quien tenía los medios para vencerlas. No se pueden ganar las elecciones
solo a través de Internet, como Uds. saben bien. Son necesarios los aparatos
políticos, dinero, organizaciones radicadas territorialmente, allí donde viven
las masas de electores, como en las regiones rurales. Todo esto no se puede
inventar o improvisar en pocas semanas y por esta razón era del todo previsible
que las fuerzas integralistas islámicas, en particular los Hermanos Musulmanes
con sus diversas ramificaciones y organizaciones, hubieran vencido las
elecciones. Estas fuerzas disponían de un potencial acumulado en el curso de
muchos años dedicados a la construcción de redes, en particular en Egipto donde
podían actuar abiertamente. No era así en Túnez, pero esta dificultad fue
compensada del hecho que estas fuerzas se beneficiaban del “maná” de los países
petroleros y del impacto de la televisión. Muchas redes televisivas de la
región están al servicio de estos grupos, sea a través de programas religiosos
– hay muchos canales religiosos – o a través del especifico rol político
desarrollado por el principal canal satelital regional que es Al Jazeera. Al Jazeera actua
abiertamente por cuenta de los Hermanos musulmanes, que tienen una notable
influencia en el staff de periodistas pagados por el gobierno de Qatar, que
posee y administra Al Jazeera. Por lo
tanto disponían de notables recursos, como también, obviamente de mucho dinero
proveniente de las monarquías del Golfo.
Era del todo previsible que los
Hermanos musulmanes obtuvieran la mayoría de los votos, este dato por lo tanto
no representaba una sorpresa. Aquellos que ponen sus propios deseos en lugar de
la realidad han reaccionado ante estas elecciones abandonando las visiones
idílicas a las cuales habían adherido inicialmente, abrazando, sucesivamente,
una idea muy turbia de la situación, con comentarios del tipo “la primavera se
transforma en invierno”. Lo que en realidad sorprendió ha sido la debilidad de
las victorias electorales de las fuerzas religiosas. El caso emblemático es
seguramente Egipto, donde la caída de la influencia y de los resultados
electorales de los Hermanos musulmanes ha sido rápida. Es suficiente tomar en
consideración el número de votos que los Hermanos musulmanes ha obtenido a las
elecciones parlamentarias y sucesivamente en las elecciones presidenciales y,
al final, en el referéndum sobre la Constitución: es evidente que han perdido
su influencia muy rápidamente. Han perdido terreno y esto es el hecho más
sorprendente.
Lo mismo se puede decir de Túnez,
a pesar de los problemas de las divisiones en el seno de la izquierda, una
izquierda que estaba ridículamente dividida en un número increíble de grupos y
organizaciones: en la capital, en el momento de las elecciones, se postularon
decenas de listas de izquierda y de la izquierda radical. Si se suman los votos
de todas esas listas de izquierda, se obtiene un resultado que hubiera podido
traducirse en un número significativo de bancas en el parlamento. No obstante
eso, los Hermanos musulmanes tunecinos del movimiento Ennahda obtuvieron el 40%
de los votos con una participación a las elecciones de la mitad de los
electores con derecho a participar y eso significa que en realidad obtuvieron
el 20% del padrón. No se puede decir que se trató de una marea. Túnez, desde
entonces, ha conocido el deterioro de las condiciones sociales y la coalición
que llegó al poder, dirigida por la fuerza islámica dominante, perdió terreno.
Está siendo desacreditada cada vez más a causa de su incapacidad de solucionar
los problemas reales a los cuales el país debe hacer frente, aquello que ya he
mencionado: desocupación, problemas económicos, sociales, etc.
En Túnez como en Egipto se ha
asistido a un aumento de las luchas sociales, de las trabajadoras y de los
trabajadores, con enfrentamientos crecientes con los jóvenes dominados por los
Hermanos musulmanes en ambos países. Este fenómeno ha alcanzado niveles
dramáticos en Túnez con un enfrentamiento entre la UGTT y el gobierno que ya es
violento. El país marcha hacia nuevas elecciones pero, también antes de este
nuevo turno electoral, los enfrentamientos sociales y políticos se están
agravando, en un modo que la entera situación ha llegado a un punto de
explosión. Todo cambia muy rápido. Sea la tendencia inicial de cambiar los deseos
con la realidad, tanto como los sucesivos juicios catastrofistas son
impresionistas y errados. La realidad es que estamos delante a un desbarajuste
revolucionario de larga duración, un proceso revolucionario que inició en
diciembre del 2010 y proseguirá en los dos países que han obtenido éxito
inicial como en aquellos que todavía no alcanzaron un nivel más alto. Toda la
región está en fermentación
¿Qué pasó con el llamado de inicio de diciembre de la UGTT por una
huelga general? ¿ha sido retirado?
