LENIN: INFORME SOBRE LA TÁCTICA DEL PCR (Partido Comunista de Rusia)* (5 DE JULIO 1921)

 *La URSS fue establecida en diciembre de 1922

Estimados lectores, esta vez quiera traer aquí un informe oral que hizo Lenin el 5 de julio de 1921 al Partido Comunista de Rusia. Como corresponde Lenin inicia el informe con la situación internacional y la situación del poder soviético en relación a eso para luego ingresar en la política nacional, las relaciones entre las clases (obrera y campesina fundamentalmente) y la política de alianza entre ellos (fundamentalmente económica) para preservar al nuevo estado proletario. Allí vemos como genialmente Lenin postula el "capitalismo de estado" [en un Estado Obrero] como política de desarrollo industrial y aumento de la producción en el campo, que según él podría llevar décadas si la revolución internacional no diese un giro positivo. Aquí quiero dar mi opinión: 1) Que lejos años luz está esto de la teoría reaccionaria estalinista del "socialismo en un solo país" cuyo fracaso lo echó al basurero de la historia. 2) Esto no significa dejar de impulsar la movilización revolucionaria a nivel internacional ya que existía la III Internacional para ello. 3) Cuan importante era para Lenin el avance tecnológico (en el informe se expresa en la capacidad de electrificación de la industria) y tener en las propias manos esos avances. 4) Si, con la firme dirección del partido comunista y Lenin, de seguir aun con vida, hubiera llevado adelante una planificación económica centralizada basada en estos conceptos probablemente otro hubiera sido el destino de la URSS y de la revolución mundial sobre todo con el advenimiento de la 2da Guerra Mundial. Pero esto ultimo es contra fáctico.


Camaradas, hablando con franqueza, no he podido preparar adecuadamente este informe. Lo único que pude preparar de modo sistemático fue la traducción de mi folleto sobre el impuesto en especie y las tesis sobre la táctica del Partido Comunista de Rusia .

 

Sólo deseo agregar algunas explicaciones y observaciones a este material. Yo creo que para explicar la táctica de nuestro partido, debemos comenzar antes que nada, por examinar la situación internacional. Ya analizamos detalladamente la situación económica del capitalismo internacional, y el Congreso [internacional] aprobó resoluciones precisas sobre el particular.


En mis tesis me refiero a este tema muy brevemente y sólo desde el punto de vista político. Dejo de lado las bases económicas, pero creo que al discutir la posición internacional de nuestra República debemos tener en cuenta el hecho que en el plano político ahora se ha establecido cierto equilibrio entre las fuerzas que venían librando una lucha abierta, armada, por la hegemonía de una u otra clase dirigente. Es un equilibrio entre la sociedad burguesa, la burguesía internacional en su conjunto por un lado, y la Rusia soviética por el otro. Es, por supuesto, un equilibrio sólo en un sentido limitado. Es sólo en relación con esta lucha militar, que yo afirmo que cierto equilibrio se ha producido en la situación internacional. Sin duda es necesario subrayar que este es sólo un equilibrio relativo, y muy inestable. En los Estados capitalistas se ha acumulado mucho material inflamable, así como en los países que hasta hoy han sido considerados simplemente como objetos y no como sujetos de la historia, es decir, las colonias y semicolonias; es perfectamente posible pues, que tarde o temprano, y muy repentinamente también, estallen en esos países, insurrecciones, grandes batallas y revoluciones. En los últimos años hemos presenciado la lucha directa de la burguesía internacional contra la primera República proletaria. Esta lucha ha sido el centro de la situación política mundial y es justamente ahí donde se ha producido un cambio. A causa de que la burguesía internacional fracasó en su intento de asfixiar nuestra república, se estableció un equilibrio, aunque, por supuesto, muy inestable. 


Sabemos perfectamente bien, por supuesto, que la burguesía internacional es en la actualidad mucho más fuerte que nuestra República, y que sólo una singular combinación de circunstancias le impiden continuar la guerra contra nosotros. Durante las últimas semanas hemos presenciado nuevas tentativas en el Extremo Oriente (1) de reanudar la invasión, y no hay la menor duda de que se repetirán tentativas similares. Nuestro partido no tiene dudas al respecto. Para nosotros es importante hacer constar que existe un equilibrio inestable, que debemos aprovechar esta tregua teniendo en cuenta los rasgos característicos de la situación actual, y adaptar nuestra táctica a los rasgos específicos de esta situación, pero sin olvidar un solo instante que la necesidad de la lucha armada puede volver a surgir repentinamente. Nuestra tarea sigue siendo organizar y fortalecer el Ejército Rojo. En relación con el problema del abastecimiento de víveres también debemos continuar pensando, antes que nada, en nuestro Ejército Rojo. En la situación internacional actual, cuando debemos estar preparados para nuevos ataques y nuevos intentos de invasión de la burguesía internacional, no podemos adoptar ninguna otra línea. Sin embargo, en cuanto a nuestra política práctica, tiene alguna importancia el hecho de que se haya alcanzado cierto equilibrio en la situación internacional, pero sólo en el sentido de que debemos reconocer que, si bien el movimiento revolucionario ha hecho progresos, en cambio el desarrollo de la revolución internacional no ha seguido este año un camino tan recto como esperábamos. Cuando iniciamos la revolución internacional, lo hicimos no porque estábamos convencidos de que podíamos anticipar su desarrollo, sino porque toda una serie de circunstancias nos impulsaron a iniciarla. Nosotros pensamos: o la revolución internacional viene en nuestra ayuda, y en este caso nuestra victoria estará plenamente asegurada, o haremos nuestra modesta labor revolucionaria en la convicción de que, aun en caso de derrota, habremos servido a la causa de la revolución y que nuestra experiencia será de utilidad para otras revoluciones. 


