Nahuel Moreno (1924-1987)


La vida de cada uno de nosotros es el resultado de una combinación de diferentes factores. Esa combinación de elementos desiguales es una constante en nuestro desarrollo. Somos por así decirlo un ejemplo vivo de la ley del desarrollo desigual y combinado. Si tomamos como parámetro la “importancia” de cada uno de ellos también veríamos una desigualdad. Algunas personas pasan por nuestra vida, aprendemos de ellos un poco o mucho, pero no todas marcan a fuego una traza o nos señalan un camino a recorrer. Nahuel Moreno ha sido una de las pocas personas que han influenciado mi vida y la de miles de militantes revolucionarios en muchos de países del continente americano y europeo.

A Moreno no lo he conocido personalmente. Cuando yo era un simple contacto en el año 86 una compañera me prestó para leer “Revoluciones del siglo XX”, que para mí fue un hallazgo teórico importante para mi formación política. Allí vi por primera vez su nombre. A fines de ese año creo que leí “Conversaciones con Nahuel Moreno”. Pero más allá de eso, no tenía idea de lo que significaba para los compañeros del partido y de la Internacional. Todavía no militaba. Hasta que un 26 de enero, de 1987 mirando el noticiero en televisión me enteré de su muerte y vi las imágenes del cortejo. Fue algo que me impactó y atiné rápidamente a llamar a esa compañera para saludarla. Allí me explicó de su importancia. A fines de febrero de ese año me integré a un equipo del partido en la facultad. Desde entonces me considero un militante revolucionario.

Nahuel Moreno fue uno de los más grandes dirigentes del trotskismo después de la II guerra mundial. El que permitió que el trotskismo ortodoxo resistiera en una época en que el estalinismo era la dirección del movimiento obrero en muchos países o donde lo eran grandes partidos nacionalistas burgueses como el peronismo argentino. Esas condiciones hicieron vivir al movimiento trotskista con pocas posibilidades de tener influencia política de masas y de padecer, además, en su interior de corrientes que cedían a las presiones vanguardistas o intelectuales. Moreno resistió ese doble embate. Supo defender al trotskismo ortodoxo de ese doble peligro permitiendo su sobrevivencia.

Una de esas batallas fue la que libró al interior de la IV internacional en los años ’50 contra el “entrismo sui generis” que llevaba a una disolución de los partidos revolucionarios en los partidos estalinista o nacionalistas burgueses. O la que libró años más tarde entre el IX y X congreso de la IV Internacional en los primeros años de la década del 70 contra la desviación vanguardista que llevaba la dirección de la IV por entonces. Por el contrario, el Morenismo bregó siempre por elaborar políticas en base a las necesidades del movimiento obrero y de masas y no por tal o cual inquietud de la vanguardia por más grande que ésta fuera. De esa pelea surgió un material indispensable para la construcción de partidos revolucionarios que posteriormente editamos en el libro “El Partido y La Revolución”. En esos años donde una inmensa vanguardia era influenciada por el guerrillerismo no le impidió elogiar y polemizar con el mismo Che en “Guevara: Heroe y Martir” o escribir en 1986, algunos años después de la revolución Nica, las indispensables “Tesis sobre el Guerrillerismo”.

Otra de sus grandes obras fue “La Dictadura Revolucionaria del Proletariado”, libro que salió al cruce de la política “eurotrotskista” que capitulaba a la socialdemocracia europea y al eurocomunismo de fines de los años ’70 qué se independizaban de Moscú pero para irse al reformismo. Ésta obra es, en mi opinión, una clase magistral de lógica dialéctica. Porque están señaladas muchas cuestiones de método en la explicación y discusión de los argumentos. En este sentido es insoslayable señalar su obra “Lógica Marxista y Ciencias Modernas” que es un libro de estudio en algunas universidades como la de Lisboa o “Método de Interpretación de la Historia Argentina” uno de los pocos libros que analiza desde el punto de vista marxista el desarrollo histórico de ese país.

También nos dejó muchos “Escritos sobre Revolución Política” donde siguió con insuperable pasión revolucionaria los acontecimientos que se desarrollaban en la Unión Soviética y los países del Este de Europa. Desde sus Tesis de Leeds en 1958, luego de la experiencia de la revolución húngara de 1956, o sobre la revolución política en Polonia de los años 80 y Solidaridad.

Pero si de algo siempre estuvo preocupado fue en la construcción partidaria. Fruto de ellos fue el haber logrado el más grande partido trotskista del mundo, el Movimiento Al Socialismo argentino y también una de las corrientes internacionales más dinámicas, la Liga Internacional de los Trabajadores. Su obsesión por la formación de cuadros y militantes lo llevó a elaborar muchos materiales de formación sobre principios, política, táctica y estrategia o elaborar una teoría sobre las revoluciones conocidas hasta entonces o dirigir escuelas de cuadros de las cuales se editaron desgrabaciones, o sobre “Problemas de Organización” de los partidos revolucionarios.

Muchas de sus obras son verdaderas elaboraciones y superaciones críticas del trotskismo como por ejemplo “Actualización del Programa de Transición” editado en 1980, donde rescatando las líneas esenciales de la teoría de la revolución permanente, ubicaba un programa para la etapa de la lucha de clases de entonces.