Gilbert Achcar: El llamado ha sido anulado después de un
compromiso. Fundamentalmente, la dirección de la UGTT ha temido que el
enfrentamiento se desarrollase en contra dado que el único precedente llamado a
la huelga general en el país, en 1978, se resolvió con un enfrentamiento
durísimo. Había miedo respecto a que podía suceder. Por esta razón la UGTT
acepto replegar su compromiso gracias a lo cual ninguna de las partes ha
perdido la cara. No obstante la advertencia ha sido lanzada y la UGTT ha usado
palabras claras en su ataque al gobierno y en sus críticas al modo en el cual
se comportaba en el poder: continuaban pretendiendo la disolución de las
milicias armadas controladas por el partido islámico. Los Hermanos musulmanes,
tanto en Egipto como en Túnez, se demostraron más eficaces que Mubarak al
recurrir a este tipo de organizaciones.
Así se presenta la situación. La
perspectiva es más interesante en Túnez porque es el único país de la región en
la cual un movimiento organizado por los trabajadores dirige realmente un
proceso político. Estaba ya a la cabeza de las revueltas de diciembre a enero
2011. Fueron los sindicalistas a dirigir la lucha de Sidi Bouzid, la ciudad
donde todo comenzó después del suicidio de Bouazizi, hasta el día en que la
sublevación termino en la capital. Los militantes sindicales de base y los
cuadros intermedios han sido la verdadera dirección de la lucha. Incluso
después de la caída de la dictadura hubo un cambio en la dirección de la UGTT
que puso en el timón a la izquierda, comprendida aquella radical. La izquierda
tunecina había finalmente sacado conclusiones de su reciente experiencia y
había llegado a unirse en eso que han llamado Frente Popular. El hecho que esta
coalición de fuerzas de izquierda se dominante al interno de la UGTT es
extremadamente importante: esto pone a Túnez en un momento más avanzado de la
lucha respecto a cualquier otro país de la región.
Pasemos de Túnez a Egipto donde, después de la elecciones de Mohamed
Morsi a la presidencia el verano (boreal) pasado, hubo un intento de unificar
la oposición contra los Hermanos musulmanes. ¿Puedes decirnos algo respecto de
las fuerzas de izquierda después de la revolución?
Gilbert Achcar: Si, pero hay una diferencia importante entre Egipto
y Túnez. La diferencia está en el hecho que el rol de la izquierda en Tunez es
mucho más importante porque en este país ella es muy activa al interno del
movimiento sindical, la UGTT, por varias décadas. Y eso, no obstante que en
gran parte de ese periodo la dirección burocratica del sindicato haya estado
bajo el control o la influencia del gobierno. La izqueirda quedó siempre muy
activa en las secciones sindicales locales: no por casualidad los militantes
sindicales más conocidos pertenezcan a la izquierda.
Lamentablemente no existe en otro
país una situación similar, incluido Egipto. En Egipto la oposición se organiza
en una coalición de izquierda y de fuerzas liberales, comprendidos algunos
restos del viejo régimen. Seguramente eso podría ocurrir en Túnez en la medida
en que algunas fuerzas de izquierda o del sindicato fuesen tentadas por una alianza con los restos del viejo
régimen en enfrentamiento con los Hermanos musulmanes, la fuerza integralista
islámica. Si bien esto ya sucede en Egipto donde Amr Moussa hace parte de la
coalición, hay que decir que Moussa representa la fracción liberal del viejo
régimen. No es como Ahmed Chafik, el ex candidato presidencial, que era
considerado el representante oficial de la continuidad con el régimen de
Mubarak. Lo que caracteriza a Egipto es, por lo tanto, una coalición de la
izquierda con los liberales. En la medida de que se trata de un frente unido en
la reivindicación de democracia, la alianza puede ser considerada legitima. El
problema es, sin embargo, que esa alianza va más allá, transformándose en una
alianza electoral. La misma izquierda en
su amplitud es representada sobre todo por Hamdin Sabahi, el candidato que ha
sorprendido a todos en el primer turno de las elecciones presidenciales
llegando en la tercera posición y ganando en el Cairo y Alejandría, las dos más
importantes concentraciones urbanas. Fue una gran sorpresa. Sabahi logró
representar a aquellos que buscan una alternativa sea al viejo régimen como a
las fuerzas islámicas. Después de las elecciones Sabahi fundó la Corriente
Popular, a la cual se unió gran parte de los grupos de izquierda radical. La
Corriente radical, lamentablemente, ha sido suplantada por una más amplia
coalición orientada a desarrollar lo potencial de izquierda cosechado entorno a
Sabahi en el primer turno de las elecciones presidenciales.