Era claro para nosotros que la victoria de la revolución proletaria era imposible sin el apoyo de la revolución internacional. Antes de la revolución, y aun después de ella, pensábamos: o estalla la revolución inmediatamente —o por lo menos muy pronto— en los otros países, en los países capitalistas más desarrollados, o debemos perecer. A pesar de esta convicción, hicimos todo lo posible para proteger el sistema soviético en todas las circunstancias y a toda costa, porque sabíamos que no sólo estábamos trabajando para nosotros mismos, sino también para la revolución internacional. Sabíamos esto, habíamos expresado repetidamente esta convicción, antes de la Revolución de Octubre, inmediatamente después de ella y cuando concertamos la paz de Brest-Litovsk. Y hablando en general, esto era correcto. 


Pero, en realidad, los acontecimientos no siguieron un camino tan recto como esperábamos. En otros grandes países, más desarrollados desde el punto de vista capitalista, la revolución no se ha iniciado hasta ahora. Es verdad, podemos decirlo con satisfacción, que la revolución se desarrolla en todo el mundo y que sólo debido a esto la burguesía internacional no está en condiciones de estrangularnos, aunque económica y militarmente es cien veces más fuerte que nosotros. (Aplausos.)


En el § 2 de las tesis examino cómo se creó esta situación y las conclusiones que debemos sacar de ella. Permítanme añadir que la conclusión definitiva que hago es la siguiente: el desarrollo de la revolución internacional que nosotros previmos continúa, aun cuando no siga un camino tan recto como esperábamos. A primera vista es evidente, que después de concertada la paz, por mala que haya sido, no fue posible iniciar la revolución en otros países capitalistas, aunque sabemos que los síntomas revolucionarios han sido muy importantes y frecuentes, incluso mucho más importantes y frecuentes de lo que pensábamos entonces. Ahora están comenzando a aparecer folletos que nos muestran que en los últimos años y meses estos síntomas revolucionarios han sido en Europa mucho más serios de lo que sospechábamos. ¿Qué debemos hacer ahora? Debemos preparar a fondo la revolución y hacer un profundo estudio de su desarrollo concreto en los países capitalistas avanzados. 


Esta es la primera lección que debemos sacar de la situación internacional. Debemos aprovechar esta breve tregua para nuestra República Soviética y adaptar nuestra táctica a esta zigzagueante línea de la historia. Este equilibrio es políticamente muy importante, porque vemos con claridad que en muchos países del oeste de Europa, donde las grandes masas de la clase obrera, y posiblemente la inmensa mayoría de la población, están organizadas, el principal punto de apoyo de la burguesía lo constituyen justamente las organizaciones de la clase obrera hostiles, afiliadas a la II Internacional y a la Internacional II 1/2. Hablo de esto en el § 2 de las tesis y creo que al respecto debo tocar sólo dos puntos, que fueron discutidos durante el debate sobre táctica. 


Primero, la conquista de la mayoría del proletariado. Cuanto más organizado esté el proletariado en un país capitalista desarrollado, tanto más nos exigirá la historia en la preparación de la revolución y tanto más profundamente deberemos conquistar a la mayoría de la clase obrera. Segundo, el principal punto de apoyo del capitalismo en los países industrialmente desarrollados lo constituye precisamente la parte de la clase obrera organizada en la II Internacional y en la Internacional II ½. Si la burguesía internacional no se apoyase en estos sectores de la clase obrera, en estos elementos contrarrevolucionarios surgidos de la clase obrera, no podría sostenerse de ningún modo. (Aplausos.) También quisiera poner de relieve aquí la significación del movimiento en las colonias. En este sentido, vemos en todos los viejos partidos, en todos los partidos obreros burgueses y pequeñoburgueses afiliados a la II Internacional y a la Internacional II 1/2, supervivencias de las antiguas concepciones sentimentales; insisten en su profunda simpatía por los pueblos coloniales y semicoloniales oprimidos. El movimiento nacional dé los países coloniales es mirado todavía como un movimiento insignificante y totalmente pacífico. Pero no es así.


Desde comienzos del siglo XX se han producido en este sentido grandes cambios: millones y centenares de millones de personas —en los hechos, la inmensa mayoría de la población del globo— intervienen hoy como factores revolucionarios, activos e independientes. Y está perfectamente claro que en las futuras batallas decisivas de la revolución mundial, el movimiento de la mayoría de la población del globo, encaminado inicialmente hacia la liberación nacional, se volverá contra el capitalismo y el imperialismo, y desempeñará probablemente un papel revolucionario mucho más importante de lo que esperamos. Es importante destacar que nosotros, por primera vez en nuestra Internacional, comenzamos a preparar esta lucha. En este inmenso ámbito hay, por supuesto, muchas más dificultades que en ningún otro, pero, de todos modos, el movimiento avanza y las masas trabajadoras, los campesinos de los países coloniales, a pesar de ser aún atrasados, desempeñarán un papel revolucionario fundamental en las futuras fases de la revolución mundial. (Vivas muestras de aprobación.) 