Otras de sus luchas fue combatir el sectarismo. Él era un convencido de que la política era una palanca fundamental para el desarrollo de nuevas direcciones revolucionarias. No creía que ello fuese resultado de un desarrollo lineal del propio partido sino de un proceso donde las tácticas unitarias cumplirían un rol fundamental. También luchó contra el oportunismo, la otra cara de la misma moneda, levantando siempre una política revolucionaria en función de las necesidades presentes del movimiento de masas y de su nivel actual de conciencia contra las corrientes políticas que capitulan a los gobiernos o direcciones burguesas.

Una de las enseñanzas más importantes de Moreno fue que no hay direcciones infalibles y que hay que ser militantes críticos, por eso en el Manifiesto de Fundación de la LIT escribió “Nos equivocamos mucho, es un hecho, y nos vamos a equivocar mucho, lo cual también es un hecho, no una hipótesis o futurología. Garantizo que como dirigentes internacionales y nacionales nos vamos a seguir equivocando. Menos que antes, pero vamos a seguir cometiendo errores. (…) Debemos reconocer los errores para que las camadas jóvenes aprendan a pensar y criticarnos, sin por ello dejar de respetarnos. Siempre hicimos propaganda a favor de ello. Nosotros nos hicimos sin el apoyo de una verdadera internacional. Por eso decimos que nuestra formación fue bárbara. Nos hicimos en un país semicolonial ubicado en un costado del mundo, que no era centro revolucionario ni cultural. Existían pocos libros marxistas en castellano en nuestros comienzos. Después fuimos conociendo a los dirigentes trotskistas. Los admirábamos, pero nunca hablaban de sus errores. Se creían geniales. Y con ellos el trotskismo era lastimoso. Resolvimos invertir el problema: prepararíamos la mentalidad de los jóvenes camaradas a partir de nuestros errores, inculcado la crítica, enseñando nuestras inmensas limitaciones. Los partidos y dirigentes hacían su historia para demostrar que siempre acertaban. Nosotros la hicimos mostrando los errores”.

Por eso fue un dirigente autocrítico porque ha cometido errores. Algunos los señala en Conversaciones. Uno de ellos fue el cuidado del equipo de dirección. “Pero mi problema más grave es el del equipo de dirección: cómo cuidarlo, hacer todos los sacrificios necesarios para que los dirigentes tengan buenas relaciones entre ellos. Durante un largo período no entendí ese problema. Cuando por fin lo comprendí, gracias a la dirección del Socialist Workers Party y a Joe Hansen en especial, ya era tarde. Algunos compañeros de la vieja guardia sostienen que la ruptura del viejo equipo de dirección, con Bengochea, Lagar, Fucitto y otros, el mejor que ha tenido el partido en toda su historia, era inevitable debido a la influencia política del castrismo. Ese factor existió, pero yo creo que se agregaron elementos de tipo subjetivo, aportados por mí. Preferí discutir y ejercer la verdad en abstracto, en lugar de poner todo el cuidado posible para mantener ese equipo. Tal vez no sea así, pero yo moriré con esa duda y esa pena”.
Pero volviendo al presente y a la temática de este sitio que es el análisis de la situación política mundial, no puedo dejar de señalar algo que Moreno planteó en su charla debate con el economista y sociólogo alemán André Gunder Frank en 1984: “¿Puede o no ser derrotado el imperialismo por los trabajadores de Norteamérica? Yo creo que existe la posibilidad. Estoy en contra del fatalismo y del optimismo fatalístico, que nos ha llevado a desastres. Pero mí actitud no es optimista fatalística. (…) No sabemos qué va a pasar cuando el proletariado de los países adelantados entre a combatir. (…) Yo no creo que sea inevitable el triunfo del socialismo. Entonces lo indispensable es luchar, luchar con rabia para ver si triunfamos, eso es indispensable, porque podemos triunfar. No hay ningún Dios que haya fijado que no podemos hacerlo”.

Han pasado 25 años de la desaparición física de Nahuel Moreno, han pasado muchas cosas en este tiempo. Desde la caída de los regímenes dictatoriales estalinistas, hasta la crisis estrepitosa de la económica capitalista que nunca pudo levantar cabeza de su crisis inicial a fines de los años ’60. El surgimiento de una poderosa movilización revolucionaria en América Latina. La caída de los regímenes decenales de Ben Ali, Moubarak o Kadhafi en el norte de Africa e Israel cada vez más acorralado. El empantanamiento del imperialismo en sus aventuras de Irak y Afganistán que le trajo más problemas que soluciones. El desastre medioambiental que está provocando la depredación capitalista. La crisis tremenda de Europa y los EEUU. Cada vez nos acercamos más, cada día que pasa la situación objetiva nos lleva al interrogante de 1984. ¿Qué Tesis Mundial podría escribir hoy el viejo Nahuel?


Ahora queda en nuestras manos resolver ese problema. Recordar a Nahuel Moreno significa seguir su obra, seguir construyendo esa dirección revolucionaria que nos ayudará a resolver la salida a este laberinto.

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