El Fin de un régimen internacional

 

Quienes siguen mis artículos saben de lo que estoy hablando. No se trata solo de la caída de un imperialismo sino de la caída de un régimen internacional imperialista que no solo comprende a los EEUU sino también al Europeo.

Éste régimen surgió epocalmente en la segunda guerra mundial bajo la conducción del imperialismo triunfante y en condiciones de poner bajo su órbita al mundo entero. Quien le abrió la bienvenida fue el Reino Unido quien dio un paso al costado como imperialismo predominante.

Casi sin interposición EEUU pasa a dominar su “patrio trasero” siendo Argentina su última resistencia en 1955 y luego el resto del mundo que no estaba bajo la nefasta política del Kremlin. Esto con todas las contradicciones de la época ya que el retroceso de los imperios europeos dio lugar, luego de la segunda guerra mundial, a un proceso revolucionario independentista que abrió paso a gobiernos independientes pero que con el pasar de los años fueron siendo estrangulados por la propia crisis del sistema capitalista de inicios de los años 70.

Esa crisis también golpeó a los países del llamado “bloque socialista” ya que su “socialismo” dentro de las fronteras nacionales era algo reaccionario y no podían sobrevivir en el marco de un sistema mundial dominado por el capitalismo imperialista.

¿Por qué un régimen internacional?. Porque el dominio del imperialismo se basó en el dominio de gobiernos lacayos bajo una gran centralización que abarcaba desde intervenciones directas o indirectas, dictaduras militares, gobiernos alineados, medios de comunicación, ONGs, captación de los mejores científicos, etc.

Su latiguillo de batalla eran las condiciones de vida de su propia población, básicamente en EEUU y Europa, para machacar contra la falta de libertades y en ocasiones de bienes materiales del “socialismo en un solo país”.

Pero ellos mostraban solo la parte “privilegiada" de ese régimen que durante las primeras décadas de posguerra hasta mediados de los 70 podían mostrar. Pero esa era una cara, la otra cara del régimen imperialista eran sus Pinochet, Videla, Stroessner, y todas las dictaduras militares que eran suyas y así lo expresaban “serán hijos de puta pero son nuestros”.

Pero además en esos países dominados por el imperialismo la población penaba con planes económicos de hambre, baja del salario, aumento de la desocupación, desatención en la salud, educación, cultura etc.

Hoy solo en EEUU lo único que pueden mostrar son millones de personas sin seguro médico, con un bono para poder alimentarse y miles de personas deambulando por las calles presos del uso de drogas.

Solo cuando cayó el muro de Berlín y con él la teoría del “socialismo en un solo país”, el dominio de los EEUU llegó a su máximo posible. Al mismo tiempo, previo a eso, la lucha de los pueblos se sacaron varias dictaduras de encima y eligieron sus gobiernos mediante el voto. Pero lo que se impuso fue el modelo bipartidista de dominación como espejo del régimen interno de los propios EEUU. 

Esa fue la década de mayor dominio. Pero se agotó y los pueblos volvieron a salir a las calles y terminaron con el régimen bipartidista, básicamente en América Latina. Otras movilizaciones revolucionarias acabarían mucho después con las dictaduras en el mundo árabe.

No fueron solo revoluciones en relación a los gobiernos (por ejemplo, el Argentinazo del 2001) sino que fueron revoluciones contra el régimen también, pero no contra el régimen formal, institucional, interno de un país que sigue bajo las mismas instituciones, sino que fueron revoluciones contra el régimen internacional imperialista. No fue el incendio de un árbol, sino del bosque entero.

Pero la constante crisis del sistema mundial capitalista abierta con flujos y reflujos en los años 70 no se detuvo. Siguió en el 2002 y reventó en el 2008. Esa crisis estalló en Medio Oriente que, por falta de una dirección revolucionaria, tuvo la inevitable recuperación del control imperialista. La única experiencia independiente con todas las dificultades fue la de la revolución de Rojava al nordeste de Siria que aún sobrevive en un océano de dominaciones imperialistas y regionales. Algo encomiable. Y la lucha constante del pueblo palestino que hace entrar en crisis al dominio imperialista y a su gendarme Israel.