En cuanto a la situación política interna de nuestra República, debo comenzar con un riguroso examen de las relaciones de clase. Durante los últimos meses han tenido lugar cambios en esta esfera y hemos visto formarse nuevas organizaciones de la clase explotadora dirigida contra nosotros. La tarea del socialismo es abolir las clases. En las primeras filas de la clase explotadora están los grandes terratenientes y los capitalistas industriales. Con respecto a ellos el trabajo de destrucción es bastante fácil y puede ser cumplido en unos cuantos meses, y ocasionalmente incluso en unas cuantas semanas o días. En Rusia hemos expropiado a nuestros explotadores, a los grandes terratenientes, así como a los capitalistas. Durante la guerra, no tenían su propia organización y sólo actuaban como lacayos de las fuerzas armadas de la burguesía internacional. Ahora, después de haber rechazado los ataques de la contrarrevolución internacional, se constituyeron en el extranjero organizaciones de la burguesía y de todos los partidos contrarrevolucionarios rusos. Se puede calcular en un millón y medio o dos millones el número de emigrados rusos diseminados por todos los países extranjeros. En casi todos los países publican periódicos, y todos los partidos, los de los terratenientes y los pequeños burgueses, sin excluir a los socialistas revolucionarios ni a los mencheviques, están estrechamente vinculados con los elementos burgueses extranjeros, es decir, reciben suficiente dinero como para disponer de su propia prensa; podemos observar en el extranjero, un trabajo coordinado de todos los partidos políticos que existían antes en Rusia, sin excepción, y ver cómo la prensa rusa "libre" en el extranjero, comenzando por la de los socialistas revolucionarios y mencheviques, y terminando por la prensa monárquica más reaccionaria, defiende los intereses de la gran propiedad agraria. Esto, en cierta medida, facilita nuestra tarea, porque podemos observar más fácilmente las fuerzas del enemigo, comprobar su grado de organización y las tendencias políticas existentes en su campo. 


Por otro lado, naturalmente, dificulta nuestro trabajo, porque los emigrados contrarrevolucionarios rusos recurren a todos los medios de que disponen para preparar la lucha contra nosotros. Esta lucha, de nuevo, muestra en general que el instinto de clase y la conciencia de clase de las clases dominantes son todavía mayores que la conciencia de clase de las clases oprimidas, a pesar de que en este sentido la revolución rusa ha hecho más que todas las revoluciones anteriores. En Rusia no hay una sola aldea en la que el pueblo, los oprimidos, no haya sido impulsado a la actividad. A pesar de ello, si consideramos fríamente el grado de organización y la claridad política de las ideas que existen entre los emigrados contrarrevolucionarios rusos, veremos que la conciencia de clase de la burguesía es todavía superior a la de los explotados y oprimidos. Esa gente hace todas las tentativas posibles y aprovecha hábilmente todas las oportunidades para atacar en una forma o en otra a la Rusia soviética y desmembrarla. Sería muy instructivo —y creo que los camaradas extranjeros lo harán— observar de modo sistemático las aspiraciones más importantes, los movimientos tácticos más importantes y las más importantes tendencias de la contrarrevolución rusa. Ésta opera fundamentalmente en el extranjero, y no les será muy difícil a los camaradas extranjeros observarlo. En algunos aspectos debemos aprender de este enemigo. Los emigrados contrarrevolucionarios están muy bien informados, están muy bien organizados, son buenos estrategas. Y pienso que una sistemática comparación y estudio de la manera en que se organizan y aprovechan cada oportunidad, puede ejercer, desde el punto de vista de la propaganda, gran influencia sobre la clase obrera. Esto no es teoría general, es política práctica y aquí se ve lo que el enemigo aprendió. Durante los últimos años la burguesía rusa ha sufrido una terrible derrota. Dice un antiguo proverbio, que los ejércitos derrotados aprenden mucho. El derrotado ejército reaccionario aprendió mucho y aprendió bien. Estudia con gran avidez, y en realidad ha hecho grandes progresos. Cuando tomamos el poder de una sola embestida, la burguesía rusa estaba desorganizada, no estaba políticamente desarrollada. Ahora, yo creo, está a la altura del actual desarrollo europeo occidental. Debemos tenerlo en cuenta, debemos mejorar nuestra propia organización y los métodos, y haremos cuanto podamos para lograrlo. Fue relativamente fácil para nosotros, y creo que será igualmente fácil para las demás revoluciones, vencer a estas dos clases explotadoras. 


Pero además de estas clases explotadoras, hay en casi todos los países capitalistas —a excepción, quizá, de Inglaterra— una base de pequeños productores y pequeños agricultores. Hoy el problema fundamental de la revolución es cómo luchar contra estas dos clases. Para librarnos de ellas debemos aplicar otros métodos que los empleados en la lucha contra los grandes terratenientes y capitalistas. Pudimos simplemente expropiar y expulsar a estas clases, y así lo hicimos. Pero no podemos hacer lo mismo con las clases capitalistas que aún quedan, los pequeños productores y la pequeña burguesía, que existen en todos los países. En la mayoría de los países capitalistas estas clases constituyen una minoría muy considerable, aproximadamente del 30 al 45 por ciento de la población. Si les agregamos los elementos pequeñoburgueses de la clase obrera, resultará incluso más del 50 por ciento. No se los puede expropiar o expulsar; en su caso, hay que aplicar otros métodos de lucha. Desde el punto de vista internacional —si consideramos la revolución internacional como un proceso único—, la significación del período que ahora sé inicia en Rusia es esencialmente que debemos encontrar una solución práctica al problema de las relaciones que el proletariado debe establecer con esta última clase capitalista en Rusia. Teóricamente todos los marxistas resolvieron bien y fácilmente este problema; pero la teoría y la práctica son dos cosas distintas, y la solución práctica de este problema no es lo mismo, ni mucho menos, que la solución teórica. Sabemos positivamente que hemos cometido errores serios. Es una señal de enorme progreso, desde el punto de vista internacional, que tratemos de determinar la actitud que debe adoptar el proletariado en el poder hacia la última clase capitalista, hacia la base más profunda del capitalismo, hacia la pequeña propiedad privada, hacia el pequeño productor. Ahora este problema surge prácticamente ante nosotros. Pienso que lo resolveremos. En todo caso, la experiencia que estamos realizando será útil para las futuras revoluciones proletarias y ellas sabrán prepararse mejor desde el punto de vista técnico para resolver este problema. En mis tesis traté de analizar el problema de la actitud del proletariado hacia el campesinado. Por primera vez en la historia hay un Estado en el que sólo existen dos clases, el proletariado y el campesinado. La última representa la inmensa mayoría de la población. Naturalmente, es muy atrasada. ¿Cómo se pone prácticamente de manifiesto en el desarrollo de la revolución la actitud del proletariado, dueño del poder, hacia el campesinado? La primera forma es la alianza, una estrecha alianza. Esta es una tarea muy difícil, pero de todos modos económica y políticamente posible. 