En Egipto el enfrentamiento con el régimen dirigido por los Hermanos
musulmanes levanta la cuestión del rol del ejército. ¿Puedes compartir con
nosotros tus reflexiones al respecto? Sea sobre la fuerza como sobre los
posibles desarrollos de los problemas económicos y políticos no resueltos: ¿es
un régimen que pierde el apoyo electoral y la propia legitimidad electoral y
política?
Gilbert Achcar: La velocidad con la cual Morsi pierde tanto terreno
como legitimidad es la verdadera sorpresa. Siempre he pensado – y no soy el único
– que la gente tuviese necesidad de pasar a través de una experiencia de este
tipo, de modo de comprender que es realmente y poder dejar de ser engañada de
slogans como “el islam es la revolución”, slogans que esconden la ausencia de
concretos programas alternativos. Pero eso está ocurriendo todavía más
rápidamente que lo previsto.
Una de las razones es el modo
torpe con el cual los Hermanos musulmanes han hecho frente a la situación. Ha
dado prueba de mucha arrogancia, creyendo que con la ayuda de Dios hubiese
llegado su momento y que tenían las riendas firmemente en las manos. Hubo aquí
una gran miopía política. Se hubieran sido más inteligentes, hubieran entendido
que todo esto era contrario a sus intereses de gobernar en este momento.
Cualquiera que busque dirigir el país con el tipo de programa que ellos tienen
– que no es otro que el proseguimiento del programa del viejo régimen – está
condenado a una dura derrota. El evento más significativo que tuvo lugar en
Egipto fue el acuerdo que Morsi firmó con el FMI. Firmó un acuerdo que incluye
las condiciones consideradas fundamentales por todos los potenciales
prestatarios del Egipto. Han firmado un acuerdo que corresponde a sus puntos de
vista neoliberales que, bien entendido, no son distintas de aquellas del viejo
régimen. Mientras los Hermano musulmanes iniciaban a enfrentarse con la
oposición, el gobierno Morsi decidió aumentar el precio de los alimentos
principales y de modificar el sistema impositivo de modo de no golpear a los
más ricos. Esto ha provocado tantas protestas que Morsi días después anular
estas medidas en su página de Facebook! Eso demuestra hasta qué punto esta
gente no está mínimamente en grado de encontrar una solución real a los
profundos problemas económicos y sociales del país.
Ahora llego al rol del
ejército. Hay mucha agitación respecto
al “golpe de estado revolucionario” que estaría representado por la exclusión
querida de parte de Mohamed Morsi de Hussein Tantaui y de su vice a la cabeza del
Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, el CSFA. Sin embargo, esto fue
realizado con el pleno acuerdo de las jerarquías militares, que habían
realmente intentado desembarazarse de estas personas que cubrían esos cargos
solamente porque fueron impuestos por Mubarak contra la voluntad de los militares.
Basta considerar la edad de Tantaui, muy superior a los límites para poder
quedar en el ejercicio activo. Es conocido, según la base de reportes
diplomáticos norteamericanos publicados por Wikileaks, que los oficiales
llamaban a Tantaui “el linyera de Mubarak”. El hecho de jubilarlo no tenía
entonces nada de “revolucionario”. Los dos oficiales recibieron medallas y
generosos beneficios y también la inmunidad que los exime de tener que rendir
cuentas de eso que hicieron mientras eran a la cabeza del CSFA. La convicción
según la cual la posición del ejército hubiera sido debilitada es por lo tanto
del todo errada.