Pero la crisis del régimen internacional de EEUU principalmente y de Europa se  siguió profundizando con la irrupción de una nueva potencia económica, tecnológica y militar: CHINA.

Una dirección nacionalista (históricamente bonapartista revolucionaria) y reformista, que todos los pronósticos simplistas, poco rigurosos y mecanicistas de los años 80 pensaban que se convertiría con sus reformas en una colonia o semicolonia del imperialismo, logró convertirse en una superpotencia mundial, bajo una política basada en el capitalismo de estado (leer mis artículos anteriores sobre LENIN y CHINA) y en el desarrollo del comercio internacional y de su propio mercado interno y en una espectacular extensión comercial internacional y con una ventaja tecnológica difícil de descontar para el imperialismo occidental.

EEUU está tan mal que su propio régimen interno está en una crisis descomunal a tal punto que no se sabe si Trump es el más cuerdo o más loco en todo esto ya que su contraparte europea está pensando seriamente (o aberrantemente) en una guerra con Rusia para que una masiva destrucción de las fuerzas productivas pueda hacer que el sistema capitalista pueda reflorecer. Claro, si es que queda algo en pie…

En toda esta locura, los trabajadores y pueblos del mundo solo pueden sacar ventaja de una sola cosa: la caída del imperialismo yanqui y europeo bajo la movilización revolucionaria del movimiento de masas.

No hay un régimen alternativo. O el que viene es similar, con otros imperialismos capitalistas nuevos o estudiamos seriamente qué significa realmente lo que viene y dejamos de etiquetar de manera simplista al “imperialismo” chino.

Un nuevo régimen internacional imperialista significa una gran centralización a nivel planetario. ¿Hará eso China? ¿Rusia? ¿Qué es lo central y objetivo para los pueblos oprimidos y explotados por el imperialismo yanqui ahora que está desesperado por no perder su patrio trasero? ¿Qué es lo que más fuerzas va a liberar y a su vez fortalecer a la clase trabajadora y los pueblos de América Latina? ¿Qué pasa si EEUU invade Venezuela? ¿Acaso Venezuela no tiene derecho a solicitar la participación de otros países para rechazar esa invasión? Hay que acostumbrarse a ir hasta el final en la política y no quedarse a mitad de camino sobre todo si es una lucha justa.

Si los yanquis fracasan allí o el gobierno de Trump cae, los gobiernos como el de Milei no terminan el día. Esta situación es tremendamente complicada para EEUU y Europa. Es fundamental ser capaz de construir una alternativa de movilización en EEUU para impedir la agresión yanqui y también en Europa contra el repiqueteo de los tambores de guerra que propicia la UE. En ese camino construir una alternativa al partido Demócrata y Republicano y hacer realidad la caída del régimen bipartidista en EEUU.

Pero lo importante es distinguir qué es lo fundamental o cual es la contradicción más importante a resolver. Hoy pasa por impulsar la movilización contra la agresión norteamericana contra Venezuela y la lucha contra los planes de esclavización laboral y de entrega de los gobiernos capitalistas subordinados. Ambas apuntan contra el imperialismo yanqui ya que es el impulsor de esas políticas.

Vivimos una etapa de transición histórica que podría ayudar a la revolución socialista que será mundial o no será. Por eso sigo sosteniendo lo que Trotsky señala en La Revolución Traicionada: “La época transitoria entre el capitalismo y el socialismo, considerada en su conjunto, no exige la disminución de la circulación de mercancías, sino, por el contrario, su extremo desarrollo. Todas las ramas de la industria se transforman y crecen, se crean nuevas incesantemente, y todas deben determinar cuantitativa y cualitativamente sus situaciones recíprocas”. China puede convertirse en un motor económico de esa transición, que debe desarrollarse de manera independiente en todas las regiones del mundo pero para ese desarrollo hacen falta dos cosas: La caída del régimen internacional imperialista y el surgimiento de una dirección revolucionaria internacionalista. La primera la estamos viviendo, la segunda todavía no se encuentra ni en su etapa embrionaria. Tal vez si es parte de lo primero pueda surgir para convertirse en lo segundo.

Fabio Marucci


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