¿Cómo abordamos prácticamente este problema? Hemos hecho una alianza con el campesinado. Interpretamos esta alianza del siguiente modo: el proletariado emancipa al campesinado de la explotación de la burguesía, de su dirección e influencia, y lo atrae de su lado para derrotar juntos a los explotadores. Los mencheviques argumentan así: el campesinado constituye una mayoría; nosotros somos demócratas puros, por consiguiente la mayoría debe decidir. Pero como el campesinado no puede actuar por sí solo, esto, en la práctica, significa ni más ni menos que la restauración del capitalismo. La consigna es la misma: alianza con el campesinado. Cuando decimos esto, entendemos el fortalecimiento y la consolidación del proletariado. Hemos tratado de realizar esta alianza entre el proletariado y el campesinado, y la primera etapa fue una alianza militar. Los tres años de guerra civil crearon enormes dificultades, pero, en cierto sentido, facilitaron nuestra tarea. Es posible que esto resulte extraño, pero es verdad. La guerra no fue algo nuevo para los campesinos; ellos comprendían muy bien la guerra contra los explotadores, contra los grandes terratenientes. Las grandes masas campesinas estaban de nuestro lado. A pesar de las inmensas distancias y de que la mayoría de nuestros campesinos no saben leer ni escribir, comprendían nuestra propaganda muy fácilmente. Esto prueba que las amplias masas —y esto también se aplica a los países más avanzados—aprenden mucho más rápidamente por su propia experiencia práctica que por los libros. Y en nuestro país, además, la experiencia práctica del campesinado fue facilitada por el hecho de que Rusia es tan excepcionalmente extensa que, en un mismo período, sus diferentes regiones podían atravesar diferentes etapas de desarrollo. 


En Siberia y en Ucrania la contrarrevolución pudo triunfar transitoriamente, porque allí la burguesía tenía de su lado al campesinado, porque el campesinado estaba contra nosotros. Los campesinos decían frecuentemente: "Somos bolcheviques, pero no comunistas. Estamos por los bolcheviques, porque expulsaron a los terratenientes, pero no por los comunistas, porque están contra la hacienda individual". Y por cierto tiempo la contrarrevolución pudo ganar en Siberia y en Ucrania, porque la burguesía hizo progresos en su lucha por influir al campesinado; pero bastó un período muy breve para abrir los ojos a los campesinos. Rápidamente adquirieron experiencia y bien pronto dijeron: "Sí, los bolcheviques son gente bastante desagradable; no los apreciamos, pero son mejores que los guardias blancos y la Asamblea Constituyente". Entre ellos "Asamblea Constituyente" es palabra injuriosa. No sólo entre los comunistas instruidos sino también entre los campesinos. Éstos saben por experiencia que la Asamblea Constituyente y los guardias blancos son la misma cosa, que los últimos siguen inevitablemente a la primera. Los mencheviques utilizan también el argumento de la alianza militar con el campesinado, pero no comprenden que la alianza militar sola es insuficiente. No puede haber alianza militar sin alianza económica. El hombre no vive del aire; nuestra alianza con el campesinado no se hubiese mantenido por un período prolongado sin el fundamento económico, que fue la base de nuestra victoria en la guerra contra nuestra burguesía. Después de todo nuestra burguesía estaba unida con toda la burguesía internacional. La base de nuestra alianza económica con el campesinado era, por supuesto, muy simple, e incluso rudimentaria. El campesinado recibió de nosotros toda la tierra y apoyo contra los grandes terratenientes. A cambio de esto, debíamos obtener víveres. Esta alianza era algo completamente nueva y no se basaba en las relaciones comunes entre productores de mercancías y consumidores. Nuestros campesinos comprendían esto mucho mejor que los héroes de la II Internacional y de la Internacional II 1/2. Se decían a sí mismos: "Estos bolcheviques son dirigentes severos, pero después de todo, son nuestra propia gente". Sea como sea, echamos pues las bases de una nueva alianza económica. Los campesinos dieron sus productos al Ejército Rojo y recibieron de él protección para defender sus propiedades. Esto es olvidado siempre por los héroes de la II Internacional que, como Otto Bauer, no comprenden en absoluto la situación actual. Reconocemos que la forma inicial de esta alianza era muy primitiva y que cometimos muchos errores. Pero estábamos obligados a actuar lo antes posible, debíamos organizar a toda costa el abastecimiento del ejército. Durante la guerra civil estuvimos aislados de todas las zonas cerealeras de Rusia. Estábamos en una terrible situación, y parece casi un milagro que el pueblo ruso y la clase obrera pudiesen soportar tales sufrimientos, necesidades y privaciones, sin tener otra cosa que una incontenible voluntad de vencer. (Vivas muestras de aprobación y aplausos.) 


Cuando terminó la guerra civil, enfrentamos un problema distinto. Si el país no hubiera estado tan devastado después de siete años de guerra incesante, quizás hubiera sido posible una transición más fácil a una nueva forma de alianza entre el proletariado y el campesinado. Pero la ya difícil situación del país se agravó todavía más por la mala cosecha, por la escasez de forrajes, etc. Como consecuencia de ello los sufrimientos de los campesinos se hicieron insoportables. Debíamos mostrar inmediatamente a las grandes masas campesinas que, sin desviarnos para nada de la senda revolucionaria, estábamos dispuestos a cambiar nuestra política de manera que los campesinos pudieran decirse: los bolcheviques quieren mejorar inmediatamente y a toda costa nuestra insoportable situación.