Pensemos a lo que pasó
recientemente cuando parecía que el enfrentamiento entre Morsi y la oposición
hubiese llegado a un punto de no retorno. El nuevo jefe del ejército tomó la
iniciativa de presentarse como árbitro de la situación y convocó a una
conferencia que hubiera debido reunir al presidente y el gobierno de un lado y
la oposición del otro. El ejército había ya hecho declaraciones que son una
copia exacta de las declaraciones durante la insurrección contra Mubarak,
sosteniendo que no hubieran reprimido al pueblo. El mensaje era el siguiente:
“No hemos aceptado ser usados políticamente por Mubarak y no aceptaremos de
serlo por parte de Morsi”. Este es el rol del ejército. Se puede suponer que
Washington haya insistentemente aconsejado al ejercito de quedar extraño a la
disputa, de mantenerse con la ropa de árbitro en modo de poder tener un rol de
“salvador” si la situación hubiera degenerado posteriormente, con la repetición
de la secuencia tradicional: revolución, caos, golpe de estado. El pueblo
egipcio, en cualquier caso, es demasiado crítico del ejército para que
cualquier cosa de ese tipo pueda suceder. Pero nadie puede prever lo que podrá
suceder en el largo periodo.
Antes de hacerte una pregunta sobre Siria, quisiera pedirte brevemente
cual es la importancia de la cuestión palestina y de Gaza en esta situación. El
modo en que Morsi ha facilitado el negociado del acuerdo (entre Hamas e Israel)
fue interpretado como un buen movimiento de él. El semanario Time, como sabes, lo ha bautizado el
hombre más importante del Medio Oriente, para después criticarlo una semana más
tarde. ¿Toda la cuestión de Israel y de los palestinos tiene una importancia
significativa en este cuadro? ¿Qué nos podes decir?
Gilbert Achcar: esta es una pregunta que nos hace llegar a un punto
importante. He hablado de la vanagloria y de la arrogancia de los Hermanos
musulmanes. Un elemento clave que explica su comportamiento es el apoyo que
tienen de parte de Washington. Este es un elemento central en su propia convicción
de estar en la conducción, de poder dirigir la situación. Washington de hecho
fue tomada desprevenidamente por la sublevación popular y en un momento en el
cual los EEUU se encontraban – y se encuentran – en el momento más bajo de su
influencia después de haber alcanzado su apogeo en 1991, con Bush padre, cuando
un millón y medio de soldados estadounidenses fueron desplegados en el Golfo en
la guerra de los EEUU contra Iraq. En esa época, el apogeo de la hegemonía de
los EEUU ha conducido al proceso de paz entre Israel y los Estados Arabes y
sucesivamente a los acuerdos de Oslo de 1993. Todo eso está muy atrás nuestro.
El factor principal de este resultado es la política de la administración de
George W. Bush y la catástrofe más significativa para el imperio norteamericano
que fue la ocupación de Iraq. Ello se transformó en un desastre. La FFAA de los
EEUU tuvieron que retirarse de Iraq sin alcanzar siquiera uno de los objetivos
fundamentales que se habían propuesto ocupando el país. Han debido dejarlo sin
siquiera mantener una sola base y sin ejercitar algún control sobre el
gobierno, que está mucho más controlado por Irán. La primer cosa que hizo el
gobierno iraquí después de la partida de las tropas yanquis fue negociar un
acuerdo de armamentos con Rusia. Iraq fue un desastre para los EEUU y no por
casualidad se encuentran en una situación
de gran debilidad. Los EEUU se sienten débiles en la región y quedaron en
segundo plano durante las operaciones de la NATO en Libia, conservando un bajo
perfil, contrariamente a todas las operaciones anteriores, ya sean conducidas
por la NATO (en Kosovo y Afganistán) o no (in Iraq). Y se puede muy claramente
constatar la impotencia de Washington en el caso de Siria. En esta situación la
única fuerza sobre la cual los EEUU podían apostar eran los Hermanos
musulmanes.
Fue el Emir de Qatar, gracias a
su posición de principal sponsor de los Hermanos musulmanes desde la primera
mitad de los años 90, que concluyó el entendimiento. Washington terminó por
dirigirse a los Hermanos musulmanes porque perdió sus aliados habituales como Mubarak
y Ben Ali. Dado que estamos entrando en una nueva fase en la historia de la región,
Washington tiene necesidad de una fuerza que disponga de una verdadera base
popular. La única fuerza que encontraron fueron los Hermanos musulmanes, hacia
los cuales están bien predispuestos ya que han tenido una larga historia de colaboración.