Así, pues, se produjo el cambio de nuestra política económica: el impuesto en especie reemplazó a la requisa. Esto no fue inventado de golpe. En la prensa bolchevique durante un período de varios meses, encontrarán ustedes una serie de propuestas, pero no se llegó a trazar un plan que realmente prometiese éxito. Pero esto no es importante. Lo importante es que modificamos nuestra política económica ajustándonos exclusivamente a circunstancias prácticas e impulsados por la necesidad. La mala cosecha, la escasez de forrajes y la falta de combustible tienen, por cierto, una influencia decisiva en toda la economía, incluida la economía campesina. Si el campesinado se declara en huelga, no obtenemos leña, y si no tenemos leña, las fábricas tendrán que parar. Por lo tanto, en la primavera de 1921, la crisis económica resultante de una cosecha desastrosa y de la escasez de forrajes alcanzó proporciones gigantescas. Todo esto fue consecuencia de los tres años de guerra civil. Era necesario mostrar a los campesinos que podíamos y queríamos modificar rápidamente nuestra política con el objeto de aliviar de inmediato su miseria. Siempre hemos dicho —en el II Congreso también lo dijimos—, que la revolución requiere sacrificios.


Algunos camaradas argumentan, en su propaganda, del siguiente modo: estamos preparados para hacer la revolución, pero no debe ser demasiado dura. Si no me equivoco, esta tesis fue presentada por el camarada Smeral en su discurso en el Congreso del Partido Checoslovaco (2). Lo leí en el informe publicado en el Vorwärts de Reichenberg. Allí hay, evidentemente, una tendencia levemente de izquierda. Por lo tanto, esta fuente no puede ser considerada enteramente imparcial. De todos modos, debo decir que si Smeral dijo esto, está equivocado. Algunos oradores que hablaron después de Smeral en este Congreso dijeron: "Sí, acompañaremos a Smeral, porque así evitaremos la guerra civil". (Risas.) Si todo esto es verdad, debo decir que semejante agitación no es comunista ni revolucionaria. Naturalmente, cada revolución impone enormes sacrificios para la clase que la lleva a cabo. La revolución difiere de la lucha corriente porque diez, y hasta cien veces más personas toman parte en ella. Por esto cada revolución impone sacrificios, no sólo a unos pocos, sino a toda una clase. La dictadura del proletariado en Rusia ha impuesto a la clase dominante, el proletariado, sacrificios, necesidades y privaciones como jamás conoció la historia, y es muy probable que en cualquier otro país se repetirá el mismo proceso. Surge la pregunta: ¿Cómo distribuiremos estas privaciones? Somos el poder estatal. Hasta cierto punto, podemos repartir las privaciones, imponerlas a varias clases, y así aliviar relativamente la situación de algunas capas de la población. ¿De acuerdo con qué principio debemos proceder? ¿Según el principio de la justicia o de la mayoría? No. Debemos proceder prácticamente. Debemos hacer la distribución de modo de mantener el poder del proletariado. Este es nuestro único principio. Al comienzo de la revolución, la clase obrera sufrió necesidades increíbles. Permítanme señalar que cada año nuestra política de abastecimiento de víveres logra mayores éxitos. Y la situación, en general, ha mejorado indudablemente. Pero es innegable que con la revolución el campesinado en Rusia salió ganando más que la clase obrera. No hay la menor duda al respecto. Desde el punto de vista teórico, esto indica, claro está, que nuestra revolución era, en cierto sentido, una revolución burguesa. Cuando Kautsky empleó este argumento contra nosotros, nos reímos. 


Naturalmente, una revolución que no expropia la gran propiedad terrateniente, no expulsa a los grandes terratenientes y no reparte la tierra, es sólo una revolución burguesa y no socialista. Sin embargo, fuimos el único partido que supo llevar la revolución burguesa hasta el final y facilitar la lucha por la revolución socialista. El poder soviético y el sistema soviético son instituciones del Estado socialista. Ya hemos establecido estas instituciones, pero aún no hemos resuelto el problema de las relaciones económicas entre el campesinado y el proletariado. Queda mucho por hacer y el resultado de esta lucha dependerá de si resolvemos o no este problema. Así pues, la distribución de las privaciones es prácticamente uno de los problemas más difíciles. En general, la situación de los campesinos ha mejorado, pero sobre la clase obrera han recaído duros sufrimientos precisamente porque ella ejerce su dictadura. 


Ya he dicho que en la primavera de 1921 la escasez de forrajes y la mala cosecha provocaron la más espantosa indigencia entre los campesinos, que son la mayoría de nuestra población. No podemos subsistir si no tenemos buenas relaciones con las masas campesinas. De ahí que nuestra tarea fue prestarles ayuda inmediata. La situación de la clase obrera es extremadamente difícil. Sus sufrimientos son horribles. Aquellos que tienen mayor comprensión política, sin embargo, comprenden que, en interés de la dictadura de la clase obrera, debemos hacer grandes esfuerzos para ayudar a los campesinos a toda costa. La vanguardia de la clase obrera lo ha comprendido, pero dentro de esta vanguardia, hay aún gente que no puede entenderlo o está demasiado extenuada para entenderlo. Consideraron esto como un error y comenzaron a usar la palabra oportunismo. Decían que los bolcheviques ayudan a los campesinos. Los campesinos, que nos explotan, reciben todo cuanto quieren, mientras los obreros pasan hambre. ¿Pero acaso esto es oportunismo? Estamos ayudando a los campesinos, porque sin una alianza con ellos el poder político del proletariado es imposible, y es imposible conservarlo. Precisamente esta consideración práctica, y no la de una justa distribución fue lo decisivo para nosotros. Estamos ayudando a los campesinos porque es absolutamente necesario hacerlo así, para que podamos retener el poder político. El principio supremo de la dictadura es mantener la alianza entre el proletariado y el campesinado, a fin de que el proletariado pueda retener el papel dirigente y el poder estatal. 


El único recurso que encontramos para ello fue la adopción del impuesto en especie, que es consecuencia inevitable de la lucha. Este año implantaremos por primera vez este impuesto. Este principio no fue ensayado todavía en la práctica. De la alianza militar debemos pasar a una alianza económica y, teóricamente, la única base posible de esta última es establecer el impuesto en especie. Proporciona la única posibilidad teórica de colocar una base económica realmente sólida para la sociedad socialista, La fábrica socializada proporciona sus productos a los campesinos y éstos, a cambio, entregan cereales. Es esta la única forma posible de existencia de la sociedad socialista, la única forma de construcción socialista en un país en el cual los pequeños campesinos constituyen la mayoría, o al menos, una minoría muy considerable. Los campesinos entregarán una parte de sus productos en forma de impuesto, y otra a cambio de los productos de la fábrica socialista o mediante el intercambio de mercancías. Llegamos aquí al problema más difícil. El impuesto en especie significa, como es lógico, libertad de comercio. El campesino, después de haber pagado el impuesto en especie, tendrá derecho a intercambiar libremente su excedente de cereales. Esta libertad de intercambio implica libertad para el capitalismo. Lo decimos abiertamente y lo subrayamos. De ningún modo lo ocultamos. Nuestras cosas irían mal si tratáramos de ocultarlo. La libertad de comercio significa libertad para el capitalismo, pero también significa una nueva forma de capitalismo. Significa que, hasta cierto punto, estamos creando un nuevo capitalismo. Y lo estamos haciendo abiertamente. Es capitalismo de Estado. Pero capitalismo de Estado en una sociedad en la que el poder pertenece al capital, y capitalismo de Estado en un Estado proletario, son dos conceptos diferentes. En un Estado capitalista, capitalismo de Estado significa que es reconocido y controlado por el Estado en beneficio de la burguesía y en contra del proletariado. En el Estado proletario, por el contrario, se hace eso mismo en beneficio de la clase obrera, con el propósito de que pueda mantenerse frente a la burguesía aún poderosa y luchar contra ella. Es claro que debemos hacer concesiones a la burguesía y al capital extranjero. Sin la más mínima desnacionalización entregaremos en arriendo minas, bosques y yacimientos petrolíferos a capitalistas extranjeros, para recibir a cambio artículos industriales, máquinas, etc., y poder entonces restaurar nuestra propia industria. 


Naturalmente, en el problema del capitalismo de Estado no estuvimos todos de acuerdo inmediatamente. Pero nos agrada mucho comprobar al respecto que nuestro campesinado está progresando, que ha comprendido plenamente la significación histórica de la lucha que estamos librando en estos momentos. Simples campesinos de los lugares más remotos han llegado hasta nosotros y nos han dicho: "¿Cómo? ¿Hemos expulsado a nuestros capitalistas, los capitalistas que hablan ruso, y ahora vienen capitalistas extranjeros?" ¿Acaso esto no muestra que nuestros campesinos se han desarrollado? No es necesario explicar a un obrero que entiende el problema económico por qué es necesario esto. Hemos sido tan arruinados por los siete años de guerra, que se requerirán muchos años para restaurar nuestra industria. Tenemos que pagar por nuestro atraso, por nuestra debilidad, por lo que estamos aprendiendo ahora, por lo que aún debemos aprender. Quien desee aprender debe pagar por la enseñanza. Debemos explicar esto a todos y a cada uno, y si lo demostramos en la práctica, las grandes masas de campesinos y obreros estarán de acuerdo con nosotros, porque de esta manera su situación mejorará inmediatamente, y porque asegurará la restauración de nuestra industria. ¿Qué es lo que nos impulsa a hacer esto? No estamos solos en el mundo. Existimos en un sistema de Estados capitalistas (3) ... Por un lado están los países coloniales, que todavía no pueden ayudarnos, y por otro, los países capitalistas, que son nuestros enemigos. El resultado es cierto equilibrio, sumamente precario, es verdad. Pero, con todo, debemos tener en cuenta este hecho; no debemos cerrar los ojos si queremos existir. U obtenemos una victoria inmediata sobre toda la burguesía, o pagamos el tributo. Admitimos abiertamente y no ocultamos que las concesiones en el capitalismo de Estado significa pagar un tributo al capitalismo. Pero ganamos tiempo, y ganar tiempo significa ganar todo, particularmente en una época de equilibrio, cuando nuestros camaradas extranjeros están preparando profundamente su revolución. Y cuanto más profundos sean estos preparativos tanto más segura será la victoria. Mientras tanto, pagaremos el tributo. 