Durante los años 50, 60 y 80 hasta los 90 de siglo pasado, los Hermanos
musulmanes estaban alineados con los EEUU, en particular en los años 50 y 60,
cuando en toda la región eran vistos como colaboradores de la CIA. Este es el
rol que en realidad han tenido, trabajando contra Nasser y contra la influencia
soviética en estrecha colaboración con la CIA, con los EEUU y Arabia Saudita.
Entonces estaban financiados por los sauditas antes de pasar en los años 90 al
apoyo de Qatar. Washington, entonces, apuesta de nuevo en ellos. El rol de
Morsi en el episodio de Gaza no es sino el mismo rol que tenía el régimen de
Mubarak en el pasado aunque con mayor eficacia gracias al hecho que Hamas es la
rama palestina de los Hermanos musulmanes. Por lo tanto tienen una mayor
influencia sobre Hamas y en consecuencia pudieron negociar el acuerdo y obtener
la congratulación de los EEUU. Washington apunta a estos señores tanto en
Tunez, como en Egipto y en futuro en Siria, cuando el régimen caiga. No hay un
solo país donde los Hermanos musulmanes no estén presentes y no tengan un rol
importante. Por esta razón Washington apuesta a ellos y se muestra
extremadamente cauta en sus comentarios sobre lo que sucede en Egipto. La administración
Obama de hecho fue más severa al criticar a Mubarak que con los Hermanos
musulmanes.
¿Puedes decirnos algo respecto a Siria? En este momento todo el proceso
es increíblemente complejo y violento de parte del gobierno y no existe
unanimidad en el seno de la oposición, ni siquiera al interior de la izquierda
opuesta al régimen, en la medida en la cual algunos de sus segmentos parecen
sostener al régimen. ¿Puedes comentarnos los acontecimientos en Siria?
Gilbert Achcar: La Siria no es una excepción respecto del conjunto
de las rebeliones de la región, en el sentido que estamos frente un régimen dictatorial,
en verdad uno de los más despóticos de la región (junto a la Libia de Kadhafi y
del reino saudita). Por otro lado se trata de un país en la cual la crisis
socio económica es muy grave, con una tasa de desocupación muy alta, una tasa
de pobreza que alcanza el 30% y además una familia reinante que concentra el
poder y la riqueza a un nivel increíble. El primo del presidente de Siria
controla el 60% de la economía del país. Su riqueza está estimada en 6 mil
millones de dólares. Los ingredientes de una mezcla explosiva estaban todos. Y explotó.
A izquierda, están los comunistas
que participan del gobierno sirio. Es una tradición que viene de los tiempos de
la Unión Soviética, que tenía estrechas relaciones con el régimen sirio –
relaciones que fueron continuadas con la Rusia de Putin. La mayoría de la
izquierda, por no decir toda la izquierda en el sentido verdadero del término,
está contra el régimen. El partido más importante de la izquierda está
representado en el Consejo Nacional Sirio: se trata de un ala disidente de los
comunistas, que rompió en los años 70 y se opuso a la colaboración con el régimen.
Creer que el régimen sirio sea de
“izquierda” o peor aún, que Assad sea un “socialista, un humanista y un
pacifista”, como ha declarado Hugo Chávez en modo muy poco feliz es, en el
mejor de los casos, fruto de la ignorancia. Cualquiera que se declare de
izquierda no debería tener la mínima duda para sostener al pueblo sirio en la
lucha contra esta brutal dictadura, explotadora y corrupta. Más allá de esto,
en Siria como en cualquier otro país de la región, existen fuerzas que luchan
contra el régimen de los integralistas islámicos. Ha sido el caso tanto de
Túnez como de Egipto. Esto no puede ser tomado como pretexto para denigrar todo
el proceso de revueltas. En Siria, como en otros lados, la izquierda tiene que
sostener sin dudar el movimiento popular y al mismo tiempo, donde las
dictaduras son derrotadas, tienen que ser apoyadas las fuerzas más progresistas
en el seno del movimiento popular, siguiendo este proceso de radicalización al
interno de la misma revolución que Marx ha llamado “revolución permanente”.
(Traducido de la versión italiana de Cinzia Nachira de la página de
International Tahrir. El texto original en inglés fue publicado en International Socialist Review, periódico del ISO
– EEUU. La entrevista fue realizada en diciembre del 2012)
Gilbert Achcar, de origen libanés, es profesor en el
SOAS-Universidad de Londres.
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