Unas palabras sobre nuestra política de abastecimiento de víveres. Indudablemente fue primitiva y mala. Pero también podemos señalar algunos éxitos. Al respecto debo subrayar, una vez más, que la única base económica posible del socialismo es la gran industria maquinizada. Quien olvide esto no es comunista. Debemos analizar este problema concretamente. No podemos presentar problemas como lo hacen los teóricos del viejo socialismo. Debemos presentarlos de manera práctica. ¿Qué significa la gran industria moderna? Significa la electrificación de toda Rusia. Suecia, Alemania y Norteamérica casi han logrado realizar esto, aunque son todavía países burgueses. Un camarada de Suecia me decía que allí está electrificada gran parte de la industria, y también el 30 por ciento de la agricultura. En Alemania y en Norteamérica, países capitalistas aún más desarrollados, vemos lo mismo en mayor escala. La gran industria maquinizada no es otra cosa que la electrificación de todo el país. Ya hemos creado una comisión especial constituida por los mejores economistas y técnicos. Es cierto que casi todos ellos están en contra del poder soviético. Todos estos especialistas llegarán al comunismo, pero no como nosotros, no pasando veinte años de trabajo clandestino durante el cual estudiamos, repetimos y machacamos incesantemente el abecé del comunismo. Casi todos los órganos del poder soviético estuvieron de acuerdo en recurrir a los especialistas. Los ingenieros especializados vendrán a nosotros cuando les mostremos en forma práctica que con eso se desarrollan las fuerzas productivas del país. No es suficiente mostrarles esto en teoría, debemos mostrárselos en la práctica. Y ganaremos a esta gente si planteamos el problema de otro modo, no sobre la base de una propaganda teórica del comunismo. Decimos: la gran industria es el único medio de salvar al campesinado de las necesidades y el hambre. Todos están de acuerdo con esto. ¿Pero cómo hacerlo? La restauración de la industria sobre la vieja base requiere  demasiado trabajo y tiempo. Debemos dar a la industria formas más modernas, es decir, adoptar la electrificación. Esto tomará mucho menos tiempo. Ya hemos trazado los planes de electrificación. Más de 200 especialistas —casi todos ellos opositores al poder soviético— trabajaron en ello con gran interés, aunque no son comunistas. Desde el punto de vista científico y técnico, sin embargo, tuvieron que reconocer que este era el único camino acertado. Naturalmente, tenemos un largo camino por recorrer antes de que se realice el plan. 


Los especialistas más cautelosos afirman que para la primera parte de las obras se necesitarán por lo menos diez años. El profesor Ballod ha calculado que se necesitarán tres o cuatro años para electrificar Alemania. Pero para nosotros incluso diez años es demasiado poco. En mi tesis doy datos concretos para mostrarles lo poco que hemos hecho hasta ahora en este ámbito. Las cifras citadas son tan modestas, que en seguida queda claro que tienen más valor propagandístico que científico. Sin embargo, debemos comenzar por la propaganda. Los campesinos rusos que lucharon en la guerra mundial y vivieron algunos años en Alemania aprendieron cómo se debe organizar una hacienda según métodos modernos para acabar con el hambre. Debemos realizar una amplia propaganda en este sentido. Estos planes, por sí solos, tienen todavía escaso valor práctico, pero su valor propagandístico es muy grande. Los campesinos comprenden que hay que crear algo nuevo. Comprenden que esto no puede ser hecho con el trabajo de cada uno-separadamente, sino con el trabajo de todo el Estado en su conjunto. En el cautiverio alemán los campesinos vieron y aprendieron cuál es la base real de una vida civilizada. Doce mil kilovatios es un comienzo muy modesto. Esto puede parecer gracioso al extranjero que conozca la electrificación norteamericana, alemana o sueca. Pero el que ríe último ríe mejor. Es verdaderamente un comienzo modesto. Pero los campesinos están empezando a comprender que deben ser realizados nuevos trabajos en gran escala, y que estos trabajos ya han comenzado. Habrá que superar enormes dificultades. Intentaremos establecer relaciones con los países capitalistas. No debemos lamentarnos de tener que dar a los capitalistas varios cientos de millones de kilogramos de petróleo, a cambio de su ayuda para electrificar nuestro país. Y ahora, para terminar, unas palabras sobre la "democracia pura". Les leeré lo que escribió Engels el 11 de diciembre de 1884 en una carta a Bebel: "La democracia pura, cuando llega el momento de la revolución, adquiere importancia como partido burgués extremo como ocurrió ya en Francfort, siendo la tabla de salvación de toda la burguesía e incluso de la economía feudal [...]. Así, de marzo a septiembre de 1848 toda la masa burocrática apoyó a los liberales para aplastar a las masas revolucionarias [...]. En todo caso, nuestro único adversario durante la crisis y al día siguiente de ésta, será el conjunto de la reacción que se agrupará en torno de la democracia pura, y esto, pienso, no debe dejar de ser tenido en cuenta. (4)" 


No podemos plantear nuestros problemas como lo hacen los teóricos. Toda la reacción en su conjunto, no sólo la burguesa, sino también la feudal, se agrupa en torno de la "democracia pura". Los camaradas alemanes conocen mejor que nadie lo que significa la "democracia pura", ya que Kautsky y demás dirigentes de la II Internacional y de la Internacional II 1/2 defienden esta "democracia pura" contra los malvados bolcheviques. Si juzgamos a los socialistas revolucionarios y a los mencheviques rusos, no por lo que dicen, sino por lo que hacen, veremos que no son otra cosa que representantes de la "democracia pura" pequeño burguesa. En el curso de nuestra revolución nos dieron un ejemplo clásico de lo que significa la "democracia pura", y de nuevo durante la última crisis, cuando se produjo el motín de Kronstadt. En el campesinado la efervescencia era muy grande, y también entre los obreros había un gran descontento. Estaban agotados y extenuados. Después de todo, las fuerzas humanas tienen un límite. Durante tres años padecieron hambre, y no se puede padecer hambre cuatro o cinco años. Naturalmente, el hambre tiene enorme influencia sobre la actividad política. ¿Cómo actuaron los socialistas revolucionarios y los mencheviques? Vacilaron todo el tiempo, y con eso fortalecieron a la burguesía. La organización de todos los partidos rusos en el extranjero ha revelado el actual estado de cosas. Los jefes más astutos de la gran burguesía rusa dijeron: "No podemos lograr la victoria en Rusia inmediatamente. Por eso nuestra consigna debe ser: 'Soviets sin bolcheviques'." El dirigente de los kadetes, Miliukov, defendió el poder soviético contra los socialistas revolucionarios. Esto suena muy extraño; pero tal es la dialéctica práctica que nosotros, en nuestra revolución, hemos estado estudiando en forma original, de la experiencia práctica de nuestra lucha, y de la lucha de nuestros adversarios. Los kadetes defienden los "soviets sin bolcheviques" porque comprenden bien la situación y confían en que una parte de la población morderá este anzuelo. Esto es lo que dicen los kadetes inteligentes. Sin duda no todos los kadetes son inteligentes, pero algunos lo son y aprendieron algo de la Revolución Francesa, La consigna del día es luchar contra los bolcheviques a cualquier precio, a todo trance. Toda la burguesía está ahora ayudando a los mencheviques y a los socialistas revolucionarios. Eseristas y mencheviques son en estos momentos la vanguardia de toda la reacción. En la primavera pasada hemos tenido la oportunidad de conocer los frutos de esta coordinación contrarrevolucionaria (5).


Por eso debemos continuar nuestra lucha implacable contra estos elementos. La dictadura es un estado de guerra agudo. Estamos justamente en ese estado. Actualmente no hay invasión militar. Sin embargo, estamos aislados. Pero, por otra parte, no estamos enteramente aislados, por cuanto la burguesía internacional no está, ahora en condiciones de hacernos abiertamente la guerra, porque toda la clase obrera —aun cuando la mayoría no es todavía comunista— tiene ya bastante conciencia de clase como para impedir la intervención. La burguesía está obligada a tomar en cuenta ese estado de ánimo de las masas, aunque éstas todavía no han llegado a comprender totalmente el comunismo. Por esto es que la burguesía no puede ahora iniciar una ofensiva contra nosotros, aunque nunca se la puede descartar. Mientras no haya un resultado definitivo, continuará este tremendo estado de guerra. Y nosotros decimos: "En la guerra como en la guerra: no prometemos ninguna libertad ni ninguna democracia". Decimos abiertamente a los campesinos qué deben elegir: o el poder de los bolcheviques —en cuyo caso haremos todas las concesiones que nos permita la necesidad de retener el poder, para conducirlos luego hacia el socialismo— o el poder burgués. Todo lo demás es engaño y pura demagogia. Debe declararse la guerra más encarnizada contra este engaño, contra esta demagogia. Nuestro punto de vista es: por ahora, grandes concesiones y la mayor cautela, precisamente porque se ha establecido cierto equilibrio, precisamente porque somos más débiles que nuestros enemigos coaligados, porque nuestra base económica es demasiado débil y necesitamos que sea más fuerte.


Esto, camaradas, es lo que quería decirles sobre nuestra táctica, la táctica del Partido Comunista de Rusia. (Prolongados aplausos.) 


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(1)  27 El 26 de marzo de 1921 en Vladivostok los guardias blancos apoyados por los intervencionistas japoneses derrocaron la dirección regional de Primorie, en la república del Lejano Oriente y establecieron en el poder a los representantes de la gran burguesía, encabezados por los hermanos Merkúlov, fabricantes, que implantaron un régimen de dictadura burguesa y de terror; Primorie del Sur se convirtió en campo propicio para la continuación de la intervención imperialista en el Lejano Oriente. El ejército popular revolucionario de la República del Lejano Oriente bajo el mando de V. K. Blujer primero, y luego I. P. Uboriévich, derrotó a los guardias blancos, liberando Jabarovsk el 14 de febrero de 1922 y Vladivostok el 25 de octubre. Japón se vio obligado a evacuar sus tropas del Lejano Oriente. El 14 de noviembre de 1922 la Asamblea Popular de la República del Lejano Oriente creó el Comité Revolucionario del Lejano Oriente con plenos poderes para llevar a la práctica la unión del Lejano Oriente con la Rusia soviética. El 15 de noviembre de 1922 el presidium del CEC de toda Rusia dictó un decreto proclamando a la República del Lejano Oriente parte inseparable de la RSFSR.

(2) Congreso del Partido 'Checoslovaco (Congreso del Partido Socialdemócrata Checoslovaco, de izquierda): se realizó en Praga desde el 14 al 16 de mayo de 1921, y se transformó en Congreso Constituyente del Partido Comunista de Checoslovaquia. Participaron 569 delegados que representaban a más de 350.000 afiliados al partido. El Congreso adoptó por aclamación una resolución sobre la afiliación a la III Internacional. B. Smeral fue el principal informante al Congreso. Lenin hizo un cuidadoso estudio de los materiales del Congreso Constituyente del Partido Comunista de Checoslovaquia. Vorwärts ("Adelante"): diario, publicado desde mayo de 1911 en Reichenberg como portavoz de la tendencia de izquierda de los socialdemócratas austríacos. En 1921 se convirtió en órgano del Partido Comunista de Checoslovaquia (sección alemana).

(3) Más adelante en la versión taquigráfica (Lenin habló en alemán), dice: "als Glied der Wéltwirtschaft"; en la traducción francesa de la versión taquigráfica dice: "comme membre de l'économie mondiale"; en la inglesa "as a member of the world's economy" ("como miembro de la economía mundial"). El texto del informe publicado en este volumen ha sido tomado de Pravda, del 9 de julio de 1921, que no contiene estas palabras. (Ed.)

(4) Véase C. Marx y F. Engels, Correspondencia, ed. cit, págs. 283- 285. (Ed.)

(5) Se refiere al motín contrarrevolucionario de Kronstadt, en marzo de 1921. (Ed.)

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